El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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viernes, 7 de abril de 2023

Jueves Santo

 


Jueves 6 de abril 2023

 

Hoy es Jueves Santo, festividad católico-cristiana, que conmemora la última cena que realizó Jesús con sus discípulos, según cuentan diferentes escritos y, cada Jueves Santo, la iglesia católica quiere que recordemos la experiencia del amor fraterno que Jesús quiso expresar en el gesto del lavatorio de los pies, que es expresión del amor hecho servicio.

Parece un buen día para reflexionar, y mi cerebro, desde primera hora de la mañana, lo ha sentido y ha comenzado con preguntas, un poco etéreas, ya que la respuesta a la pregunta que ha comenzado a hacer, con más insistencia, parece difícil de contestar.

La pregunta es: ¿Cuánto habré crecido a lo largo y ancho de mi vida?  Y este crecimiento no se refiere al cuerpo físico, ya que por lo que respecta al cuerpo estoy bastante crecidito. Se refiere a mi sabiduría. Ella es la que tiene que crecer.

La respuesta de cuanto he crecido no es tan clara como decir que dos más dos son cuatro. Es algo más complicado y, para tratar de acercarme a la respuesta, he partido de la idea del amor hecho servicio. Es decir, ¿hasta donde llega mi capacidad de servir?

Aunque antes de analizar la evolución de mi vida como servicio creo que sería bueno saber cual es mi punto de partida o, lo que es lo mismo, saber desde que nivel de sabiduría he comenzado la andadura de mi vida.

Tengo muy claro que todo es cuestión de creencias. Lo que yo creo es verdad para mí, así como lo que tú crees es verdad para ti. Y cada uno, tú y yo, nos vamos a mover por la vida en función de esas verdades que, por supuesto, no van a ser iguales, incluso, pueden ser opuestas, (aunque por eso no tenemos que pelearnos. Tenemos que respetarnos).

La misma sabiduría es, no solo, la aceptación de determinadas verdades, sino la actuación y el comportamiento, de manera coherente, en consonancia con dichas verdades. Es decir, pensar, hablar y actuar de manera congruente. O, lo que es lo mismo, se trata de actuar según lo que se habla y de hablar según lo que se piensa.

 Por lo tanto, pienso que, si analizo cada una de mis creencias, sobre la vida, sobre Dios, sobre la muerte, sobre el amor, sobre la Creación, entre otras, podré saber cuánto ha sido mi crecimiento.

Siempre me ha parecido que la vida y Dios son dos conceptos que parecen estar muy unidos. Lo pensaba en mi adolescencia y, lo sigo pensando ahora: “Si somos hijos de Dios y estamos en la vida, seguro que algo tiene que ver Dios con nuestra vida”. Hoy creo que son indisolubles.  

La pregunta que siempre me he hecho es si he nacido para hacer algo concreto, si tengo o, mejor, si cada uno de los seres humanos, tenemos una misión determinada que realizar en la vida. La respuesta a esta pregunta ha sido muy cambiante. Demasiado cambiante. Tanto que no me ha ido danto tiempo para ir asimilando las distintas creencias que han ido apareciendo en relación a la vida.

La primera creencia sobre la vida fue, totalmente, material, porque espiritualidad me enseñaron poca. Todo lo que hicieron mis enseñantes, sobre todo en el colegio, que era muy católico, con una gran influencia religiosa, fue aterrorizarme. Y huyendo de ese terror me volqué en la vida física. Entonces creía que, si no pensaba en una cosa, para mí no existía. Y aunque no sabía muy bien de donde procedía ese pensamiento, resulta que es coincidente con mi creencia actual sobre la vida: Yo puedo crear mi propia realidad.

Pero mejor sigo la secuencia, sin adelantar acontecimientos. Nací en una cuna católica, y eso marca mucho. Me enseñaron que Dios, es nuestro Padre que está en los cielos, que nos ama mucho, gracias a lo cual perdona nuestros pecados, si nos arrepentimos de ellos, pero que si morimos en pecado íbamos de cabeza al infierno. Teniendo en cuenta lo que contaban, entonces, del infierno, pensaba que “mucho amor no parecía tenernos nuestro Creador, cuando nos enviaba al fuego eterno, porque ¿qué padre, por mucho malo que hayas hecho, te castiga de manera tan terrible?

