El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 8 de septiembre de 2015

Enseñame a meditar


            Los conceptos sanación y crecimiento, sanación y expansión de la conciencia, o sanación y construcción del carácter, no suelen ir habitualmente unidos. Es posible, en algunas ocasiones, que algunos terapeutas y sanadores, los unan, de alguna manera, cuando recomiendan a la persona que ha de realizar algún tipo de trabajo interior para recuperar su salud, al menos, su salud emocional.
            Pero cuantas enfermedades, cuantos sufrimientos, cuanta infelicidad, cuantos desequilibrios emocionales y cuantos problemas mentales, se podría ahorrar el género humano si nos enseñaran a buscar nuestro equilibrio interior antes, o a la vez que aprendemos a leer y a escribir.
            Nacer, crecer, envejecer y morir, es un ritmo continuo, y aunque para cada persona es una experiencia nueva, única e irrepetible, estamos en el mundo tan acostumbrados a ese fluir, que no suele afectarnos mucho al paso por cada una de estas estaciones hasta que nos toca transitarla personalmente. Y en este fluir continuo de la vida casi nadie se plantea que exista otra manera de vivir distinta a como se viene aprendiendo hace miles o millones de vidas. Vivimos para subsistir, ignorantes de nuestra procedencia, ignorantes de nuestro destino, ignorantes del camino a transitar e ignorantes del vehículo necesario para dicho transito.
            En cada uno de los ritmos de la vida, se intercala con frecuencia otro concepto, que es la enfermedad, y en el mismo aprendizaje nos enseñan que las enfermedades  se sanan, normalmente ingiriendo diversos productos, unos abogan por productos químicos y otros por productos naturales, pero en casi todos los casos hay que ingerir algo para contrarrestar la enfermedad, muy pocos hablan de equilibrio interior como remedio sanador, y mucho menos como remedio inhibidor de la enfermedad.
            Son pocos los que se han planteado que en vez de atacar la enfermedad se podría prevenir. Y aunque parezca que en la actualidad hay más seguidores de esta teoría, solo es un espejismo y palabrería que se utiliza como fachada de evolución en las redes sociales.
            Sin embargo la búsqueda y la consecución del equilibrio interior es la mejor medicina para atacar la enfermedad y, aun más, es el mejor inhibidor de enfermedades. 
            El amor, la felicidad, la paz, la serenidad, la alegría son estados que el ser humano busca afanosamente en el exterior, como todo. Para el ser humano no existe un interior, y ni tan siquiera comprende que el amor, por ejemplo, sea una energía y no sea una emoción generada por el contacto con otra persona. Como no comprende que el primer ser objeto de esa energía de amor ha de ser él mismo. Cree que esto, tal como se lo han enseñado es egoísmo. Es este planteamiento erróneo la base que va a sustentar la enfermedad. No sabe que el amor es energía, no sabe que se encuentra en su interior, no sabe que ha de amarse a sí mismo, y valorarse, y respetarse. No sabe que cualquier cosa que se encuentra en el exterior tiene fecha de caducidad. Por lo tanto, se “enamora”, hasta que un día dice que se acaba el amor, (El Amor, el auténtico Amor no se acaba nunca. Si alguien dice que se acabó el amor es que nunca ha amado), y ha de finalizar su relación. Eso le causa un dolor intenso, que no es más que energía, y como nadie le ha enseñado a manejar las emociones y vivir en el presente, recuerda el hecho de su separación un minuto tras otro, generando una energía que emponzoña todo su cuerpo energético. Esa mugre energética es la que va a ir alimentando su cuerpo y poco a poco enfermándolo. A partir de aquí le recetarán pastillas para que se olvide del hecho, pastillas para la ansiedad, pastillas para dormir y así una pastilla tras otra.
            Con lo fácil que hubiera sido si de pequeñito le hubieran explicado que es un alma, que tiene que activar su centro del amor por él mismo, que ha venido justamente a aprender a realizar esa activación para amar a toda la humanidad. Que en su aprendizaje se encontrará con otras personas con las que formará pareja una temporada para realizar una tarea determinada y que normalmente esa relación finalizará un día, y que gracias a su amor, a su respeto y a su generosidad, será una separación no traumática en la que se mantendrá el amor, sin dolor y sin sufrimiento.
            Ya que no nos han enseñado esto de pequeños, podemos intentar aprenderlo ahora. Podemos comenzar a realizar ese viaje a nuestro interior, y ese viaje comienza con el silencio. Con el silencio mental. Tienes que empezar a dominar tus pensamientos, tienes que aprender a vivir el “ahora”. Es difícil, es muy difícil, es dificilísimo. Te digo esto para que no pienses que te vas a sentar a silenciar la mente y lo vas a conseguir en un minuto. No. Es una tarea que no se consigue en mucho, en muchísimo tiempo, e incluso no se si se llega a conseguir alguna vez completamente.
            Pero mejor empezar. Cuanto más tarde se empiece más tiempo seremos infelices.
            Empieza por hacer algo muy sencillito. Se consciente de tu respiración:
  • Siéntate. Con los pies bien apoyados en el piso.
  • Deja las manos encima de los muslos con las palmas mirando arriba. (Déjate de mudras, solo vamos a aprender a respirar).
  • Cierra los ojos o déjalos una décima parte abiertos, para que entre un poco de luz y enfoca la mirada en la punta de la nariz.
  • Coloca la punta de la lengua tocando el paladar.
  • Trata de respirar por la nariz, tanto la inhalación como la exhalación.
  • Trata de hacer una respiración abdominal. El abdomen se infla cuando inhalas y de desinfla cuando exhalas. (Así respirarás menos veces que si haces una respiración clavicular. Y al respirar más lento se reducirá tu metabolismo y eso hará que los pensamientos parezcan también más lentamente).
  • Como a la segunda o tercera respiración ya vas a estar enganchado a algún pensamiento, para que eso no pase cuenta las respiraciones: Inhala 1, exhala 2, inhala 3, exhala 4, y así sucesivamente.
  • Cuando te des cuenta de que estás pensando vuelve a comenzar por uno.
  • A ver hasta cuanto llegas.
  • Con quince minutos cada día, de momento, tienes suficiente.
Muy bien. Estás meditando.


           

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