El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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jueves, 29 de septiembre de 2022

Aprender a vivir

          

        Toda la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, es una acumulación de experiencias y una incesante recepción de lecciones. Esto sucede desde nuestra individualización como almas y, en cada vida, desde la experiencia del primer nacimiento, hasta la última muerte en nuestra última vida terrena, se van sucediendo situaciones, que llevan implícito el aprendizaje, que hemos decidido tener en esa vida en concreto y en ese determinado momento. Y excepto, posiblemente, en la segunda mitad de nuestra última vida, ese aprendizaje se realiza normalmente de manera totalmente inconsciente y en un gran porcentaje de ocasiones, con sufrimiento.

          Somos inconscientes del aprendizaje que conlleva cada situación y cada experiencia, pero sí que somos conscientes de la experiencia, es decir: Imagina que reaccionas siempre con rabia ante una determinada situación que se produce con un compañero de trabajo. La inconsciencia está en que no sabemos que esa situación lleva implícito un aprendizaje y, mucho menos, cuál es el aprendizaje, pero si somos conscientes de la rabia que nos genera esa situación, y de nuestra actuación para con el compañero de trabajo debido a esa rabia.

          Esa actuación que tenemos debida a la rabia, no sucede gratis, lleva implícito un efecto. La relación entre la causa, (la rabia), y el efecto, (la actuación), se denomina karma.

          Cualquier causa, sea de pensamiento, de palabra o de acción, genera un efecto, genera karma. Y lo mismo da que esa causa sea un buen o un mal pensamiento, una buena o una mala palabra, una buena o una mala acción. En todos los casos genera un efecto, es decir, genera karma.

Un karma producido por un mal pensamiento una mala palabra o una mala acción genera un débito por parte del emisor del pensamiento, palabra o acción, hacia el receptor. Y un karma producido por un buen pensamiento, una buena palabra o una buena acción, genera un débito del receptor hacia el emisor. En el primer caso, se ha de pagar, en el segundo, se ha de recibir.

Más allá de nuestra mente no existe distinción entre el karma producido por una acción, ya sea buena o sea mala. Los dos tipos de karma van a tener el mismo resultado, van a hacer que la persona tenga que encarnar nuevamente para pagar o cobrar la deuda. Ante esto cabría preguntarse, ¿Cuándo se acaba esta rueda?, porque siempre se están realizando acciones.

La rueda, el karma se acaba cuando todo se realiza sin deseo. Está claro, que según se va evolucionando se van realizando cada vez menos malas acciones y más buenas acciones. En el momento en que todo sean buenas acciones y se hagan de manera desinteresada, se acaba el karma, se acaba el ciclo de reencarnaciones, se entra en una nueva dimensión sin cuerpo.

Mientras todo esto sucede, se está produciendo el aprendizaje y, es difícil poder concretar cuáles son las claves que indican cuando se ha aprendido la lección. Pero sí que hay ciertos indicios. ¿Eres consciente que hay situaciones en tu vida que se repiten y se repiten, una y otra y otra vez? Esa es una evidencia concreta de que hay una lección para aprender y que no la estás aprendiendo, y se va a seguir repitiendo hasta que hayas aprendido la enseñanza contenida en esa experiencia.

De cualquier forma, cuando se planificó nuestra vida, se planificaron también las ayudas. Y en esas ayudas están los mensajes, está la sincronicidad. Recuerda, que cada acontecimiento, que cada palabra, que cada mirada, que cada pájaro y cada soplo de viento, nos está hablando de los pasos que hemos de seguir en la experiencia, para vivirla al cien por cien, para extraer la enseñanza, y para plantarnos ante la próxima situación, energéticamente reforzados, por la energía que suministra el alma satisfecha por el aprendizaje.

Sólo hay que ser conscientes de las señales. Para ser consciente de las señales y de los mensajes, se ha de estar atento, se ha de tener la mente lo más calmada posible, sin esperar las señales, sin juzgarlas, sin tratar de entenderlas, solamente dejándose llevar.

Sólo así se puede ser consciente del sufrimiento que puedan generar las experiencias, para de forma inmediata poner los medios que ayuden a la liberación del posible sufrimiento, sin quedar enganchados a él, aprovechando para el alma esa nueva experiencia y ese nuevo aprendizaje.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Sincronicidad