Para alejarme de tanto terror me olvidé del Dios que me estaban enseñando y me creé un Dios a mi conveniencia, pero eso hizo que se acabara mi religiosidad, antes de empezar, y comenzara a practicar una espiritualidad creada a la conveniencia de mis creencias.

Tengo que dejarlo aquí. Es muy tarde. Mañana sigo. 

martes, 7 de noviembre de 2017

Saber y creer




Para llevar y recoger a mi hijo del colegio tengo que pasar, (bueno, hay otros caminos, pero no son tan agradables), por un parque que hay en San Isidro, que es un distrito de Lima, que se denomina “El bosque del Olivar”, que cuenta con 1.600 olivos, algunos con 400 años de antigüedad.

Cada vez que paso por “El Olivar”, que pueden ser cuatro veces al día, sobre todo cuando voy solo, me da la sensación de que bajo algún olivo centenario me voy a encontrar con Jesús, apoyado en el retorcido tronco del árbol, hablando a sus discípulos.

Y, a veces, es tal la sensación, que trato de agudizar el oído para escuchar sus palabras. Incluso, algunos días, creo sentir Su palabra. Hoy ha sido uno de esos días.

Hoy el niño, (tiene cinco años), que no calle ni debajo de agua, tenía un día sorprendentemente callado, con lo que los dos caminábamos de la mano en silencio, enfrascados cada uno en sus propios pensamientos. Supongo que los suyos girarían en torno a “Scrat”, la ardilla de la película “La era de hielo”, porque desde el fin de semana anterior, que vio una de las películas de la saga, y desde que tiene una “Scrat” de peluche, es su tema favorito.

Mis pensamientos eran otros. Estaba dándole vueltas a mis propias miserias, pensando: “no estoy preparado”, “no tengo suficiente información” para enseñar a nadie. La verdad es que últimamente es un pensamiento recurrente.

Supongo que los Maestros, al otro lado de la vida, deben estar un poco aburridos de mis monotemáticos lamentos y decidieron darme la respuesta en forma de regalo, permitiendo que escuchara la plática con la que en ese momento el Maestro instruía a sus discípulos bajo el olivo más antiguo del parque.

Y esto fue lo que me permitieron escuchar:

“Ya lo sabéis todo”, pero más importante que saber es creer. Tenéis que creer en vosotros, porque si no creéis en vosotros mismos, no podréis ayudar a otros. Por más que estudiéis, por más que escuchéis, si no creéis en vosotros, no desarrollareis nada.

Ni siquiera es importante si os equivocaos o no. Lo importante es que creáis en vosotros. ¿Has oído Pedro?, tienes que creer en ti, porque vas a ayudar a personas mientras creas en ti mismo.

Las personas a quienes la gente cree, son las que hablan con seguridad de sí mismas. Y hablan con seguridad porque se lo creen.

Solamente podréis ayudar a la gente si creéis en lo que hacéis, si creéis en lo que decís.

No importa si más adelante cambiáis de opinión. Si cambiáis de creencia también lo comunicareis, contareis vuestra evolución de como habéis llegado a esa nueva creencia, mientras tanto confiar en lo que creéis hoy y transmitir lo que creéis hoy.

Estáis de sobra preparados para enseñar a los que se acerquen a vosotros. Los que necesiten saber otras cosas ya buscarán a los maestros en esas materias.

Como decía Marcos, (4:9): Si alguien tiene oídos para oír, que oiga.




martes, 7 de febrero de 2017

Creer o saber


PERLAS PARA EL ALMA




            El hombre necesita creer más que saber, y una vez asentadas sus creencias, puede morir por ellas. Y ni tan siquiera se le va a pasar por la cabeza de que solo es una creencia, tan inútil como la creencia del que cree lo contrario. 

sábado, 18 de junio de 2016

Creer no es saber

PERLAS PARA EL ALMA


La persona que cree en algo, no sabe, es influenciable y acepta que otros piensen por ella, aceptando lo que otros digan como alimento de su alma.


