El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 6 de enero de 2014

Yo Soy inmortal


            Todo en la vida es elección, y en cada elección, y en cada paso que damos, lo único que queremos conseguir, ya sea de manera consciente o inconsciente, es la felicidad.
Aunque pudiera dar la sensación que las elecciones tomadas no deben ser muy correctas, teniendo en cuenta que son muy pocas, o ninguna de manera permanente, las personas que dicen vivir la felicidad, frente a un elevadísimo número que confiesan tener una vida de sufrimiento.
            ¿Es problema de elección?, ¿Cambiaría algo eligiendo de manera distinta? No. La elección siempre es correcta, todas las elecciones que hacemos son necesarias para nuestro aprendizaje. “Todo está bien”. El problema es cuestión de enfoque y de creencia. Creemos que consiguiendo materializar nuestros deseos vamos a conseguir la felicidad, y eso no va a ocurrir nunca, porque nada de lo que se encuentra fuera de nosotros nos va a dar una felicidad permanente. Podemos conseguir un estado de euforia y de alegría, más o menos intenso, más o menos duradero, cuando conseguimos la realización de alguno de nuestros deseos, pero no será permanente, ya que irá disminuyendo con el tiempo o desaparecerá cuando la mente nos presente un nuevo deseo para conseguir.
            Sufrimos debido a nuestros errores, y nuestro mayor error es la ignorancia. La causa de nuestro sufrimiento y de nuestra insatisfacción, es debida a que nos hemos olvidado que somos realmente. Somos seres inmortales, somos divinos, somos eternos, somos a imagen y semejanza de Dios, y nos comportamos como si fuéramos mortales, como si tuviéramos fecha de caducidad, como si Dios solo fuera un algo al que nos dirigimos para pedir alguna cosa, para culpabilizar de nuestras desgracias o para pedir explicaciones de porque llegan a nosotros las desgracias, a nosotros, que siempre hacemos el bien.
            Este comportamiento erróneo, provocado por nuestra propia ignorancia, es la verdadera causa de nuestro sufrimiento, de nuestro miedo al dolor, de nuestro miedo a la enfermedad y de nuestro miedo a la muerte. Hemos de destruir la creencia de que somos seres caducos, y conectar con la verdadera esencia del alma, con nuestra inmortalidad, con nuestra divinidad, con nuestra unión con todo lo creado.
            Dios es eterno, y cuando encontremos nuestra propia eternidad, hablemos encontrado a Dios, y entonces ya no necesitaremos correr detrás de ningún placer externo, porque el gozo divino anidará dentro de nosotros. Al encontrar a Dios ya no necesitaremos seguir buscando.
 

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