Estaba escribiendo una continuación a la entrada anterior “Conocer el futuro”,  que se estaba decantando por la Sincronicidad, y llegaron a mi varios escritos sobre el mismo tema. Como eran total y absolutamente coincidentes con lo que yo estaba escribiendo, y me parecían mucho mejor explicados de lo que yo podría hacerlo, decidí transcribirlos, con ligeros retoques. No puedo decir de quien son, porque no lo sé. Llegaron a mí sin el nombre del autor.
Sincronicidad es un término originariamente acuñado por Jung que se refiere a la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo que no se puede explicar, pero que tiene sentido para el observador, es decir, son ese tipo de eventos en nuestra vida que solemos achacar a la casualidad, a la suerte, o a la magia.
¿Has experimentado alguna vez el placer de encontrar a la persona exacta que necesitabas aparecida de la nada?, o ¿Recibiste la llamada de alguien, de la que apenas unas horas antes te habías acordado sin motivo aparente?, o ¿Ese libro que encontraste al azar y que responde a la duda que te tenía bloqueado? La sincronicidad  representa en el plano físico la idea o la solución que mora en nuestra mente de la manera más fácil y sin apenas esfuerzo. Se trata de vivir el mayor tiempo posible en ese “fluir” que hace que la vida parezca una aventura permanente, un viaje de descubrimiento constante sobre uno mismo, sobre los demás y el universo. Decir sincronicidad es lo mismo que decir magia.
Hay unas condiciones óptimas para que se manifiesta la sincronicidad: Un estado mental propicio para que pueda producirse, y ese estado mental es coincidente con momentos personales intensos que nos obligan a estar muy pendientes de las señales del exterior. Son los momentos en que buscamos ayuda por intensas vivencias o crisis emocionales, por cambios bruscos, por viajes, por momentos de peligro, por la muerte de seres queridos.
Son esos momentos en los que nos olvidamos de la seguridad, de lo conocido, del plan establecido, de lo que se supone que debemos hacer. Son esas causas que nos sumergen en un estado de alerta y apertura perfectos para ser conscientes de esa nueva dimensión, llena de simbolismo para nuestra vida, que es la que al final nos da la clave, no sólo para la solución de nuestros problemas, sino para hallar nuevas maneras de vivir intensa y conscientemente.
La fe juega en esto un importante papel, la fe en uno mismo, en la fuerza creativa del universo que nos guía exactamente a dónde queremos llegar, la certeza de que si existe un miedo que nos bloquea, también hay un amor que nos motiva a experimentar más allá de lo conocido; pero hemos de elegir la aventura y no el hastío.
Somos lo que pensamos, y experimentaremos esa magia sólo si antes le damos la oportunidad, creyendo en ella e invitándola a jugar en nuestras vidas. Los momentos difíciles o especiales nos han puesto en ese estado de apertura y recepción. De nosotros depende que sigamos en esa actitud de aceptación de esa fuerza universal, que parece saber exactamente lo que necesitamos, y nos lo brinda generosamente.
No es ver para creer, sino creer para ver, pues es lo que hay en nuestra mente  lo que se atrae y, no sólo eso, sino que nosotros mismos nos vemos atraídos hacia lo que es análogo. Esa es la manera en que todo funciona en el Universo.
Las ideas poseen una vibración, que hace que atraigan lo análogo. Al atraer lo que se le asemeja, podemos leer en la materia lo que realmente pensamos sobre nosotros mismos y del Universo, y tomar decisiones sobre lo que deseamos ver, para convertirlo en realidad o no.