Hay que experimentar, ya que sino sólo queda la creencia, y la creencia es imitación.


domingo, 14 de septiembre de 2014

La vida del alma


“Cuando se alcanza el verdadero conocimiento, entonces la voluntad se hace sincera; cuando la voluntad es sincera, entonces se corrige el corazón. Cuando se corrige el corazón, entonces se cultiva la vida personal; cuando se cultiva la vida personal, entonces se regula la vida familiar; cuando se regula la vida familiar, entonces la vida nacional tiene orden; y cuando la vida nacional tiene orden, entonces hay paz en este mundo. Desde el emperador hasta los hombres comunes, todos deben considerar el cultivo de la vida personal como la raíz o fundamento”.
Confucio
            Nuestros progenitores y nuestros educadores se encargan de prepararnos para la vida física. Lo hacen con fe, con dedicación, con ilusión, llegando al éxito en muchísimas ocasiones, ya que consiguen que sus hijos y alumnos sean, al menos visto desde el exterior, según el dicho: “personas de provecho”. Han conseguido finalizar unos estudios, más o menos avanzados, en función de su valía y dedicación, tienen un trabajo, han conseguido formar una familia y llegan a tener una vida más o menos holgada. En resumen se podría calificar como una vida de éxito, dentro de la normalidad.
            Pero detrás de esta vida visible que parece una vida de éxito, existe otra vida, no tan visible, en la que se esconden otras condiciones, que hacen que la vida que hacia el exterior parece una vida normal y de éxito, sea un rotundo fracaso.
            Fracaso que puede ser por múltiples razones: Bien podría ser porque no utilizan el aprendizaje obtenido en los estudios, por no haber estudiado lo que realmente les atraía, sino que estudiaron lo que decidieron sus padres. Bien podría ser porque no consiguen estabilidad en sus trabajos, al trabajar en algo que no les atrae, ni poco ni mucho. Bien podría ser porque la pareja en la que habían volcado todas sus expectativas de felicidad, se desploma como muñeco de paja.
            ¿Cómo puede ser que personas, en teoría, preparadas para la vida, fracasen tan estrepitosamente?
            Si, están preparadas para la vida, pero ¿Para qué vida están preparadas?, ¿Para la vida del cuerpo o para la vida del alma? Pues están preparadas, perdón, mal preparadas para la vida del cuerpo, olvidándose completamente de la vida del alma.
 
            Nos preparan y preparamos a nuestros hijos para competir, para defender su espacio, para acumular, sin ser conscientes de que, casi nadie, por no decir nadie, con este aprendizaje, no está consiguiendo algo que parece básico, por ser justamente lo que busca todo el mundo: La felicidad.
            Casi todos tenemos claro que no solamente somos un cuerpo, también somos un alma. Otra cosa sería si la enseñanza, que en la actualidad solamente está centrada en las, llamemos necesidades del cuerpo, incluyera también las necesidades del alma. Y las necesidades del alma no son otras que el aprendizaje y la consecución de los valores. Los valores, que son las cualidades o las aptitudes de las personas, son la guía de conducta de las personas. Algunos de esos valores son: Amor, espiritualidad, libertad, respeto, tolerancia, responsabilidad, justicia, solidaridad, humildad, honestidad, amistad, perdón, bondad, moderación, gratitud.
            ¿En qué escuela o universidad se enseñan esos valores? Podemos estar completamente seguros de que si a la enseñanza actual, se le añadiera la enseñanza de los valores, el resultado sería completamente diferente, ya que las personas no sólo tendrían éxito en la vida de la materia, sino que además estarían alimentando a su alma, que a la postre es la única finalidad del viaje a la materia: el aprendizaje del alma, y centrándolo aún más, el aprendizaje del amor.
            Sin embargo, como esas enseñanzas no se dan en ninguna escuela especializada, no nos queda más remedio a todos los adultos que enseñar los valores a nuestros hijos, sobrinos, nietos y educandos. Y recordar que el ejemplo es el mejor método de aprendizaje. Si quieres que tu hijo aprenda a amar, ama tú; si quieres que sea tolerante, tolera; si quieres que sea honesto, lleva tú la bandera de la honestidad; si quieres que sea humilde no le trates con orgullo; si quieres que respete, respétale a él; y así con todos y cada uno de los valores. 
 

sábado, 16 de agosto de 2014

Abre la puerta a Dios


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (15 de Agosto de 2014)     
   

 
Dios siempre está dispuesto a mostrarnos los caminos. Somos nosotros y nuestros prejuicios los que cerramos la puerta a Su Eterna Sabiduría.

viernes, 27 de junio de 2014

El camino siempre es el Amor


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (27 de Junio de 2014)        



