El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 5 de septiembre de 2011

Para ti

            A ti que llevas un dolor en tu alma, a ti a quien los trinos de los pájaros no logran hacer olvidar tu pena, a ti que sufres en silencio pensando que nadie comprende la magnitud del dolor que llevas, a ti que te sientes olvidado por los ángeles del cielo y por el Dios Omnipotente.

A ti van dirigidas estas palabras: Porque hasta aún el zumbido de las moscas en su volar silencioso, es escuchado por el oído atento de Dios de los cielos, y aunque El te ha hablado, aunque El ha dirigido hacia ti los rayos del sol para que alumbren tu interno, tú persistes en tu soledad ignorando esas muestras de amor infinito.
Aun cuando El ha hecho florecer miles de plantas a la orilla de tu camino, tú las has ignorado y has seguido de frente sintiéndote solo.
Aun cuando El ha puesto cerca de ti muchos niños con sonrisas en sus labios, tus ojos y oídos se han cerrado para todo aquello que no sea tu dolor.
Aun cuando Dios mismo te ha hablado desde muy adentro de tu ser, haciéndote recordar los momentos felices que has vivido en tiempos pasados, tu mente obstinada continúa reviviendo esos instantes de dolor que han cambiado tu vida y que ahora prefieres recordar, en lugar de pensar que el dolor ya pasó y lo que vives ahora es un mundo distinto, diferente, que sólo espera tu atención para volver a tomar color y alegría dentro de tu ser.
Mira que eres esclavo de los recuerdos y que éstos rondan tu cabeza como si fueran fantasmas de tristeza, que se regocijan en mantenerte en ese estado de depresión. Date unos instantes, tan sólo unos momentos, pon atención a estas palabras y dirige tu mirada a ti mismo preguntándote: ¿por qué sufro? y esa razón, por más poderosa que sea, se encuentra ya en tu pasado, en tu historia, es tan sólo un recuerdo, no es un presente, lo que en tu presente te aqueja, es la imposibilidad de aceptar eso que te ha pasado.
Ahora, sigue en estos momentos de reflexión pensando así: Mi vida es ahora distinta y no me es posible saber si mañana tendré alegrías o fracasos, por lo tanto, ¿debo gastar mi vida lamentándome de cosas que han pasado? o ¿buscaré vivirla aceptándola tal como Dios mismo me la ha dispuesto? De tu respuesta dependerá probablemente tu felicidad futura.
Eleva tus ojos al cielo y observa ese Sol que te alumbra, o esa Luna y Estrellas que adornan la cúpula celeste bajo la cual moras, míralas y piensa: ellas son eternas, han permanecido allí desde hace miles de años y continuarán allí miles de años más, mi vida es como el mar que se agita al llegar a la playa y se convierte en olas que suben y bajan y arrastran las arenas. Pero más adentro, en lo más interno de mi ser, mora el gran océano en calma, infinito, inmutable, sin los vaivenes de las olas en la playa, sin mis altibajos que mi conciencia humana me hace pasar.
¿Dónde estás misteriosa alma humana que moras dentro de mí y que sutilmente percibo sin llegar eternamente a comprender? Y ahora esta voz te responde: estoy tan dentro de ti, que ni el más interno de tus huesos lograría siquiera acercarse a la periferia donde resido; estoy en cada célula de tu cuerpo y aún estoy en cada átomo de luz que conforman esas células; soy tu conciencia Divina, soy tu Dios interior, soy tu contacto permanente con el Creador de todas las cosas, y soy también la garantía de tu felicidad, y tu paz interior se encuentra siempre dentro de ti.
¿Qué dolor puede ser tan grande que mi poder no pueda vencer?, ¿qué tristeza puede hundirte al grado de que sientas separarte de mí? Entiende que es tu resistencia a aceptar las cosas, la razón de tu tristeza; entiende también que en el girar de los mundos y en las leyes que gobiernan a este Universo, la separación de dos seres, las enfermedades del cuerpo y todo aquello que pudiera haberte causado esa tristeza, son manifestaciones temporales de una misma esencia que es eterna.
Penetra en los misterios del cosmos, siente tu grandeza cuando mires al mundo y sepas que tú eres responsable de esa creación; olvida momentáneamente tu pequeñez con todos los dolores que van asociados a ella, y elévate por las cumbres de las montañas más altas para percibir de una ojeada, el gran reino que fue puesto bajo tu cuidado.
¿Qué tristeza o que dolor puede ser tan grande, que te haga olvidar la gran responsabilidad que tienes para con el Universo? Hombre pequeño, reconoce que eres pequeño únicamente en tu comprensión, pero de la misma manera como una pequeña nuez rompe su dura cáscara para convertirse en un frondoso y majestuoso nogal, de la misma manera Yo espero y esperaré eternamente, a que tú rompas la dura corteza de tu inconsciencia, y puedas erguirte majestuoso, tomando plena posesión de tu Divinidad.
No importa lo que pienses, no importa lo que sientas, todo es temporal; hoy sufres, mañana reirás, y después volverás a sufrir, hasta que entiendas que esos cambios en tu conciencia, son derivados de tu escasa comprensión y al alejamiento que tienes de esa fuente interior desde donde te estoy hablando.
Recuerda siempre que no importa dónde te encuentres, no importa la situación, estado de salud o de conciencia en que estés morando, Yo moro dentro de ti, en cada átomo, en cada órgano; y en cada pensamiento que tú emanas, parte de mi energía va con él, soy tú mismo pero desde muy dentro de ti; por eso, ahora, que escucho tu dolor y siento tus reclamos, te hablo y hago un llamado para que abras tu mente y percibas la luz que te estoy enviando.
Los corazones humanos muchas veces actúan como cárceles cuando han sentido los rasguños de la incomprensión humana, pero si es triste contemplar la ignorancia de los hombres, más triste es observar corazones encarcelados. Quita las cadenas de tu corazón, vuelve a encender la antorcha del amor y entrégalo a cuanto ser encuentres a tu paso, porque debes saber que el amor es para el hombre, lo que el agua es para las plantas, es la vida, es la energía y es el motor de la existencia.
Recuérdalo siempre y cada noche, cuando presa de tu tristeza y de tu dolor vuelvas a sentir soledad, toma estas líneas y repitiéndolas en voz alta, repítelas una y mil veces, hasta que sientas que esta voz proviene de ti mismo, hasta que sientas Mi presencia en ti, y a mi amor inundándote y desbordándose de adentro hacia afuera.
Si lo haces, serás una flor renacida, la primavera volverá a llegar a tu vida y el frío invierno se alejará de ti. Un nuevo sol alumbrará tus pasos y la vida entera retomará su curso, porque una flor se ha abierto nuevamente.
Del libro “Llamas de Amor” – Mensajes de la Maestra Kwan Yin.