sábado, 18 de febrero de 2012

Meditación

La verdad en sí misma sólo puede ser alcanzada dentro de uno,
mediante la más profunda meditación y conciencia.
Buda.
La meditación es el fin del pensamiento, es mantener la mente absolutamente quieta, es vivir con total atención.
Recuerdo mis primeras meditaciones y las instrucciones que recibía. “Tienes que mantener la atención de manera constante”, “mantener la atención en ¿qué?, preguntaba yo”, “en tu respiración, por ejemplo, o en los latidos de tu corazón, o en los sonidos del exterior”, me dirigía el instructor, y seguía, “y si tu mente se distrae o se pone a cuestionar cualquier cosa, vuelve al punto de atención”. ¡Era realmente difícil!, creo que en un principio podía aguantar la atención en la respiración, no más de tres ó cuatro respiraciones, y cuando era consciente de que mi mente había ganado nuevamente la partida, después de no sé cuánto tiempo, ya que a veces podían haber pasado más de veinte minutos, volvía a mi respiración, y otra vez la mente, y otra vez volvía. Era una lucha sin cuartel. Y yo me preguntaba, ¿Esta lucha permanente con mi mente es meditación?
Más adelante, me enseñaron otro tipo de meditaciones, “meditaciones guiadas”: El instructor iba hablando, guiándonos por distintas partes de nuestro cuerpo, o haciendo que nuestra mente imaginara que estaba paseando por el Universo, o entrando en nuestro interior para visitar al niño que habita en nosotros, o viajando en una alfombra voladora, o montado a lomos de un águila. La mente, de vez en cuando, también se iba, pero me parecía más fácil mantenerla en el pensamiento que el instructor indicaba. Y yo me seguía preguntando: ¿Mantener a la mente en un pensamiento determinado será meditación, cuando la meditación es poner fin al pensamiento?
También me enseñaron a repetir palabras, (mantras), una y otra vez; aprendí otras meditaciones en las que era necesario un gran esfuerzo físico; otras en las que dirigía la energía por el interior de mi cuerpo; en fin, quise probar todo tipo de meditaciones, pero siempre terminaba preguntándome, ¿Esto será meditación?
Y si siempre terminaba preguntándome si era meditación, era porque si la meditación es el fin del pensamiento, como podía llamar meditación a algo que me obligaba a mantener un pensamiento en mi mente, ya fuera de dirección de la energía, de repetir mantras una y otra vez, o de cualquier otro tipo. Hoy tengo la respuesta: No son auténticas meditaciones, pero si son necesarias, más que necesarias son imprescindibles, ya son el primer paso, son el inicio, son el “a”, “e”, “i”, de la mente.
La verdadera meditación no puede ser buscada, la meditación llega, la meditación es una manera de vivir, la meditación es contemplar con atención la vida; por lo tanto cualquier intento consciente de meditación no es auténtica meditación. Pero si digo que son necesarias todas las técnicas de meditación, porque la mente necesita un entrenamiento. No se puede de la noche a la mañana intentar contemplar con atención y sin pensamientos como pasa la vida.
Las distintas técnicas tienen distintos objetivos: Los pensamientos son energía, por lo tanto, según sea el tipo de pensamiento que generamos con las distintas meditaciones conseguiremos: por un lado, no generar energías negativas provocadas por los pensamientos habituales, ya que meditando no se mantienen en la mente; y por otro lado, generar un tipo de energía especial, necesaria para el fin que persigamos con los distintos tipos de meditación. Meditar en un Ser Superior es permitir que su energía invada el campo del meditador, cuando se medita con un mantra la energía que llega es la energía del mantra, meditar con un mudra o con ciertos ejercicios físicos, hace que la energía discurra por distintas partes del cuerpo que habitualmente no reciben ese aporte de energía.
La verdadera meditación no necesita de instructores ni de técnicas. La auténtica meditación es vivir la vida con total atención. Vivir cada acontecimiento como novedoso, porque así es realmente, nada es igual, todo siempre es nuevo. Y además de vivir cada instante como algo nuevo y maravilloso, se ha de mantener esa novedad en la mente, es decir, no valen comparaciones con situaciones anteriores, ni calificar el acontecimiento como bueno, malo, hermoso o desagradable. El acontecimiento es, y punto. No se puede comparar, por ejemplo, una puesta de sol con otra, o darle ningún calificativo, ya que entonces se pierde la esencia de la puesta del sol, ya que la mente está pendiente de la calidad de la belleza, en vez de sencillamente contemplarla. Meditar sólo es contemplar, contemplar cómo te impregna la vida, contemplar su fluir. Un solo pensamiento del tipo que sea, hace que se difumine la meditación, hace que se pierda el sentido de la vida, hace que se pierda ese instante de vida en el que la mente está ocupada con el pensamiento.
No estoy diciendo que nos movamos con los vaivenes de la vida como si fuéramos una hoja movida por el viento, no, porque hemos de tomar nuestras decisiones y organizar los caminos a tomar. Para eso tenemos la mente, para organizar nuestra vida, para tomar nuestras decisiones, para solucionar los problemas que vayan surgiendo, pero no para darle vueltas a esas decisiones, a esa organización, a esos problemas. Una vez tomada la decisión, se ha de dejar descansar a la mente y permitir que llegue la meditación para observar a la vida, para contemplar con verdadera atención.
Una mente ocupada, es una mente que no vive nada más que sus propios pensamientos, no vive la vida, no vive la realidad, no vive la verdad.
Practica las meditaciones en las que te sientas más a gusto, pero recuerda que el objetivo no es conseguir detener los pensamientos en el momento en el que te encuentras sentado meditando, el objetivo es que toda tu vida sea meditación, es que tu mente observe en silencio, es que vivas la vida y no los pensamientos.
                ¿Qué sucede cuando se ha acostumbrado a la mente a estar a disposición del alma, serena y sin pensamientos? Es entonces, en esos momentos, en esos largos momentos en los que la mente se encuentra tranquila, cuando llega, por sí sola, la meditación, la auténtica meditación, sin buscarla; y a partir de ahí, con la meditación, llega la felicidad, la auténtica felicidad; se siente el Amor, el Amor Divino; se siente la unión con todo, la unión con todos, la unión con Dios.