Tres hombres se encuentran en el campo y se preguntan: “¿Qué estás buscando?”.
El primer hombre dice: “Yo busco Sabiduría”, para tener acceso a los grandes mensajes de los Maestros.
El segundo hombre dice: “Yo busco la Verdad”, para que nadie obstaculice mi camino con mentiras o con trucos.
Y el tercer hombre dice: “Yo busco el Amor”.
Los dos hombres le miran y entre burlas le preguntan: ¿Por qué? Porque si encuentro el Amor solo las cosas sublimes vendrán a mi camino, por lo tanto mi camino será más corto, y al llegar, y al estar en frecuencia con el Amor, tendré acceso a las más grandes enseñanzas de los Maestros.
No importa donde vayamos, el camino siempre es el Amor.

jueves, 24 de abril de 2014

Sabiduría Divina


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (23 de Abril de 2014)

 
La Sabiduría Divina está en cada persona, en cada ser vivo, en cada circunstancia de nuestra vida.
Cada instante de nuestra vida contiene una lección, algo que nos quiere enseñar, y nosotros debemos estar dispuestos a entenderlo y prestos a hacer lo que nos quiere enseñar.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Si, soy un hijo de Dios, ¿Y qué?


            Ya sabemos que somos el alma, ya sabemos que somos seres divinos, ya sabemos que somos a imagen y semejanza de Dios: es normal, somos Sus hijos, ya sabemos que todos nuestros sufrimientos tienen un principio único: nuestro pensamiento, ya conocemos la ley de la atracción, por la que somos conscientes de que atraemos aquello que permanece en nuestra mente: enfermedad, pobreza, dolor, sufrimiento, alegría, salud, etc.; ya sabemos que somos inmortales, ya sabemos que la vida es una escuela a la que asistimos para aprender, para crecer, para evolucionar, para aprender a amar; ya conocemos la ley del karma: sencillamente recibimos aquello que damos; ya sabemos que la alegría, la paz, la felicidad, y el mismo Dios se encuentran buscando en nuestro interior; ya sabemos que es dando como recibimos, ya sabemos que el apego y el deseo son el principio del sufrimiento, ya sabemos que todos somos hermanos, ya conocemos los beneficios de la oración, de la meditación y del silencio; ya sabemos que el amor, el perdón y la bendición son las energías más poderosas del Universo, ya sabemos que somos lo que pensamos, porque la energía siempre sigue al pensamiento; y seguramente sabemos muchas cosas más de las que ahora no recuerdo.
            ¿Y qué?
            ¿De qué nos vale tener todo ese conocimiento?, ¿Acaso somos felices?, ¿Vivimos alegres y en paz?, ¿Sentimos a Dios en nosotros?, ¿Nuestra prioridad es servir a nuestros hermanos?, ¿Amamos a todo y a todos por igual?, ¿Amamos, cuidamos y respetamos el Planeta?, ¿Amamos, cuidamos y respetamos nuestro cuerpo?, ¿Hemos dejado de lado el juicio, la crítica, el egoísmo, el orgullo, la impaciencia, el miedo, el estrés?, ¿Actuamos a sabiendas de que todo está bien, de que todo es correcto, de que todo es como debe ser?, ¿Hemos olvidado las mentiras o las medias verdades?, ¿Hemos incorporado la meditación y la oración a nuestra vida?, ¿Ya trabajamos para controlar el pensamiento?
¿Verdad que no?
Todo ese conocimiento no deja de ser algo mental, no integrado en nosotros, y que para lo único que nos sirve es para hablar sobre ello, a veces, solo para deslumbrar a nuestro interlocutor. Aunque también es cierto, esto es lo bueno, que nos puede servir como acicate para conseguirlo.
Si todo esto nos lo enseñaran de pequeñitos con el mismo empeño que ponen los educadores para enseñarnos, por ejemplo, la tabla de multiplicar, arraigaría en nosotros y viviríamos desde ese conocimiento. Pero no es así. Lo aprendemos solos, de mayores, y la integración es una tarea harto difícil.  
La dificultad en la integración estriba en que hemos de mantener la atención y la concentración en nosotros, en nuestros pensamientos, en nuestras emociones, en nuestros sentimientos, y en la sociedad de hoy, en la que todo está diseñado para la distracción necesitamos para comenzar el trabajo de una cualidad añadida: la voluntad. No olvidemos que la voluntad es la facultad de decidir y ordenar la propia conducta.
Una buena manera de empezar a trabajar para la integración de todo el conocimiento en nosotros, sería intentar mantener a Dios en nuestro pensamiento, no como en la actualidad, que sólo nos acordamos de Él cuando aparece algún problema en nuestra vida, sino haciendo lo contrario: dándole gracias de manera permanente por despertar, gracias por el sol que asoma por la ventana o por la lluvia que moja la calle, gracias por la salud o por la enseñanza que conlleva la enfermedad, gracias, en suma por la vida. Y así, poco a poco iremos desterrando de nuestra mente los pensamientos que nos atan al miedo, al dolor, a la incertidumbre, al deseo, al sufrimiento, a la tristeza, para revertirlos en amor, en alegría, en paz, porque estos son, junto a otros muchos, atributos de la Gracia Divina con la que queremos comenzar a convivir.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Mensaje para la Tierra (2)