Al mundo le pido.........

            ¿Sabes qué espera el mundo de ti?, ¿Qué esperas tú del mundo?

Aunque es posible que una pregunta, así planteada, sobre el mundo, te parezca demasiado amplia. No lo creas, no lo es. Porque ¿Cuál es tu mundo? En principio puede ser todo el mundo,  pero es muy posible, que alguien que vive en las antípodas, de entrada, no esté esperando en concreto nada de ti, pero  si puede ser que esté esperando algo inconcreto.
Centremos, entonces, más la pregunta, ¿Sabes que espera TÚ mundo de ti? y ¿Qué esperas tú de TU mundo?
Tu mundo, ya es algo más concreto, es tu entorno, es tu familia, son tus amigos, tus compañeros de trabajo, tus vecinos; tu mundo es también donde te desenvuelves, es toda la gente que se mueve a tú alrededor, conocidos o desconocidos. Ese es tu mundo. ¿Cierto?
Contéstate ahora a la segunda pregunta: ¿Qué esperas tú de tu mundo? Se honesto/a, a fin de cuentas, sólo tú vas a saber la respuesta. Seguramente esperas lo contrario de eso que es motivo de tus quejas: que no te hacen, que no te dicen, que no cuentan contigo, que te engañan, que te dejan solo/a, que ganas poco, que no reconocen tus méritos, que no te aman lo suficiente, que no te respetan, etc., etc.
Si no son estas tus respuestas, es posible que sean muy parecidas. Pero sea lo que sea que tú esperes del mundo, es lo mismo que tu mundo también espera de ti. Y no solamente tu mundo, sino también el mundo entero espera eso de ti.  
¿Ya sabes cómo funcionamos?, ¿Ya sabes cómo funciona la energía? Energías del mismo tipo se atraen, así que todo eso de lo que te estás lamentando, todo eso que consideras carencias en tu vida, solamente son el reflejo de lo que tú entregas al mundo. El Universo siempre te devuelve, lo que tú le estás enviando. ¿Quieres amor?, ama; ¿Quieres respeto?, respeta; ¿Quieres dinero?, se generoso/a; ¿Quieres no ser juzgado/a?, no juzgues.
Alguien tiene que empezar a invertir el giro de la rueda, desde el desamor al amor, desde la crítica al respeto, desde la guerra a la paz, desde la desigualdad a la tolerancia. ¿Por qué no empiezas tú? Empieza a amar, a respetar, a repartir tu diezmo, a no juzgar, empieza a comportarte con el mundo como quieres que el mundo se comporte contigo, y verás como tu vida cambia.
No te importen los comentarios y las críticas. ¡Las tendrás! Porque hay personas tan inmaduras, tan pequeñitas, con una energía tan putrefacta como sus pensamientos, que no van a alcanzar a ver, ni a sentir, la grandeza de tu cambio ni de tu crecimiento.
No des marcha atrás, sólo aléjate de esas personas, su energía contamina y no es bueno para ti. Recuerda que no estás aquí, en la Tierra, para satisfacer a nadie, ni a los que te alaban, ni a los que te critican, estás aquí, para realizar, precisamente, ese cambio, para tu madurez, para vivir desde el alma, para amar, para respetar, para ayudar. Estás aquí para satisfacer a Dios, porque eres un/a hijo/a de Dios, no un/a hijo/a de los hombres.
Y ten en cuenta, que Dios no tiene portavoces. Los únicos portavoces de Dios son tu corazón y tu alma. Los que se autoproclaman portavoces de Dios, dirigentes religiosos y políticos, que creen estar en posesión de la verdad absoluta, sólo  pretenden manipular y programar tu mente, para que acates su verdad, que es la que tiene al mundo es este estado de guerras, de hambre, de miedo, de corrupción y de desigualdad.
Así que a partir de este momento, escucha a tu alma, escucha a tu corazón, y no pidas nunca nada, sólo da, y te será devuelto con generosidad.