                Este es nuestro único trabajo en esta vida, esa es nuestra única misión, ninguna otra. No es necesaria la búsqueda de ninguna misión, ya que a partir de ese momento, todo lo que sucede en la vida, se desarrolla como si estuviéramos sobre una alfombra voladora que nos lleva de un acontecimiento a otro, sin prisas, sin problemas, sin expectativas. Disfrutando del paseo por la vida, disfrutando de las sincronicidades, porque todo se desarrolla de manera fluida, sin los obstáculos generados por nuestros propios deseos, nuestros anhelos o nuestros miedos. Y las misiones que teníamos encomendadas, o nuestras deudas kármicas, se van a llevar a cabo y a cancelar, sin que tan siquiera seamos conscientes de ellas, porque en ese momento, todo estará bien, suceda lo que suceda.
                ¿Por qué todo estará bien, suceda lo que suceda?: ¿Qué es lo que nos ata al dolor, a cualquier dolor, incluido el de la pérdida de un ser querido, o que nos ata a la rabia, o a la incomprensión, o al miedo, o a las prisas? Solamente la mente y sus pensamientos. Cualquier acontecimiento sucede en un momento, pero al momento siguiente, ya no, ya vivimos otro acontecimiento. Si efectivamente la mente se encuentra tranquila, vivirá el acontecimiento que acaece realmente en el instante presente y no se habrá detenido en el acontecimiento anterior. Por lo tanto todo estará bien.
El siguiente paso es la desidentificación del cuerpo. Se acabó el miedo a la enfermedad, al dolor y a la muerte. Porque el conocimiento que le llega a la persona cuando esta le deja paso, hace que recuerde que no somos el cuerpo, que somos algo más, ese algo más que ahora, con la mente serena, se relaciona con todos los mundos, con una fuerza, con un poder y con una convicción desconocida mientras se daban vueltas y más vueltas a los mismos pensamientos día tras día.
Me he encontrado con personas, muy inteligentes e instruidas, que han rebatido este razonamiento por considerarlo simplista. Efectivamente, los asuntos del alma son simples, muy simples, y sólo hay una respuesta válida: “Inténtalo, y después juzga”, porque en este caso, no va a haber un científico que demuestre con fórmulas en un laboratorio la veracidad del razonamiento, para que luego, nosotros, cómodamente sentados en un sillón podamos leer las conclusiones del trabajo. No, el científico es uno mismo. Y todos los que han intentado el experimento han llegado a las mismas conclusiones, más pronto o más tarde, según su grado de dedicación: Una mente serena lleva directamente a la felicidad, a la alegría, a la paz y al amor. Una mente serena lleva directamente a Dios.
Si no has llegado ahí, no esperes llegar, ni leyendo esto ni leyendo nada. No te queda más remedio que entrar en el laboratorio de tu mente y comenzar el experimento. Los científicos que han obtenido sus propias conclusiones, sólo pueden ayudarte, y lo harán gustosos, pero el trabajo no te queda más remedio que desarrollarlo tú mismo. Empieza ya, entra en tu laboratorio, nunca es tarde. 
Una meditación sencilla
Sólo tienes que sentarte, cerrar los ojos, colocar la punta de la lengua en el paladar, dejar las manos apoyadas en los muslos con las palmas de las manos hacia arriba, y respirar, lenta y suavemente, por la nariz, con una respiración abdominal, permitiendo que con la exhalación vaya saliendo toda la tensión de tu cuerpo. Y empieza a repetir en silencio: “Yo Soy Luz, Yo Soy Amor, Yo Soy la Resurrección y la Vida, Yo Soy el Alma, Yo Soy ese Yo Soy”.
Puedes hacerla el tiempo que quieras, pero intenta que el mínimo sean once minutos.
Con ella vas a conseguir que se abra tu mente para que empieces a percibir pensamientos de frecuencia más elevada. Los pensamientos que te permites recibir en la actualidad son los que va marcando la sociedad, todos de baja frecuencia, y que son los que la sociedad impone sobre creencias de cualquier tipo: familia, amigos, sociedad, religión, normas morales; es decir, sólo te permites tener los pensamientos que son aceptados por los demás.
Pero con este tipo de pensamientos, mantienes encadenadas tus ilusiones, solo dejas volar las ilusiones que la sociedad permite; este tipo de pensamientos te impide conocer tu gloria y la gloria de Dios, te impide desarrollar tu poder y te impide alcanzar la felicidad plena, ya que nunca te aventurarás hacia lo desconocido, ni vas a contemplar la posibilidad de realidades más grandiosas, por miedo a que ellas signifiquen un cambio. Cambio que efectivamente ocurre, ya que hay mucho más que ver, mucho más que entender que lo que hay en ese mundo ordenado que nace, crece, envejece y muere bajo la dirección de la sociedad.
Con los pensamientos que te has permitido tener, ya has aprendido lo que es el miedo, lo que es la tristeza, lo que es la inseguridad, lo que es la avaricia, lo que son los celos, lo que es el odio, lo que es la enfermedad y lo que es la muerte. Y sobre todo ya sabes lo que es vivir alejado de la Fuente Divina.
Es momento de alcanzar todo lo contrario y sobre todo acercarte a tu esencia, permitiendo que entren en ti, otras frecuencias más elevadas y más sutiles de pensamiento. Lo vas a conseguir con esta meditación.
Con ella va a activarse la glándula pituitaria, con lo que tu cerebro va a estar mucho más despierto, es posible que incluso sientas un ligero dolor de cabeza, o que sientas mareo, si es así, deja la meditación, tendrás que ir acostumbrándote poco a poco.
A medida que empiezas a recibir frecuencias más altas, se transforman en una corriente eléctrica de alto poder, que se va repartiendo a cada célula de tu cuerpo a través del sistema nervioso central, causando como un estremecimiento o sensación de hormigueo. Sólo es que empieza a circular por tu cuerpo otra energía más sutil, haciendo que aumente la frecuencia vibratoria de cada célula. Cuantos más pensamientos elevados recibes, más vibra tu cuerpo, más luminoso se vuelve, más aumenta tu amor, tu compasión, tu misericordia, tu comprensión.
Puedes tener lo que quieras, ¿por qué te limitas?

