El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 13 de junio de 2014

Cambia tu realidad


                El Libro de Oro de Saint Germain, (cuya lectura recomiendo), comienza diciendo que “La Vida, en todas sus actividades, donde quiera que ella se manifieste, es Dios en acción. Es por la falta de conocimientos en la forma de aplicar el pensamiento-sentimiento, que los seres humanos están siempre interrumpiéndole el paso a la Esencia de la Vida. De no ser por esa razón, la Vida expresaría su perfección con toda naturalidad y en todas partes.
            La tendencia natural de la Vida es Amor, Paz, Belleza, Armonía y Opulencia. A ella le es indiferente quien la use y continuamente está surgiendo para manifestar de más en más su perfección, y siempre con ese impulso vivificador que le es inherente.
            YO SOY es la actividad de la Vida. Cuando decimos YO SOY, sintiéndolo, abrimos la fuente de la Vida Eterna para que corra sin obstáculos a lo largo de su curso; en otras palabras, le abrimos la puerta ancha a su flujo natural”.
            ¿Cómo funciona el pensamiento, que es capaz de impedir el paso a la Esencia de la Vida, a la perfección de la Vida diseñada por Dios, a la Esencia Divina o a la manifestación de Dios en todos los aspectos de la Vida?
Los pensamientos no aparecen porque sí en el cerebro. Los pensamientos son como nubecitas que se encuentran alojados en una de las capas del aura, concretamente en una que se denomina cuerpo mental, y es en él donde se desarrollan los poderes de la mente, donde se desarrollan los pensamientos, incluso la memoria y la imaginación.
Todas las personas tenemos, prácticamente, los mismos pensamientos en el cuerpo mental, con diferencias de matices. Con un ejemplo veremos claro cuáles son esos matices. El pensamiento de divinidad para un cristiano será Jesús, mientras que para un budista será Buda, o para un hinduista será Krishna. Sin embargo, el pensamiento de divinidad estará inherente en los tres.
La pregunta lógica sería: ¿Si todos tenemos alojados en nuestro cuerpo mental los mismos pensamientos, porque unas personas tienen pensamientos que les llevan al sufrimiento y otras personas, (las menos), tienen pensamientos que les llevan a la felicidad?
 
Los pensamientos se denominan formas de pensamiento, y para expresarse viaja el pensamiento desde el cuerpo mental hasta el cerebro. Cada vez que tenemos un pensamiento se genera una energía que viene determinada por el tipo de pensamiento. Esa energía, por un lado, afecta al cuerpo emocional de la persona generando un sentimiento o una emoción determinada, y por otro lado engorda a la forma de pensamiento original.
No es necesario decir, que cualquier emoción tiene su inicio en el pensamiento. Ansiedad, estrés, miedo, tristeza, alegría, carencias, etc., etc., son solamente producto de nuestro pensamiento. Y son justamente nuestra colección de emociones las que determinan la vida. Son esas emociones las que bloquean el libre fluir de la tendencia natural de la Vida, que decíamos al principio que es Amor, Paz, Belleza, Armonía y Opulencia.
Pero aun hay más. La forma de pensamiento se va haciendo mayor cada vez que tenemos el mismo pensamiento. Puede llegar a crecer hasta tal punto que se forme lo que se denomina entidad de pensamiento. La entidad de pensamiento tiene conciencia propia, una conciencia muy rudimentaria  que la hace querer vivir. Y para vivir, su alimento es la energía que se genera cada vez que se tiene el mismo pensamiento, por lo que la entidad de pensamiento va a descargarse en el cerebro de manera persistente para que se genere la energía que necesita para su existencia. Los pensamientos circulares, los pensamientos repetitivos, los pensamientos obsesivos, sólo son entidades de pensamiento.
Por supuesto la energía generada se va acumulando en el cuerpo emocional de la persona, llegando, con el tiempo, a afectar físicamente a la persona. Nuestra salud también es fruto de nuestros pensamientos.
Decir, “no sé”, “no puedo”, “no tengo”, “estoy enfermo”, y frases similares son una especie de grilletes que le vamos poniendo a nuestra vida. Y la vida, ante nuestra insistencia se encarga de que no sepamos, de que no podamos, de que no tengamos o de que enferme nuestro cuerpo.
¿Qué hacer para cambiar la tendencia?, ¿Qué hacer para que la Vida se manifieste en toda su grandeza? Pues…. CAMBIAR EL PENSAMIENTO.
 Pero, ¡Es tan difícil cambiar el pensamiento!, el pensamiento no se puede cambiar de la noche a la mañana, porque los pensamientos a los que estamos habituados viajan al cerebro una y otra vez, a pesar de todos nuestros esfuerzos para que eso no suceda, por lo tanto, para cambiar los pensamientos, que llegan de manera inconsciente, hemos de hacerlo conscientemente.
Hemos de dejar de dar poder a las condiciones exteriores, hemos de dejar de dar poder a personas, a lugares, a cosas, a deseos, a creencias, y darle el poder a quien lo tiene realmente, hemos de reconocer y aceptar la presencia de Dios, ya que El es todo salud, todo amor, todo abundancia, todo paz. Y la manera de hacerlo es repetir en nuestro interior machaconamente, YO SOY, o YO SOY HIJO DE DIOS. No se trata de repetirlo una, dos ó tres veces, se trata de repetirlo horas si realmente queremos cambiar la dinámica de nuestra vida. Hemos de tener en cuenta que hemos de invertir la fuerza de pensamientos que llevan con nosotros toda una vida.
YO SOY es Dios en acción, y cuando pensamos YO SOY significa que sabemos que tenemos a Dios trabajando y expresándose en nuestra vida.
Se trata de formar entidades de pensamientos positivas, entidades de pensamiento de alta vibración, que como las negativas también quieren vivir y se van a descargar en el cerebro para expresarse una y otra vez. Sin embargo, hasta que eso suceda, hemos de trabajar de manera consciente para hacer que las entidades negativas vayan perdiendo poder.
¡Adelante! y ¡Suerte!

 

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