sábado, 3 de septiembre de 2011

El chakra del alma y los Maestros

            Antes de hablar del chakra del alma, vamos a refrescar, de una manera muy superficial, lo que sabemos de los chakras.

En nuestro cuerpo energético hay cientos de chakras. Si, ya sé que es posible que hayas leído, o te hayan enseñado que hay siete chakras, y desde esa creencia pienses que estoy loco. Aparca por un momento esa creencia, y lee, sin juzgar, sólo lee.
            Esos siete chakras que conoces, junto con alguno más que no te han enseñado, son los chakras mayores, o más importantes; pero los otros, los chakras menores, no dejan de ser importantes, aunque no lo sean tanto. Me explico: Los chakras mayores controlan, no solamente aspectos del cuerpo físico, sino también aspectos emocionales, aspectos de carácter, aspectos espirituales, etc., etc. Mientras que los chakras menores, menos importantes, afectan en la mayoría de los casos, solamente a un aspecto, o a varios, pero mucho más sutilmente que los chakras mayores.
Un ejemplo de chakra mayor puede ser el chakra base, que controla físicamente: los músculos, los huesos y la producción de sangre; emocionalmente está relacionado con la supervivencia y sus reacciones: como la lucha o la huida, los instintos, la necesidad de paz y de equilibrio a escala planetaria. Ignorar este chakra o sus elementos sería una amenaza a la propia supervivencia, bien a nivel individual o colectivamente como especie. Y un ejemplo de chakra menor, podría ser el chakra de la axila, que afecta físicamente al movimiento del brazo y poco más.

Llegados a este punto, ya podemos hablar un poco del chakra del alma: En el séptimo mes de embarazo, el alma encarnada entra en el feto, y su localización está en el duodécimo chakra. Este chakra se encuentra a unos treinta centímetros por encima de la cabeza.
            Este chakra parece una estrella dorada. Se le llama, en algunas tradiciones, “Estrella del alma”, y cuando una persona madura espiritualmente, la estrella dorada evoluciona a una perla dorada, a una bola dorada, a un brote dorado o a una llama dorada. En la terminología cristiana, esto es lo que se llama el “Fuego de Pentecostés”.
            Pero hasta que la persona no madura espiritualmente, este chakra está completamente cerrado, y empieza a abrirse cuando la persona empieza a construir su carácter, es decir, cuando empieza su madurez espiritual.
            El camino para madurar espiritualmente, es de sobra conocido: Meditación,  oración, silencio interior, cambiar los vicios por virtudes, abrirse al Amor Divino, llevar una vida de virtud, haciendo servicio, teniendo apropiadas relaciones con otras personas y con la Naturaleza, son algunas de las herramientas que permiten que la persona construya su carácter, y que el chakra del alma inicie su apertura.
Como una vez iniciado seriamente el camino, es muy difícil volver atrás, la persona va a seguir evolucionando, entonces, el brote dorado literalmente florece y se abre hacia arriba como una pequeña flor de loto dorada.
            Desde el duodécimo chakra, el alma encarnada, irradia hacia fuera una luz que distingue a esa persona del resto de los mortales. Esa luz llama la atención de los Maestros, y uno de ellos elige a la persona para trabajar con ella. De aquí la frase:”Cuando el alumno está preparado, aparece el Maestro”. No somos nosotros los que elegimos un Maestro como guía para trabajar, es el Maestro quien elige, en función del tipo de luz que irradia la persona. Pero para irradiar esa luz, ha de haberse recorrido un buen trecho del camino espiritual.
            Cuando un Maestro elige a una persona, la hace saber, de manera clara y contundente tal circunstancia, haciéndola saber quién es y que espera de ella.
            Es posible que muchos/as de los/as que estáis leyendo esto, tengáis una hermosa flor de loto dorada encima de vuestra cabeza, y que ya seáis guiados/as y bendecidos/as por un Maestro. ¡Enhorabuena!, ¡benditos/as seáis!, vosotros ya sabéis de que hablo.
            A los que todavía no habéis llegado, seguir perseverando, merece la pena. Vivir en el Amor permanentemente, es algo tan grandioso, que se escapa de la racionalidad.
            A los que estáis leyendo esto pensando que es una tontería, ¡os bendigo!, porque algo hay en vuestro camino, que os ha hecho tropezar con esta piedra. 
 