lunes, 2 de mayo de 2011

Vivir la vida

            Es posible vivir sin tener permanentemente ocupada la mente en pensamientos que van y que vienen, en pensamientos que se repiten una y otra vez, en pensamientos circularen que le van dando vueltas a una determinada situación con ligeros retoques, en pensamientos que vuelven al pasado para hacer sentir culpable al pensador, en pensamientos que vuelan al futuro, imaginando situaciones irrealizables. Es posible vivir manteniendo a la mente desocupada de pensamientos, pero muy ocupada en su momento presente.
            El resultado de mantener la conciencia en el momento presente es espectacular y beneficioso en varios aspectos:
·          Vivir en el momento presente, es darse cuenta a cada momento de lo que está ofreciendo la vida, ya que se es consciente de cada aspecto, sin perderse ni un instante. La vida se va perdiendo en el momento en que se menosprecia su fluir por la acción de algún pensamiento, ya que no se puede ser consciente al cien por cien de una situación si en ese momento la mente, la conciencia, está ocupada, en un cierto porcentaje, en algún proceso de pensamiento. En este caso, que es la situación habitual en la mayoría de personas, se tiene la conciencia dividida, entre la situación y el pensamiento. Ni se vive al cien por cien, ni se piensa al cien por cien.
·         Acercarse a la felicidad, ya que cada situación generadora de sufrimiento, o de dolor, pasa en un instante, pero al instante siguiente esa situación ha concluido, y si no se mantiene el recuerdo, tampoco se mantiene el sufrimiento. Darle vueltas a una situación, volver una y otra vez al recuerdo del momento doloroso, es mantener el dolor inútilmente. La mente no distingue entre lo que está sucediendo realmente o lo que está pensando. Por eso la cita maravillosa “La felicidad está a un sólo pensamiento de distancia”.
·         Ser consciente de cada encuentro. Cada persona que aparece en nuestra vida, lo hace por alguna razón, trayendo bajo el brazo el libro con la lección que hemos de aprender en ese momento, o la lección que hemos de enseñar. No aprovechar ese momento, significa que estamos posponiendo el aprendizaje para otra ocasión. ¿No has sido consciente alguna vez de la cantidad de situaciones repetidas que se dan en tu vida? Eso sólo es debido a que la primera, o segunda, o tercera vez que se te presentó la ocasión de aprender una determinada lección no la aprovechaste, y al posponerla, la situación ha de volver a ti, hasta que la aprendas, ya que el curso de cada vida se compone de ciertos aprendizajes que obligatoriamente se han de asumir. Vivir las situaciones sin ser conscientes de ellas conlleva una repetición, y otra, y las que sean necesarias hasta que la conciencia asimile el aprendizaje que la situación lleva aparejado.
·         Empezar a traspasar el umbral de la cuarta dimensión. Vivir con la mente atenta a la vida, es vivir en la cuarta dimensión. La cuarta dimensión, no es un lugar, es un estado de conciencia. Y el estado de conciencia de atención permanente es vivir en esa dimensión. En ella, nada es vital, pero todo es importante. Todo está bien en la cuarta dimensión, todo lo que sucede tiene una razón, y somos conscientes de esa razón. Hasta la conciencia del paso del tiempo varía en la cuarta dimensión, ya que en ella el tiempo no pasa de manera lineal, sino que se sucede en forma espiral, con lo que el trabajo que se hace en un determinado tiempo en nuestra tercera dimensión, se hace en muchísimo menos tiempo en la cuarta. Parece difícil de entender, pero seguro que lo has experimentado: ¿No te ha sucedido nunca que has realizado una tarea totalmente absorto en ella, y cuando al finalizar miras el reloj compruebas que ha pasado mucho menos tiempo del que en un principio parecía? Cada vez que eso ocurre, vives en la cuarta dimensión.
·         Vivir conscientemente las sincronicidades, dándote cuenta de la grandeza de la vida. Cuando haces lo que tienes que hacer y eres consciente de ello, es como si el Universo pusiera bajo tus pies una alfombra que te va llevando de manera rápida y consciente a vivir las situaciones necesarias para que todo en tu vida fluya sin obstáculos, siendo consciente de la concatenación de situaciones. Muchas veces lo llamamos casualidades o suerte. No, es la sincronicidad.
·         No ser necesario el perdón, porque vivir conscientemente supone no acumular ofensas, y quien no se ofende no necesita perdonar. Lo que podemos considerar una ofensa, se produce en un momento preciso, pero al no revivir ese momento nunca más, no se mantiene en la mente ningún tipo de rencor. Sólo ha sido un episodio más de la vida, posiblemente muy desafortunado para el hipotético ofensor, pero intrascendente para quién lo recibió.
Vivir sin mantener la mente ocupada es posible. Sólo tienes que tener la voluntad de conseguirlo, sólo tienes que ser consciente de los pensamientos que van apareciendo en tu mente, y dejarlos pasar, sin quedarte enganchados en ellos, sin darles energía. Al principio, es posible que necesites ocupar la mente en procesos que tú decidas, como ir contando las matrículas de los coches, o contar tus respiraciones, o leer los letreros de las calles; lo importante es que la mente no campe a sus anchas. Poco tiempo después, ya te será más fácil atender a la vida, sin procesos conscientes o inconscientes.
Recuerda, sólo necesitas voluntad.

