El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 9 de noviembre de 2013

¿Temor de Dios?


            Aunque realmente no son muchas las religiones que conozco, (hay demasiadas para conocerlas todas), me asombra que todas las que conozco tengan como punto fuerte de su enseñanza el temor a Dios, el pecado y el subsiguiente castigo.
            Pero…... ¿Qué padre o madre desearía que su hijo le temiera? Si lo que los padres dan a sus hijos es amor, es lógico pensar que lo que esperan de ellos también es amor. Nunca se les ocurriría amedrentar permanentemente al bebé recién nacido para que empiece a temerles, para así poder dominarle en todas las facetas de su vida. (Reconozco que siempre hay algún desnaturalizado). ¿Cómo puede ser entonces que Dios, que es Amor, desee que sus hijos, todos los seres humanos, le teman hasta el extremo de hacer girar su vida sobre el eje del miedo?, ¿Qué mérito tiene para Dios el que todo lo que hagan sus hijos tenga como base el temor al castigo?, ¿Quiere realmente Dios dominar a sus hijos para que hagan su estricta Voluntad?, ¿Dónde quedaría el tan cacareado libre albedrío de los seres humanos?
            ¿No será que Dios no tiene nada que ver en esto, y que todo sea un engañoso montaje para que se haga, no la Voluntad de Dios, sino la voluntad de sus pseudo representantes en la Tierra? Los fariseos que condenaron a Jesús, en vez de bajar la cabeza, reconocer su error y cambiar hasta su extinción, se han multiplicado como hongos sobre la faz de la Tierra y ahora, como no tienen a un Jesús que condenar, (que no dudemos que lo harían de nuevo), nos condenan al resto de mortales a los castigos más inimaginables, si no tenemos “temor de Dios”.
            Dios no es temor, Dios es Amor. Y si la bandera de todas las naciones y, por supuesto, de todas las religiones fuera el Amor, el mundo sería un paraíso, sería un lugar en el que prevalecería la equidad, sin importar la raza, ni el lugar de nacimiento, ni las creencias, ni el sexo. Sería un lugar en el que todos tendrían las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, suficientes para todos, y las mismas oportunidades de acceso a la sanidad y a la educación. Sería un lugar en el que quedaría desterrada la envidia, ya que todos sentiríamos alegría por la felicidad de otro ser humano, nuestro hermano. Sería un lugar en el que los políticos buscarían el bienestar total de TODOS sus conciudadanos, no sólo de unos pocos. Sería un mundo sin pobreza, sin hambre, sin analfabetismo. Sería un mundo con mucho menos dolor y menos sufrimiento. Sería un mundo muy próximo a la felicidad.
            Parece ser que con el temor de Dios no lo hemos conseguido, ¿Por qué no lo intentamos con el Amor a Dios, y por supuesto con el Amor al prójimo?
 

           

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