jueves, 1 de septiembre de 2011

Curso crecimiento interior (2) El Caracter.

¿Qué es el carácter?:

La palabra carácter proviene del griego, y significa "imprimir, grabar o inscribir." Antes de la época del papel, existió la costumbre de grabar letras en piedras, o estamparlas sobre lápidas de arcilla. Cada letra tuvo una marca, identificándola, que la distinguía de las demás. Aún hoy, cuando hablamos de las letras del alfabeto, nos referimos a ellas como los "caracteres" del alfabeto, teniendo en mente que todas ellas se distinguen unas de las otras por su marca característica.
Como la constitución humana, con sus diversos principios o "herramientas", es igual para todas las personas, sería natural esperar que las personas fueran parecidas en toda forma.
Pero esto no es cierto. Vemos por todas partes grandes diferencias en características entre las personas, diferencias en disposición, temperamento, conceptos de vida, etc. También notamos enormes diferencias en dones, talentos y aptitudes naturales.
Esas diferencias no solamente existen entre adultos, sino que aparentemente también se dan entre niños.
Esas cualidades aparentes se muestran antes de que la educación o el medioambiente puedan haber tenido cualquier influencia. Ellas se desenvuelven desde dentro y no son el resultado de implantaciones externas.
De esta manera, uno de los hijos de los mismos padres puede tener una disposición alegre y feliz; otro, una más seria, o quizá una malhumorada. Uno de ellos puede ser pulcro y ordenado; mientras otro es descuidado; uno de ellos puede ser generoso; y otro, egoísta; uno de ellos puede ser temerario e informal; mientras otro es cauteloso y digno de confianza.
A menudo existen diferencias impresionantes, aún entre niños de la misma familia, ya sea en sus talentos, aptitudes o dones "innatos" naturales. La simple expresión "innatos" demuestra un reconocimiento del hecho de que tales cualidades no se adquieren, sino que deben haber existido aún antes del nacimiento. De esta manera observamos que algunos niños encuentran las matemáticas muy fáciles, mientras los idiomas les parecen difíciles. A algunos les gusta la música y el arte, mientras que otros son inclinados hacia la mecánica, algunos parecen estar dotados en muchas formas, mientras otros no tienen aptitudes particulares.
Las cualidades como el temperamento, disposición, talentos y aptitudes, cuando se toman colectivamente, distinguen a un individuo de otro, y constituyen su carácter. Ese carácter puede ser modificado mediante educación, entrenamiento y por el medioambiente.
Por lo tanto, el carácter de una persona lo constituyen las peculiaridades colectivas o cualidades que la distinguen de los demás.
Construimos nuestro carácter al repetir pensamientos, al repetir emociones y sentimientos, y por los hechos que resultan de ellos. Piensa en algo muy a menudo y durante suficiente tiempo, y ese pensamiento tendrá expresión, tanto así como la palabra o la acción.
Repite un hecho muy a menudo, frecuentemente, y se convertirá en un hábito.
Un pensamiento es pronto rechazado, un hecho es prontamente olvidado, pero dejan una marca en el carácter, aunque sea ligero. Cuando se vuelven costumbre, ellos se graban profundamente en la parte invisible de la naturaleza de la persona.
El carácter es la colección de hábitos y tendencias que hemos construido y grabado en todas las partes de nuestra constitución física y energética. Es la acumulación de hábitos del cuerpo, de las emociones y sentimientos, de los hábitos de la manera de pensar y de la moral, hábitos de obedecer a la voz de la conciencia, o de ceder a la tentación, como también, hábitos de entrenamiento en todos los campos del esfuerzo. Es lo que hemos construido en nosotros mismos, en esta y en anteriores vidas.
El carácter es el ropaje interno e invisible que el Ego teje alrededor de sí mediante sus pensamientos y acciones, hebra por hebra, fibra por fibra, justamente como la larva construye su capullo en el cual debe vivir más tarde. Durante la vida mejoramos este carácter, o lo degradamos y lo echamos a perder. Al final de la vida, el carácter todavía permanece como una acumulación de fuerzas y energías, y como tal, no puede ser aniquilado ni destruido.