sábado, 26 de marzo de 2011

Cambia, cambia tú

            Todos deseamos alcanzar la felicidad permanente, la serenidad, la paz interior, y el amor. Sin embargo, no se puede decir que hagamos habitualmente mucho para conseguirlo, ya que seguimos dejándonos llevar por la inercia de la vida sin hacer absolutamente nada nuevo que nos saque de la misma ruleta en la que nos encontramos dando vueltas. Una y otra vez, día tras día, en una rueda sin fin, en la que se van repitiendo las mismas situaciones, sin que nunca suceda nada especial que nos saque del aburrimiento de la vida.
            Nos quejamos de la vida que llevamos, no nos gusta completamente el trabajo que realizamos; nos gustaría que nuestra pareja fuera más cariñosa, o más dulce, o más comprensiva; los niños, a veces, nos agobian; sentimos que la casa se nos viene encima, pero nos aburren las salidas de ella; la familia y los amigos, normalmente, se pasan la vida juzgando y criticando; en resumen: no nos gusta la vida que llevamos, aunque aceptamos vivirla de esa manera por mil razones: la obligación, la sociedad, la falta de dinero, la falta de tiempo para cambiar nada, el qué dirán, etc., etc..
            ¿Qué hacer para que cambie?, ¿se solucionaría con el premio gordo de la lotería?, ¿cambiaría algo si realizáramos un viaje a la otra punta del planeta?, ¿Qué hacer? La respuesta es fácil: “Cambia, cambia tú”, porque si siempre haces las mismas cosas, el resultado ha de ser siempre el mismo. “Cambia tú”.
            No esperes que cambie tu trabajo, tu jefe o tus compañeros; no esperes que cambie tu pareja; no esperes que cambien los niños, ni tu familia, ni tus amigos; porque todos están en la misma dinámica que tú, todos están tan aburridos de la vida como tú, todos están esperando un cambio como tú. Sin embargo, tú tienes una cierta ventaja porque aunque tú te estás aburriendo o cansando, tienes la inquietud del cambio, sólo que con un ligero error en tu planteamiento, estás esperando que el cambio llegue sólo, y eso, ya te aseguro que no va a suceder. Has de intervenir, has de tomar las riendas de tu vida, has de cambiar algo para que cambie tu entorno, has de trabajar para el cambio, has de implicarte.
            ¿Cómo? Realmente esta es una de las preguntas del millón, ya que hay tantas maneras de trabajar para un cambio como personas quieren cambiar, porque cada persona está en un punto del camino, totalmente diferente a donde se encuentran los demás. Pero si se pueden dar unas pautas básicas:
En primer lugar: Conciencia, tienes que ser consciente de donde te encuentras, de lo que tienes y de lo que te gustaría tener. Quejarse no es suficiente, ya que mientras te quejas, te aburres o te cansas, no estás siendo realmente consciente de que es lo que estás viviendo, y es posible que ni tan siquiera sepas que es lo que has de cambiar, porque no es necesario dar un cambio total y absoluto, lo que pasa es que el cansancio que te produce “un algo” en tu vida, está interfiriendo en el total de la vida, no dejando que seas consciente de momentos que podrían ser felices. Así que comienza por vivir la vida conscientemente para comprobar que es lo que te desagrada.
En segundo lugar: Ama, pon amor en todo lo que hagas, todo lo que estás haciendo por obligación, hazlo con amor: amor a tu pareja, amor a tus hijos, amor a tu trabajo, amor a tu familia, en resumen: Amor a la vida.
En tercer lugar: El proceso del cambio. Es seguro que siendo consciente de tu vida y realizando todo con amor, ya has descubierto que es lo que realmente está interfiriendo en tu felicidad. Cámbialo, sin miedo. Cuando se realizan las cosas que hay que hacer, sin miedo, con una confianza absoluta en la vida, en el Universo, en Dios, la vida fluye con una intensidad desconocida hasta entonces, y se van sucediendo las situaciones que hacen posible que el camino a la felicidad se despeje con una velocidad y una facilidad desconocida hasta entonces.
En cuarto lugar: Acepta, acepta la  vida sin condiciones, y esta te irá indicando cual es el paso siguiente que hay que dar. No preguntes como te lo va a ir indicando la vida. Lo sabrás, sin más, sólo acepta y déjate llevar.
En quinto lugar: Vive desde el corazón. El corazón es el pregonero de la vida, es desde él desde donde van llegando las informaciones que la vida necesita darte. Se llama intuición, empieza a seguirla en las pequeñas cosas, sin dejar que tu mente las eche para atrás. Esas pequeñas cosas pueden ser tan nimias como: coger el paraguas al salir de casa un día de sol, entrar en un lugar que no habías pensado, ir a recoger a los niños antes de la hora, etc., etc. Así podrás comprobar cómo lo que antes llamabas “casualidades”, se multiplican en tu vida, y podrás darle el nombre correcto “causalidad”.
Así que recuerda, “no te quejes”, porque todo seguirá igual en tu vida. El camino es: conciencia, amor, cambio, aceptación y vivir desde el corazón.