………. Continuación.
Educar con el ejemplo no es una manera de educar,
es la única.
Albert Einstein
            El mejor método para que un aprendizaje sea real y efectivo es el ejemplo. Sin embargo, el ejemplo es válido para enseñar en el entorno próximo: Los esposos entre sí, los padres con sus hijos, los amigos entre ellos, el jefe con sus empleados, y estos con su jefe, los vecinos en su comunidad, en los medios de transporte, etc., etc. Todos nos relacionamos cada día con un buen número de personas. ¿Te has preguntado alguna vez cuál es tu influencia en cuantos te rodean? Es mucha, porque la debilidad del carácter en la inmensa mayoría de las personas, hace que estas sean muy influenciables, y las palabras y las acciones de los otros, se incrustan en la conciencia, en forma de envidia, en forma de deseo, en forma de ira contenida, en forma de rabia, en forma de admiración, e incluso de adoración.
La mayoría de los seres humanos tienen hambre de conocimiento y una imperiosa necesidad de ser guiados, y no somos conscientes de que todos somos guías, todos somos maestros. Cada uno en su nivel, porque son necesarios maestros de primaria, de secundaria y profesores universidad. Le toca a cada uno desempañar su papel, en unos momentos de enseñante, y en otros de aprendiz. Hay que dejar que brille la propia luz, para que sirva de faro a los que transitan por el mismo camino, y seguir a la vez la luz de los que han pasado delante de nosotros.
Queremos aprovechar este foro, para tocar en las conciencias de todos los que os asoméis a este ventanal y recordaros que sois espejo para todos los que os rodean, sobre todo vuestros hijos y nietos, vuestra pareja, vuestros amigos. Mantenerlo limpio para que el reflejo sea intenso, y no necesitéis de la palabra cuando ejerzáis de maestros. Con vuestro ejemplo será suficiente.
Recordar que somos energía, y que la energía del pensamiento llega de inmediato, mucho antes que la acción o la palabra. Todos reaccionamos, aunque sea de manera inconsciente, a la energía recibida. No puedes decir blanco con la boca, mientras estás pensando negro. La respuesta no será para el blanco, será para el negro. Pero si eres consecuente y dices y haces  blanco mientras piensas blanco, el aprendizaje será rápido y eficaz.
            Pero si queremos llegar a más personas, a esas que no se encuentran necesariamente en nuestro entorno, es necesaria la palabra, ya sea hablada o escrita.
            Sin embargo, para que la palabra llegue al lugar adecuado y necesario para que surja su efecto, el camino por el que debe transitar, ha de estar preparado. Para entenderlo nos vale la parábola del sembrador, que según el evangelio de San Marcos es como sigue: Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando Él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: “He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga”.
            La palabra tiene que llegar a un terreno previamente abonado, si no es así, pasa algo que todos conocemos: Cuando se lee o se escucha alguna cosa que impresiona o que sencillamente agrada a la persona, son muchas las personas que deciden llevar a la práctica eso que les ha parecido interesante, para conseguir algo que no tienen en su vida, y que, sin embargo, desean. Pero todo queda en un intento inútil, ya que su decisión es tan débil como una burbuja de aire. La palabra ha llegado, pero la persona no estaba preparada para llevarla a la práctica, básicamente, por su escasa voluntad.
            Pero, no por eso, se ha de dejar de hablar o de escribir. Hay que seguir haciéndolo, y como dice la parábola: “El que tenga oídos para oír, que oiga”, y añadiría: “El que tenga voluntad para hacer, que haga”.
            Para enseñar de nuevo como se hacen las cosas me dijeron que les gusta comenzar por el final, como una especie de atajo, y de la misma manera que los Diez Mandamientos de la Ley de Dios se resumen en dos, sus conceptos se resumen en uno: AMAR. Si se consigue entender el AMOR, (lo cual ya es un poco difícil), y se llega a sentirlo y a manifestarlo, el camino estará concluido para el ser que lo consigue, y ya no tendrá necesidad de una nueva vida. Todo estará aprendido.
¿Cómo es ese AMOR que proclaman? Es algo parecido al amor que siente una madre por su hijo en los primeros meses de vida. El amor que siente una madre por su bebé, en los primeros meses de vida, es distinto al de la misma madre por el mismo hijo en etapas más avanzadas de la vida. En los primeros compases de la vida, en el amor no hay deseo, se da todo, absolutamente todo a cambio de nada, porque no se espera nada del hijo, con que crezca sano y feliz, la mama ya tiene suficiente. El auténtico AMOR sólo desea la felicidad de la persona amada.
  Pues bien, se ha de sentir ese AMOR, por todos los seres que han sido, son y serán en el planeta. Este es el atajo, ya que llegar a sentir ese AMOR, hace innecesario trabajar para eliminar defectos, porque el AMOR los disuelve con su fuerza, de la misma manera que se hace innecesario trabajar virtudes, porque el AMOR las contiene todas.
Continuará………………..