¿Qué le sucede al carácter después de la muerte?
Las Enseñanzas Antiguas afirman que permanece inalterado y latente en otros planos internos, y allí permanece, hasta que el Alma decide que es momento de volver a tomar un cuerpo físico; y así, esa Alma reencuentra su patrimonio, ese carácter, el cual ha estado esperando por su dueño. Es como un cheque de viajero, enviado con anticipación, esperando en su destino a que llegue el viajero.
Es la "Voluntad y Testamento" que nuestro actual ser hace para su futura existencia, cuando ese Ego regrese a la Tierra como un niño recién nacido, el cual ahora empieza a automanifestarse nuevamente, es el "capital" con el que comienza su nueva reencarnación. La entidad recién nacida, por lo tanto, es virtualmente una reproducción de la entidad que ya existió previamente.
El carácter de una persona está profundamente arraigado y no cambia de un día para otro, o de hora en hora, como lo hacen nuestra manera de pensar y nuestros sentimientos. No podemos sacudirnos nuestro carácter como lo hacemos con nuestra disposición de ánimo, pero podemos cambiarlo y remodelarlo con el mismo método que utilizamos al construirlo. Si un edificio no es lo que debería de ser, y queremos remodelarlo o reconstruirlo, eso sólo puede lograrse al reemplazar partes defectuosas por unas nuevas y mejor diseñadas, y esto debe hacerse poco a poco.
No puede lograrse con un impulso sencillo, sino mediante un proceso lento y laborioso. Esta es la razón por la cual deberíamos ser muy cuidadosos con nuestra manera de pensar y con nuestros hechos cuando ocurren por primera vez. Debemos hacerlo de tal forma que no haya oportunidad de que sean reemplazados en un futuro.
No existen atajos para remodelar el carácter. Esa es la razón por la cual las resoluciones de Año Nuevo, aunque beneficiosas, son tan a menudo inefectivas. En nuestra euforia pasamos por alto la realidad de que lo que esperamos que cambie con un mínimo esfuerzo, fue construido por pensamientos y hechos, repetidos una y otra vez, durante largos periodos en el pasado. A fin de que funcione, el esfuerzo debe ser constantemente renovado y resueltamente continuado a lo largo del año, mes a mes, día a día.
Sin embargo, si una resolución no es completamente realizada, aún así es mejor a que no haya ninguna; porque ningún esfuerzo se pierde, y es al menos, un ladrillo reemplazado. Si entendemos la magnitud de la tarea que estamos llevando a cabo al cambiar hábitos viejos y establecidos, nos mantendrá alejados de perder el ánimo, aunque el avance nos parezca más lento de lo que esperamos, y nos ayudará a mantener siempre fresco el esfuerzo.
El destino del ser construye por esfuerzos propios.
Se ha dicho que nuestro carácter es lo que hemos hecho por nuestros propios esfuerzos, como un resultado de todos nuestros pensamientos y hechos, y sus hábitos consecuentes. Nuestro carácter nos da un "rumbo" o una inclinación en cierta dirección, y si se mantiene sin alteración, ese carácter determinará nuestro destino final.
Hay una porción de Sabiduría Oriental que dice:
Si siembro un pensamiento, cosecharé una acción;

Si siembro una acción, cosecharé un hábito;

Si siembro un hábito, cosecharé un carácter;

Si siembro un carácter, cosecharé un destino.
Si nos parece que vamos en una dirección equivocada, ello puede ser cambiado, pero para hacerlo, debemos cambiar primero nuestro carácter. Para hacer eso, debemos cambiar nuestros hábitos, nuestras acciones y nuestros pensamientos, lo cual, por supuesto, toma tiempo y requiere esfuerzo continuo.
Así, nuestro destino es finalmente determinado por nuestros propios pensamientos y acciones. No estamos "predestinados" a nada ni por nadie. A medida que cambiemos nuestro carácter, ya sea por uno bueno o por uno malo, así también autodeterminaremos, por esa sencilla razón, nuestro propio destino. 

Cuando se practica la meditación y se entra en un camino espiritual, se ha de practicar la construcción del carácter. 