martes, 1 de marzo de 2011

Despierta, estás viviendo una ilusión

            Crecer………., evolucionar……….., madurar……….. Siempre hablamos de crecimiento, de evolución y de madurez de carácter. Y también decimos siempre que el  hecho de cumplir años no implica ni madurez, ni crecimiento, ni evolución. Para crecer y evolucionar es imprescindible que en algún momento de la vida la persona empiece a tomar sus propias decisiones, y dejarse guiar por……., ¿el sentido común?, si, el sentido común, o esa voz interior, que es él quien te va a guiar de vuelta a casa.
            Pero para volver a casa, lo primero y principal es alcanzar a saber quién eres realmente, y por supuesto de dónde vienes, de cuál es tu casa, para volver a recorrer el camino de regreso.
            Saber quién eres, implica despertar. La inmensa mayoría de las personas duermen, ni tan siquiera nos atrevemos a decir que viven dormidos porque no es así, sencillamente duermen. No saben quienes son ni de dónde vienen, duermen guiados en su sueño por su mente poderosa, todo lo que viven es ilusión, y creen en su sueño que esa ilusión lo es todo, y se dejan guiar, y aconsejan y juzgan a los demás, sin saber que no viven, sino que tan solo duermen.
Pero esa ilusión es nada, sólo ilusión. Es ilusión su aprendizaje, ya que despiertos pueden tener acceso a todo el Conocimiento; es ilusión su mirar, ya que despiertos pueden ver más allá de la materia; es ilusión sus pensamientos que les hacen vivir una vida de creencias engañosas, ya que despiertos pueden vivir la Totalidad; es ilusión su amor, ya que despiertos pueden vivir el Amor Divino.
Es en la ilusión de ese sueño de donde nace el miedo, la crítica, la mentira, la defensa del espacio propio, los celos, la incomprensión, la desigualdad, el egoísmo, el sufrimiento, la tristeza, la desconfianza, el engaño, etc. Y todo esto, lo único que hace es retrasar, obstaculizar y empobrecer su conciencia, sus días, su vida.
Para poder acabar con todo eso, sólo hay que despertar. Incluso los que viven completamente dormidos pueden hacerlo, sólo es necesario que alguna vez pongan en duda quienes son realmente, ya que ese es el camino, saber quién eres, y alcanzar la meta de ser quien eres; de esta manera vas a tener la energía que te va a llevar a la dicha de crear la vida desde el Amor.
Despierta, vive desde el centro de tu Ser y comenzarás a ver los frutos; comenzarás a ser consciente de las sincronicidades, comenzarás a ser consciente de que eres guiado, y será más fácil para ti vivir tu tiempo, tu único tiempo: el presente; porque sólo existe hoy, lo que llamas pasado y futuro no existe, por eso has de romper con esa mente de ilusión que crea los pensamientos que te sujetan a las acciones de ayer o te proyectan al mañana.
Tu cambio es hoy, es ahora, es este el momento de empezar a tomar tus propias decisiones, y seguir los dictados de tu voz interior, sin dejar que aquellos que todavía están dormidos, viviendo su ilusión, influyan en tu nueva vida.
Y recuerda: es bueno pedir ayuda, al Universo, a Dios, a la Energía, a tus Guías o a quien creas conveniente, pero pide ayuda cuando te despiertes cada mañana, y da las gracias antes de dormir cada noche, aunque te cueste trabajo creerlo hay una cohorte de seres dispuestos a ayudarte, dispuestos a ayudarte a despertar, por nada, sólo por Amor, sólo por el placer de servirte; sólo tienes que pedir la ayuda y después entregarte, dejando que la vida sea, sin interferir con tu mente. 
             Cuando consigas dejar de vivir la ilusión, será cuando comiences a vivir. ¡Que sea ahora!, un segundo de retraso sólo será un segundo más de infelicidad.