sábado, 15 de diciembre de 2012

La Era de Acuario (I)


          La primera vez que escuché hablar, hace ya algunos años, sobre la Era de Acuario, no entendí nada. Aunque la falta de entendimiento, no era otra cosa que ignorancia. En mi ignorancia, llegué a creer que el eje de la Tierra se desplazaba, de tal manera, que lo que hoy es el Polo Norte, llegaría en su movimiento a colocarse en lo que es el ecuador, y siguiendo su recorrido se convertiría en el Polo Sur. Lógicamente pensaba que eso sería una hecatombe, que sería, sin lugar a dudas, la destrucción de la civilización actual. Y aun, cabalgando en mi ignorancia, trataba de encontrar una razón con un poco de lógica: ¿Sería producto del maltrato con el que la humanidad trata a la Tierra?, o ya, fuera de toda lógica, ¿Sería un castigo divino?
            ¡Que inocente es la ignorancia!, aunque por fin tuve un poco de lucidez, y decidí buscar información. En libros de astronomía, encontré toda la información que necesitaba y más. Resulta que la Tierra no tiene únicamente dos movimientos, sino que son tres: La conocida rotación sobre sí misma, de 24 horas de duración, que da lugar al día y a la noche. La órbita alrededor del Sol, con una duración de 365 días. Y un tercer movimiento que es el cambio de orientación del eje de la Tierra, algo parecido al giro de una peonza, con una duración de 27.000 años.
            Esto ya tenía lógica, pero a lo que no le encontraba lógica, y sigo sin encontrarla, es tratar de asegurar que el cambio de Era se producía en una fecha determinada. Científicos, místicos, intelectuales, eruditos, y el calendario maya, daban fechas dispares sobre el cambio de Era; fechas que van desde 1915 hasta 2340.
            Lo que sí es claro, es que si el paso de la noche al día no ocurre en un instante, sino que va clareando paulatinamente; y lo mismo ocurre en el cambio de estaciones, ¿Cómo un cambio de eje, en el que de una Era a otra han de transcurrir más de 2000 años, va a darse en un día determinado?, es imposible, la transición entre una Era y otra ha de ocurrir en años, muchos años; por lo que establecer una fecha concreta como el 21 de Diciembre del año 2012, más bien parece una majadería. Aunque se puede aceptar como fecha simbólica, de la misma manera que aceptamos el 24 de Diciembre de cada año como el día del nacimiento de Jesús.
            Está bien que se reúnan grupos para meditar y realizar ofrendas a la Tierra, la energía que se mueve en una meditación grupal, se incrementa de manera exponencial. Pero reunirse porque ese día cambia la Era, para evitar ¿desastres?, parece un poco de locos.
            He tratado de resumir a continuación la información que fui consiguiendo para tratar de disminuir un poco mi ignorancia.
En astronomía, existe un cambio lento y gradual de la orientación del eje de rotación de la Tierra. A este fenómeno se denomina precesión de los equinoccios. Este eje, conocido como Eje Polar o Eje del Mundo, se desplaza en el espacio, describiendo un cono y recorriendo una circunferencia completa cada 26.000 años aproximadamente. Este periodo es conocido como año platónico o año sideral.
El movimiento de precesión ocurre por dos factores:
a) La figura de la Tierra: La forma de la Tierra no es totalmente esférica, sino más bien un esferoide de revolución, conocido con el nombre de geoide. De esta manera, las masas hacia el Ecuador del planeta son mayores que hacia los Polos.
b) Las fuerzas combinadas de atracción gravitatoria del Sol y la Luna, atentan contra la estabilidad del eje polar terrestre.
            Si no existiera el achatamiento y la Tierra fuese esférica, la atracción del Sol no produciría un momento de fuerza sobre la Tierra y no habría modificación en la dirección del eje terrestre.
            En su movimiento, el eje de la Tierra se va orientando hacia determinadas constelaciones, es decir, que va recorriendo el eje por lo que conocemos como los signos del Zodiaco. Considerando que son 26.000 años el tiempo que tarda el eje en recorrer una circunferencia completa, si lo dividimos por las 12 constelaciones zodiacales, tenemos que en cada constelación, el eje permanece aproximadamente 2.100 años. A ese tiempo se le denomina Era.