La meditación es como el fertilizante de un campo, y lo mismo se abonan las buenas que las malas semillas, por lo tanto han de eliminarse las malas semillas cuanto antes, ya que sino se corre el riesgo de empeorar con la meditación. 

La construcción o formación del carácter es una manifestación del desarrollo espiritual. 

El carácter es la manifestación de la cantidad y calidad de contacto que tenemos con el alma. 

Cuando la persona está desequilibrada, enfadada, estresada, preocupada; la conexión con el Alma Superior se hace pequeña. 

Un carácter débil refleja un alma débil. 

Cuando la conexión con el alma es débil, la persona está a merced de la energía de los chakras de los cuerpos inferiores, el cuerpo emocional y el cuerpo mental, en vez de ser dominado por el alma. 

La razón por la que algunas personas se encuentran en problemas, es porque tienen fallos importantes en su carácter, pereza, orgullo, emociones no reguladas, insistencia en apoyar posiciones y afirmaciones ridículas. 

Las almas inmaduras se comportan inmaduramente, porque esa es su sabiduría. Son como bebés.
Trabajo a realizar:
            Sigue realizando diariamente la meditación que has comenzado a hacer desde la entrada anterior.
            Sólo tienes que sentarte, cerrar los ojos, colocar la punta de la lengua en el paladar, dejar las manos apoyadas en los muslos con las palmas de las manos hacia arriba, y respirar, lenta y suavemente, por la nariz, con una respiración abdominal, permitiendo que con la exhalación vaya saliendo toda la tensión de tu cuerpo. Y empieza a repetir en silencio: “Yo Soy Luz, Yo Soy Amor, Yo Soy el Alma, Yo Soy la Resurrección y la Vida”.
Recuerda que puedes hacerla el tiempo que quieras, pero intenta que el mínimo sean once minutos.




miércoles, 31 de agosto de 2011

El Karma y la pareja

            En la entrada anterior de las almas gemelas, hay un comentario que dice: “Podrías explicar que quiere decir que mi pareja sea karmática, es que ya hemos sido pareja en otras vidas, que tenemos que evolucionar juntos con nuestros más y nuestros menos, superando y corrigiendo cosas, por así decirlo, y que por encima de todo eso, está el amor. Gracias y un abrazo grande“

            Todas nuestras relaciones, tanto si son de pareja, como si no lo son, no se dan por casualidad, son relaciones que se establecen:
-          Para un aprendizaje o una enseñanza.
-          Para la realización de un trabajo o proyecto evolutivo determinado.
-          Por vínculos establecidos en vidas anteriores.
-          Por cuestiones kármicas.
Nada de lo que sucede en la vida, absolutamente nada, ocurre porque sí. Todo tiene una causa inicial, todo tiene un sentido profundo, tan profundo que trasciende a la normal comprensión racional, a esa comprensión superficial de la inmensa mayoría de los seres humanos, que sólo son capaces de vislumbrar los efectos que esas causas producen.
Lo cierto es que todas las relaciones, se hayan establecido por una o por otra causa, sólo tienen un objetivo concreto: la evolución del ser humano.
            Y como dice el Anónimo en su comentario:”tenemos que evolucionar juntos con nuestros más y nuestros menos, superando y corrigiendo cosas y, que por encima de todo está el amor”.
            Centrémonos en la relación de pareja: ¿Cómo se inicia normalmente?, se inicia con una fase de enamoramiento, con todos los estados que el enamoramiento produce: euforia, plenitud, valentía, poder, etc. Pero no dura mucho y al cabo de cierto tiempo, es posible que los estados de felicidad producidos por ese enamoramiento sean cada vez más espaciados, y además, empiezan a aparecer conflictos que dan lugar a incomprensión, tristeza y sufrimiento.
Ese tipo de relación, que es la relación normal de un buen número de seres humanos, es una relación, si no abocada con el tiempo al fracaso total, si abocada a insatisfacción y hastío. ¿Por qué?, porque toda la relación está basada en las creencias almacenadas en la mente, y en la relación, cada componente proyecta lo que es. Por supuesto, si los miembros de la pareja fueran lo suficientemente observadores, podrían comprobar como son y cuáles son sus malos hábitos, por el reflejo que la otra parte de la pareja proporciona con sus actitudes.
Para acabar con ese tipo de relación, hay que dejar de alimentarla desde la mente y alimentarla desde el corazón, desde el Amor, desde el Amor Divino. Así, sea cual haya sido la causa por la que se ha establecido la pareja: aprendizaje, enseñanza, trabajo evolutivo, vínculos de otras vidas o karma, será una relación, permitirme la expresión, divina. Así sabrán, que cuando terminen el trabajo que tenían realizar juntos, se acabe la relación, pero finalizará con Amor. Y si la relación dura toda la vida, no habrá insatisfacción, ni hastío, ni tristeza. Sólo habrá alegría y Amor.
Amigo/a Anónimo, y amigos todos: Con Amor, no hay que superar y corregir nada, porque no se espera nada de la otra persona, solamente se la Ama.