miércoles, 19 de enero de 2011

Aprendizaje y karma

            Toda la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, es una acumulación de experiencias, y una incesante recepción de lecciones. Esto sucede desde nuestra individualización como almas, y en cada vida, desde la experiencia del primer nacimiento, hasta la última muerte en nuestra última vida terrena, se van sucediendo situaciones que llevan implícito el aprendizaje que hemos decidido tener en esa vida en concreto y en cada determinado momento. Y excepto, posiblemente, en la segunda mitad de nuestra última vida, ese aprendizaje se realiza normalmente de manera totalmente inconsciente y en un gran porcentaje de ocasiones, con sufrimiento.
            Somos inconscientes del aprendizaje que conlleva cada situación y cada experiencia, pero sí que somos conscientes de la experiencia; es decir: Imagina que reaccionas siempre con rabia ante una determinada situación, que se produce con un compañer@ de trabajo.  La inconsciencia está en que no sabemos que esa situación lleva implícito un aprendizaje, y mucho menos cuál es el aprendizaje, pero si somos conscientes de la rabia que nos genera esa situación, y de nuestra actuación para con el compañer@ de trabajo debido a esa rabia.
            Esa actuación que tenemos debida a la rabia, no sucede gratis, lleva implícito un efecto. La relación entre la causa, (la rabia), y el efecto, (la actuación), se denomina karma.
            Cualquier causa, sea de pensamiento, de palabra o de acción, genera un efecto, genera karma. Y lo mismo da que esa causa sea un buen o un mal pensamiento, una buena o una mala palabra, una buena o una mala acción; en todos los casos genera un efecto, es decir, genera karma.
El karma producido por un mal pensamiento una mala palabra o una mala acción genera un débito por parte del emisor del pensamiento, palabra o acción, hacia el receptor. Y el karma producido por un buen pensamiento, una buena palabra o una buena acción, genera un débito del receptor hacia el emisor. En el primer caso, se ha de pagar, en el segundo, se ha de recibir.
Más allá de nuestra mente no existe distinción entre el karma producido por una acción sea buena o sea mala. Los dos tipos de karma van a tener el mismo resultado, van a hacer que la persona tenga que encarnar nuevamente para pagar o cobrar la deuda. Ante esto cabría preguntarse, ¿Cuándo se acaba esta rueda?, porque siempre se están realizando acciones. La rueda del karma se acaba cuando todo se realiza sin deseo. Está claro que según se va evolucionando se van realizando cada vez menos malas acciones y más buenas acciones. Cuando llegue el momento que todo sean buenas acciones y se hagan desinteresadamente, se acaba el karma, se acaba el ciclo de reencarnaciones, se entra en una nueva dimensión sin cuerpo.
Mientras todo esto sucede, se está produciendo el aprendizaje, y es difícil poder concretar cuáles son las claves que indican cuando se ha aprendido la lección. Pero sí que hay ciertos indicios. ¿Eres consciente que hay situaciones en tu vida que se repiten y se repiten, una y otra y otra vez? Esa es una evidencia concreta de que hay una lección para aprender y que no la estás aprendiendo, y se va a seguir repitiendo hasta que hayas aprendido la enseñanza contenida en esa experiencia.
De cualquier forma, cuando se planificó nuestra vida, se planificaron también las ayudas. Y en esas ayudas están los mensajes, está la sincronicidad. Recuerda, que cada acontecimiento, que cada palabra, que cada mirada, que cada pájaro, que cada soplo de viento, nos está hablando de los pasos que hemos de seguir en la experiencia, para vivirla al cien por cien, para extraer la enseñanza, y para plantarnos ante la próxima situación, energéticamente reforzados por la energía que suministra el alma satisfecha por el aprendizaje.
Sólo hay que ser conscientes de las señales. Para ser consciente de las señales y de los mensajes, se ha de estar atent@, se ha de tener la mente lo más calmada posible, sin esperar las señales, sin juzgarlas, sin tratar de entenderlas, solamente dejandose llevar.
Sólo así se puede ser consciente del sufrimiento que puedan generar las experiencias, para de forma inmediata poner los medios que ayuden a la liberación del posible sufrimiento, sin quedar enganchados a él, aprovechando para el alma esa nueva experiencia y ese nuevo aprendizaje.