            Con anterioridad a nuestra famosa Era de Acuario podemos mencionar:
-          Era de Libra, entre los años 14.000 y 12.000 antes de Cristo.
-          Era de Virgo, entre los años 12.000 y 10.000 antes de Cristo.
-          Era de Leo, entre los años 10.000 y 8.000 antes de Cristo.
-          Era de Cáncer, entre los años 8.000 y 6.000 antes de Cristo.
-          Era de Géminis, entre los años 6.000 y 4.000 antes de Cristo.
-          Era de Tauro, entre los años 4.000 y 2.000 antes de Cristo.
-          Era de Aries, entre los años 2.000 y el nacimiento de Cristo.
-          Era de Piscis, entre el nacimiento de Cristo y los años 2.000.
-          Era de Acuario, entre los años 2.000 y 4.000 después de Cristo.
Cada era se ha desarrollado con las características típicas de cada signo.
Si bien no existe registro histórico, es de suponer que en la Era de Libra puede haber existido una humanidad con conciencia de la belleza, justicia, armonía y ecuanimidad. Un total refinamiento. Aunque la historia no lo recuerda, esto si ha quedado registrado a nivel etérico en los denominados Registros Akhásicos y en el cuerpo de la humanidad como la memoria de la Raza. Libra es el Signo del Centro, refleja la justicia, la verdad y el amor.
En la Era de Virgo, existieron la Atlántida y Lemuria. Fue un período de perfeccionamiento tecnológico. Virgo es un signo de tierra, pragmático, eficiente, perfeccionista. Pero la polarización en esta cualidad implicó la separación del aspecto  espiritual. Desde un punto de vista energético, Virgo está preso dentro de las formas. Para salir de allí debe transformarse en otra cosa. Y de hecho para convertirse en otra cosa, esa forma debe morir. Esta fue la experiencia de la humanidad que en este período llegó a la autodestrucción, por lo que parece que se tuvo que comenzar nuevamente desde el principio, desde una nueva prehistoria.
La Era de Leo, fue la época del hombre primitivo. Leo es el estadio energético del niño que con dos o tres años se está descubriendo. Está explorando sus posibilidades, su identidad. Conociendo el nuevo mundo más allá de su madre y lo inmediato. Comienza a desarrollar su fuerza y su voluntad. La humanidad de esta época fue egocéntrica e infantil. Período nómada en el que sobrevivir era el único objetivo. Desconectado del sentido de Humanidad, propio de su polaridad acuariana, lentamente fue despertando hacia Cáncer.
En la Era de Cáncer, se dieron los primeros asentamientos sedentarios. Cáncer proporcionó el sentido de familia, clan, protección. Aparecen los primeros pueblos y núcleos con identificación grupal. Faltó en cambio la conciencia social y sentido de propósito ulterior, ambición y responsabilidad humanitaria, propio de capricornio, su polaridad.
En la Era de Géminis, se dio el máximo desarrollo de grandes conocimientos arquitectónicos, astrológicos y culturales en general que surgen en Mesopotamia, Egipto y Oriente. Géminis es la comunicación y también el conocimiento de “la otra parte”, de las sombras.
La Era de Tauro, o el Amor por la madre Tierra. Tauro conoce las formas dentro de la materia. Su lugar es la Tierra, la ama, la disfruta, la posee. Conoce sus misterios y sus recursos y le rinde honor. Pero falta la profundidad, compromiso, pasión y búsqueda de la verdad.
Aries, es un signo regido por el fuego. Esta casa zodiacal abre la puerta de la comunicación de las fuerzas cósmicas que, una vez liberadas, fluyen con todo su poder vivificante hacia el hombre. Es a través de Aries que el mandato divino entra en el hombre. Sin embargo, el ser humano que prosperó en aquella época aún no estaba consciente de esta gran potencialidad. Por ello, los hijos e hijas de la Era de Aries fueron grandes hombres y mujeres de acción, más dotados para la lanza y la hazaña que para la meditación y la plegaria.
La energía simbolizada en Aries resulta esencial en toda empresa que se inicia, porque aporta a ella su inquebrantable entusiasmo, su confianza en el resultado final, su formidable voluntad de triunfo. Aries fue la Era de la Acción Heroica, donde se construyeron algunos de los más grandes imperios guerreros de la historia, como los de Alejandro Magno, de Rómulo y Remo y de Darío en Persia.
Capitulo 1 (1ª parte) del libro "Vivir desde el corazón es más facil".