lunes, 29 de agosto de 2011

Almas gemelas

             ¿Por qué con tanta frecuencia no funcionan las relaciones de pareja?, ¿Por qué algo que comienza como un gran amor, o como el amor de tu vida, o como el reconocimiento de un alma gemela, se va disipando como el humo al cabo de cierto tiempo? La razón es muy simple, sencilla y llanamente son relaciones basadas en la dualidad, son relaciones basadas en la esperanza de recibir amor de la otra parte; no son relaciones basadas en el Amor Divino.

Las relaciones, normalmente, se idealizan en la mente, sin embargo, la realidad no se ajusta a lo que ha idealizado la mente. A la mente le gusta idealizar que esa pareja que ha encontrado y, con la que se encuentra tan bien, sea su alma gemela, y así, a partir de entonces, ya no tendrá que enfrentarse a las dificultades, o a los miedos que ha conocido en relaciones anteriores.
Pensar en la existencia de un alma gemela con la que formar una pareja, es algo muy romántico, pero no deja de ser una fantasía más de la mente para protegerse y, para seguir controlando, en lugar de abrir el corazón a lo que realmente es el Amor.
No queremos hundir las expectativas de nadie sobre su esperanza de encontrar a su alma gemela, pero hay un 99,99 por ciento de posibilidades de que no aparezca.
El alma es multidimensional, puede estar en varios planos a la vez, siempre en función de cuál es la enseñanza programada, en un determinado ciclo de vida. No es habitual que la misma alma se encuentra encarnada en dos cuerpos distintos en un mismo ciclo de vida, en la tercera dimensión, ya que lo normal es que se encuentren en dimensiones distintas. Pero el que no sea habitual, no quiere decir que no sea posible. En las últimas estadas del alma encarnada en la tercera dimensión, puede darse el caso de la misma alma, encarnada en dos cuerpos distintos, para adelantar, entre otras cosas, la liberación de Karma pendiente, o la profundización en el Amor Divino. Estas son las verdaderas almas gemelas.
Pero para que esto suceda, ese alma ya ha de haber alcanzado un grado de Amor muy importante. Todas las personas se pasan la vida buscando, suspirando y asomándose a cada esquina, para ver si aparece su alma gemela, pero lo que no saben, es que el alma gemela, no va a aparecer, y mucho menos con una bandeja en la que traiga el Amor que todos están esperando. El Amor que todos ansían, hay que conseguirlo antes, y después, cuando ya se sabe lo que es el Amor, ese Amor Divino, Incondicional, ese Amor que se siente porque sí, sin esperar nada a cambio, es cuando existe la posibilidad de que aparezca el alma gemela.
No puede aparecer el alma gemela, para vivir una vida de Amor, cuando no se sabe lo que es el Amor. De la misma manera que no se puede estudiar medicina si no se sabe leer.
Amigos míos, buscar en primer lugar el Amor dentro de vosotros, y lo demás, incluida la posible alma gemela, llegará como un regalo. Llegará cuando no se espere, cuando no se desee, cuando estéis preparados para amar a ese alma, porque ahora solo estáis esperando que os amen sin condiciones, o no, porque también es posible, que ni tan siquiera sepáis que es lo que estáis esperando. Pero es al revés, primero has de estar preparado/a para amar sin condiciones.
            Toda la enseñanza física y espiritual, se resume en cuatro letras A-M-O-R. Buscar ese amor en vuestro interior, en cada órgano, en cada célula, en cada átomo de vuestro cuerpo. Aprender a amaros a vosotros mismos por encima de todas las cosas, en cada aspecto de vuestra propia esencia, de vuestra divinidad, en cada aspecto de vuestra humanidad, hasta que sea ese Amor Divino el que dirija completamente vuestra vida. A partir de ahí, ya no buscareis el alma gemela, no la necesitáis, pero si llegara, entonces sí que estaríais preparados para reconocerla y para amarla.
            Así que en vez de buscar a tu alma gemela en los clubs de solteros, o en cada esquina, búscala dentro de ti, busca el Amor donde realmente está, que es en tu interior, y deja de perder el tiempo, ese tiempo que no va a volver, en buscar imposibles.
            Recuerda que haces camino al andar, y dependerá de tus pasos que el camino sea ancho y llano, o estrecho y lleno de vericuetos. Tu decides la vida que quieres vivir, una vida de ansiedad y búsqueda de imposibles, como tu alma gemela, en lugares inaccesibles, o una vida de dicha y amor, en la que no se ha de buscar nada porque ya lo tienes todo, y muy cerca, está en tu interior. Sólo resta conectar con ese interior.      
  

sábado, 27 de agosto de 2011

¿Un sueño o algo más?

