El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 4 de septiembre de 2012

Desequilibrios emocionales: Causas y solución. (1)


           Las causas de nuestros desequilibrios emocionales, son múltiples y variadas, mientras que la solución es sólo una.
            Son causas de esos desequilibrios, las decepciones que vamos acumulando a lo largo y ancho de nuestra vida, el trato y las enseñanzas de nuestros mayores y educadores, recibido en nuestro crecimiento, los dictados que de manera inexorable marca la sociedad, posibles cuestiones kármicas pendientes de vidas anteriores, un aviso del alma de por dónde ha de seguir nuestro camino, y sobre todo, no saber quiénes somos, ni que somos, ni de dónde venimos, ni adónde vamos.
            Nuestra vida es un cúmulo de decepciones, de deseos incumplidos, de anhelos insatisfechos, de pérdida de personas, unas porque sencillamente se van, y otras porque mueren; de expectativas que los demás tienen sobre nosotros, sobre todo los más próximos, y que no conseguimos llegar a materializar; de críticas recibidas, de nuestros propios juicios sobre lo que debería ser y no es, y de miedos, tanto al fracaso como al éxito.
            A todo esto podemos añadir las leyes de la sociedad, que son como la ley de la selva, o la ley del más fuerte, o la ley de sálvese quien pueda. La sociedad, más que compuesta por seres humanos, parece estar formada por alimañas, luchando unas contra otras, tratando de conseguir más que las otras, al precio que sea. En nada se preocupa la sociedad del bienestar y la felicidad de sus miembros, y todos sus postulados, y sobre todo los de sus dirigentes, sólo favorecen al poderoso, pisoteando a los débiles, presentando ante estos últimos, la forma de vida de los poderosos, casi obligándoles a seguir sus dictados, y lógicamente, a sentirse frustrados, al no poder conseguir el nivel de vida anunciado: Una nueva casa, un carro más potente, ropa de marca, viajes a tierras cada vez más lejanas, etc., etc. Ante tal disyuntiva, todos quieren ser poderosos, pero casi nadie lo consigue. Los débiles siguen siendo débiles, o aun más débiles, si cabe, ya que se han ido hipotecando para conseguir…… más frustración.
            Y qué decir de nuestros modelos, modelos en los que todos nos vamos convirtiendo según vamos avanzando en edad, que no en dignidad, ni en gobierno. En lugar de enseñar lo que es la felicidad, y como conseguirla, cada modelo, (progenitores, maestros, líderes de opinión), proyectan en los jóvenes sus propias decepciones, casi exigiéndoles que sean “algo mas” de lo que ellos mismos fueron, de lo que ellos mismos consiguieron; sin tener en cuenta los valores ni las valías de sus educandos. Esas enseñanzas, arrastran a la crítica, a la conmiseración, a sentirse pequeñitos, al miedo a “que dirán”, y todo ese miedo, les va arrastrando al fracaso, entre otras cosas porque las metas programadas son inalcanzables, ya que nadie les ha enseñado como conseguirlas. Sólo les obligan, casi, a conseguirlas sin más, a costa de lo que sea.
            Es posible que algunas causas de desequilibrio emocional sean debidas a cuestiones relativas a vidas pasadas, pero como no hay una manera irrefutable de comprobarlo, mejor no entramos en ella como causa, y trataremos de solucionarla junto al resto de las causas conocidas.
            El alma, ante la cerrazón de la mente, por la que la persona se deja dirigir, tiene pocas armas para avisar a la persona que el camino por el que transita, no es el correcto, y es momento de cambiar la ruta. Y es entonces, cuando surge la insatisfacción, la ansiedad, el aburrimiento, la desidia, y mil cosas más, que hacen que la persona, se sienta perdida y emocionalmente enferma.
            Aunque posiblemente la causa más importante de nuestros problemas emocionales sea el no saber realmente quienes somos, ni de dónde venimos, ni a dónde vamos, y cuál es nuestro trabajo en el cuerpo.
            Hemos aprendido que somos seres independientes, que tenemos que defender nuestro espacio. Hemos aprendido que el hombre es un lobo para el hombre. Hemos aprendido que está bien engañar, si no nos descubren, engañar a la pareja, engañar al jefe, engañar a los amigos. Hemos aprendido que queremos que nos respeten, pero no hemos aprendido a respetar. Hemos aprendido que no nos gustan las críticas, pero que nosotros podemos usarla de manera despiadada. Hemos aprendido un sinfín de artimañas para usar en contra de los demás, y a veces, muchas más de lo que somos conscientes, para usarlas también en nuestra contra.
                        No sabemos, o si lo sabemos no actuamos como tal, que somos seres divinos, que venimos de Dios y hemos de volver a Dios, y todo nuestro trabajo en el cuerpo, no es más que recuperar esa memoria perdida, perdida al poco tiempo de tomar contacto con el cuerpo físico. Es justo empezar a “tener uso de razón”, y perder de vista la razón de nuestra visita a la materia. Y ni la sociedad, ni nuestros modelos pueden ayudarnos a no perder la memoria, porque ellos mismos la tienen perdida.
            (Continuará……….)

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