martes, 23 de octubre de 2012

Verdades que conoce el alma y desconoce la mente (....y 3)


(………………Continuación)
13)  El ser humano es libre.
Somos libres de realizar aquello que nos plazca, pero pera hacer un uso adecuado de nuestra libertad, hemos de tener en cuenta que somos hijos de Dios, y que como seres divinos somos eternamente inmortales.
Ser libre significa permanecer en la brillante luz del alma. Si somos capaces de integrar esa verdad, esa será nuestra percepción, y nuestra elección será no temer a nada, amar a todo y comportarnos con  todos los que comparten nuestra vida, de la misma manera que queremos que ellos se comporten con nosotros.
Ejercer nuestro derecho a nuestra libertad, es liberarnos del control de la personalidad.
14) La serenidad es nuestra identidad.
Serenidad significa calma profunda, desprovista de cualquier desequilibrio emocional. Es una cualidad del alma y la persona serena se caracteriza porque su mente está enfocada firmemente en la luz.
Vivimos en la superficie de la vida, zarandeados por los vaivenes que la vida nos va presentando, siempre en un estado de permanente ebullición, siempre esperando algo magnifico que nunca termina de llegar.
Vivir en la serenidad es vivir desde el alma, y cuando nos acercamos al alma, la serenidad comienza a morar en nosotros.
15) La paciencia ya habita en nosotros.
La impaciencia es una de las características de nuestra personalidad, y eso pasa porque no hemos integrado nuestra inmortalidad, y creemos que el tiempo se acaba, para la causa que sea. Sin embargo, el alma, que se sabe inmortal, no tiene prisa para nada.
Todo llega, cuando es su momento.
Es posible alcanzar ese estado donde nada de lo que ocurre altera la calma interna y nos conduce a la impaciencia, cuando la conciencia está centrada en el alma, que es la paz misma, es ahí donde se conoce y se siente el aplomo y el equilibrio, que abre la puerta de la paciencia.
16) La Responsabilidad es inherente al ser humano.
La irresponsabilidad, la falta de respeto, el incumplimiento de la palabra dada, es una prueba inequívoca de vida en el ego, completamente despegados del alma. Es la manifestación de un carácter débil, apegado a la materia, con un desconocimiento total de la divinidad del ser humano.
La responsabilidad, como todas las verdades mencionadas con anterioridad es una cualidad inherente en nosotros. Sólo hay que conectar con nuestro interior para encontrarla nada más traspasar el umbral.
17) La Sabiduría es nuestro derecho de nacimiento
¿Qué hemos de aprender que no sepan los hijos de Dios? Nada.
La Sabiduría está inherente en nuestro desarrollo, en nuestro progreso como seres divinos. La Sabiduría se refiere a la esencia de las cosas y no a las cosas mismas, es la captación intuitiva de la verdad, independiente de la facultad razonadora; la innata percepción, capaz de diferenciar lo falso de lo verdadero, lo real de lo irreal.