El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 1 de marzo de 2016

Nostalgias del otro lado de la vida

Esta es una anécdota de un paciente, que me ha permitido relatar, siempre que no dijera su nombre. Me ha parecido interesante por la explicación que da a dos emociones molestas, tristeza y ansiedad.   

El hombre abrió los ojos. Aún estaba completamente oscuro, no se veía ni el más mínimo resquicio de luz.
-      “¿Qué hora será?”, pensó, “Deben de ser cerca de las cinco. Ya no tengo sueño”.

Extendió su mano hacia la mesilla de noche donde estaba el reloj despertador, uno de esos en los que apretando una tecla en la parte superior se ilumina la hora en el techo de la habitación, apretó la tecla y se reflejó la hora: Eran las cuatro y diecinueve.
-      “¡Cómo se nota que anoche me acosté temprano!”, siguió en su soliloquio el hombre, “Aún puedo meditar un rato antes de levantarme”.



Y así, tal como estaba, acostado, dejo caer los caer los brazos a ambos lados del cuerpo, separó un poco las piernas y llevó la atención a su respiración. Respiraba lentamente, y después de cada exhalación suspendía la respiración unos segundos. Las sensaciones en su cuerpo empezaron a aparecer, al principio era una especie de cosquilleo en las manos, en los pies y en la cresta de la cabeza, pero casi de inmediato esas sensaciones se multiplicaron, el cosquilleo se incrementó hasta convertirse en una especie de vibración ligera, que se extendió a todo el cuerpo. Sentía el cuerpo pesado, se sentía uno con el colchón, uno con la habitación, uno con la vida, pero…., había más, notaba algo que le hacia percibir su individualidad, notaba algo que le acompañaba con mucha frecuencia en su despertar, tanto si se demoraba meditando durante unos minutos, como si se levantaba de inmediato. Lo mismo lo notaba meditando que en la ducha o afeitándose: Era una sensación de tristeza, era un punto de ansiedad.
-      “Otra vez aquí, y ¿Por qué?, si no hay nada consciente en mi vida que me lleve a sentir esta sensación de tristeza, todo es felicidad y alegría, ¿Por qué será?”

Es un hombre joven, a punto de llegar a la cuarentena, felizmente casado, enamorado de su esposa, enamorado de sus hijos, (tiene una parejita de diez y ocho años), con un trabajo apasionante, como él dice, y yo personalmente puedo dar fe de su alegría de vivir.

Esta sensación de tristeza y ese punto de ansiedad le duraban casi una hora, no sabía la razón por la que aparecían al despertarse, y lo que hacia durante el tiempo que permanecían en él era bendecir a los miembros de su familia, amigos y conocidos, así como ofrecer a Dios su día y agradecer la vida. Esta era la manera que había descubierto para volver a su estado alegre, que era su estado habitual.

Cada día se preguntaba ¿Por qué?, sin encontrar la respuesta, hasta que un día……..

Los momentos en los que este hombre se encontraba más conectado con “no sabemos muy bien qué” eran meditando y en la ducha. En esos momentos llegaban a su mente pensamientos que, (aunque todos sabemos que los pensamientos son imprevisibles), parecían colocados en su cerebro por una mente ajena y que él mismo calificaba como “resbalaciones”, ya que eran una especie de revelaciones, por supuesto sin ninguna confirmación ni certeza y que como se producían en la ducha él las llamaba así, resbalaciones. El caso es que normalmente tenía en cuenta, siempre con mucha cautela, eso que aparecía en su mente y le iba bien, (dejémoslo ahí, a petición suya), en un ochenta por ciento de los casos.

Pues bien, este día, dejó su meditación cerca de las cinco de la mañana, que suele ser la hora habitual en que se levanta. (Lo hace a esa hora porque comienza a trabajar a los ocho y Lima es una mega ciudad con un caos vehicular importante y se necesita tiempo para desplazarse por la ciudad).

Llegó al cuarto de baño con la misma sensación de tristeza, que no había desaparecido con la meditación, y cuando entro en la ducha apareció en su cerebro una resbalación:
-     “Esta noche has estado en el otro lado de la vida y la tristeza y la ansiedad que sientes solo son consecuencia de la nostalgia inconsciente que sientes por volver al otro lado de manera definitiva”.
Y nuestro hombre comenzó a hablar con su pensamiento:
-      “Bueno, si se supone que voy al otro lado de la vida cada noche, ¿Por qué siento nostalgia unos días si y otros no?
-     “Sencillamente por lo que haces al otro lado. Unos días estás volcado en cuestiones para la vida física que no te causan ningún tipo de añoranza, pero otros estás colaborando con los seres que permanentemente están en ese otro lado de la vida y durante cierto tiempo después de despertar añoras el Amor, la alegría y la paz que has vivido”.
-      “Y ¿Qué hago para no sentir esa nostalgia?, ¿Me suicido?”
-      “Llegará un día en que ya no tendrás esa nostalgia. No porque ya no tengas ganas de volver, sino porque habrás aceptado cosas de ti que hoy no aceptas, esas cosas que te parecen inaceptables, y habrás integrado en ti el trabajo que has venido a hacer. A pesar de tu cambio, que ha sido, o mejor está siendo importante y costoso, estas lejos de la senda que te has propuesto recorrer para esta encarnación”.
-      “Y ¿Qué trabajo he venido a hacer?”
-      “Tú lo sabes”
-      “Ya estamos con huevadas”, (Es la palabra que él dijo).
-     “Cuando aceptes hasta eso que te parece inaceptable de ti, cuando te permitas ser quien realmente eres, cuando te ames realmente, tu misión aparecerá”.
-      “Ya”.
Y ahí dijo que se acabó la resbalación.
Ahora está trabajando en amarse.



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