El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 28 de diciembre de 2010

La culpa es tuya

            ¡La culpa es tuya!, ¡Estás haciendo que me suba la tensión!, ¡Siempre consigues que lleguemos tarde!, ¡Si tú me quisieras!, ¡Me estás matando!, ¡Ya te lo dije!, ¡Si no fuera por los niños!.............. ¿Has oído alguna vez frases como estas?, ¿las has dicho alguna vez?
            Eso se llama culpar a los demás, aunque curiosamente, sólo les culpabilizamos de nuestros errores, de nuestras decisiones erróneas, de las circunstancias adversas; nunca tienen los demás culpa de nuestras decisiones correctas, ni de todo lo bueno que nos pueda ir sucediendo.
Culpar a los demás es un rasgo de inmadurez, es indicador de que estás estancad@ en tu evolución, es no aceptar la responsabilidad de tu vida, es maltratar emocionalmente a la persona que  culpabilizas, es colocarte siempre en el papel de víctima.
Transitar por el camino de la vida es aprendizaje, y no sólo dejar que pasen los días uno tras otro, eso sólo es envejecer. Vivir es aprender, aprender es madurar, y comportarse con madurez implica, entre otras cosas, tomar decisiones conscientemente y aceptar las consecuencias que implican esos actos, aceptando como propios, tanto los éxitos como los fracasos.
Cuando descargas tus errores sobre otra persona, esta, si es madura y responsable, puede reaccionar dejando que la energía de la culpa que has lanzado sobre ella se disuelva sin más, pero ten cuidado, siempre va a quedar un poso que se va a ir incrementando según vayas amontonando sobre ella culpa tras culpa,  hasta que llegue el día en que, no sólo tus reproches, sino todas tus palabras van a causar el mismo efecto que la lluvia en el cristal, ningún efecto. Pero puede ser que la persona que recibe la culpa de tus errores no tenga la suficiente madurez, y entonces va a sentirse responsable de cada uno de tus fracasos, sintiéndose emocionalmente inmovilizada y culpable por algo que no le ha ocurrido a ella.  
Si eres la persona culpabilizada, ten en cuenta de que eso sucede porque lo admites. Para que no pase, tienes que enseñar a las personas que tienen que ver con tu vida y que tratan de manipularte por medio de la culpa, de que tú eres muy capaz de enfrentarte con las desilusiones que les provoque tu comportamiento. El resultado puede ser que tarde un poco en llegar, pero el comportamiento de esas personas empezará a cambiar cuando vean que no te pueden forzar a sentirte culpable. Una vez que logres desconectar la culpa, la posibilidad de manipularte y de controlarte emocionalmente habrá desaparecido para siempre.
La mejor manera de gestionar tus errores no es culpabilizando al entorno, es viajar a tu interior: tienes que descubrir la razón de ese sentimiento de impotencia que te hace menospreciar a los demás culpabilizándoles de tus limitaciones. Siempre hay una razón, ¿complejo de inferioridad?, ¿miedo al fracaso?, ¿atacar al prójimo ante la sensación de íntima humillación?, siempre hay una razón, descúbrela antes de humillar a los que te rodean.
Recuerda “La Regla de Oro”: No desear para los demás lo que no deseo para mí. Imagina que la persona que está delante de ti, a la que vas a culpabilizar, eres tú mism@.

2 comentarios:

  1. Con esto siempre me hago un lio, no suelo culpar a nadie pero porque sino trata bien a las personas y uno no humilla a nadie, recibe desplantes. Y porque duelen tanto, a todos nos gusta que nos traten bien. Para mi la armonia es muy importante y cuanto mas intentas hacercarte mas patadas te dan, menos te respetan. Si la persona es madura puedes dialogar pero sino lo es ¿que haces?

    ResponderEliminar
  2. Si no es madura, no te queda más remedio que perdonarla y bendecirla, para a continuación darte la vuelta y marchar para que no te más bofetadas. Eso de poner la otra mejilla........no.

    ResponderEliminar