            Iba caminando por un camino entre árboles, era un lugar en el que la naturaleza parecía haber expresado toda su belleza. Flores de todos los colores daban al ambiente una fragancia, que si me preguntaban cual era el olor predominante, sólo podría decir: que era un aroma celestial. Aves de plumajes exóticos llenaban el ambiente con un canto, que más parecía un coro de ángeles. Árboles gigantescos filtraban el sol para que la temperatura fuera siempre primaveral. De haber existido el paraíso, hubiera sido esto, sin lugar a dudas. En cualquier momento podían haber aparecido Adam, Eva y la serpiente.

Pero no, ellos no estaban, sólo estaba yo, disfrutando del momento, disfrutando del lugar. No sabía de dónde venía, no sabía adónde iba, ni que hacia en ese lugar, pero no me importaba en absoluto. Me veía vestido de blanco en un cuerpo que no sentía, en un cuerpo sin ningún tipo de molestia, ni calor, ni frío, ni hambre, ni sed. No tenía pensamientos, sólo disfrutaba de la belleza con cada poro de mi piel, y un solo pensamiento hubiera hecho que me perdiera en sus vericuetos, perdiéndome durante ese momento de la hermosura del lugar. ¡Nunca me había sentido tan bien!
Corría detrás de los pájaros, saltaba con las ranas, me sentaba en el suelo a disfrutar de la fragancia de las flores, o me tumbaba mirando como las ramas filtraban los rayos del sol.
Creo que me dormí en mi sueño, hasta que el ruido del roce de algo con las ramas hizo que abriera los ojos y prestara atención. Yo creía que estaba solo, pero no, allí, delante de mí apareció el caballo blanco más hermoso, más majestuoso y más impresionante que había visto nunca, con una crin y una cola largas, que se movían con la brisa, y además, tenía unas alas blancas, muy blancas, a los costados de su lomo, ¡era un caballo con alas!
Parecía disfrutar de mi cara de incredulidad, mientras doblaba sus patas delanteras e inclinaba la cabeza, invitándome a subir a su lomo. Por supuesto que el caballo no hablaba, ni yo relinchaba, pero  podía comunicarme con él. Su pelo era suave, me abracé a su cuello, sintiéndome aun mejor de lo que me encontraba en el paraíso que había encontrado. Sentía que me inundaba una paz, una alegría y un amor desconocidos hasta ahora.
Con suavidad, con dulzura, como si llevara sobre si una valiosa pieza de porcelana, empezó a elevarse, batiendo sus alas y moviendo sus patas como si estuviera trotando en una pradera. Se elevó y elevó, nuestra Tierra empezó a hacerse pequeñita, me hizo saber que daríamos un rodeo para ir al lugar a donde me llevaba, para que pudiera disfrutar del paseo. Dio varias vueltas a la Tierra para que pudiera admirar su belleza, pero ralentizaba su marcha, allá donde había guerras y los hermanos se mataban unos a otros, allá donde se estaba maltratando a la Tierra por su sobreexplotación, por la tala indiscriminada de bosques, por la polución generada por el bienestar del primer mundo, allá donde se hacinaba a la gente en campos de refugiados. El paseo era hermoso mientras no aparecía la mano del ser humano. Allá donde esta mano aparecía, comenzaba la destrucción, la guerra, la discriminación, el hambre, el maltrato, el dolor, la destrucción y la muerte.
No pude reprimir mis lágrimas por el dolor que la visión de la miseria humana producía en mí. La crin del caballo me envolvía acariciando mi cara para consolarme. Y por fin, cuando todavía no se habían secado mis lágrimas, el caballo alado empezó a descender sobre una especie de nube blanca y luminosa.
Una vez en tierra, o en nube, no sé muy bien, volvió a doblar sus patas delanteras y a inclinar la cabeza para que pudiera descender. Así lo hice y nada más apearme del caballo aparecieron ante mi unos seres, o no, porque sólo podía apreciar luminosidad, pero era tan intensa que me sentí envuelta en ella. En un instante, sentí mi unión con esos seres, era como si los conociera desde siempre.
-          Efectivamente, nos conocemos desde siempre, - dijeron -,  pero en el tiempo que llevas en la Tierra, has perdido la memoria de quien eres, has perdido la memoria de tu grandeza, de tu poder, de tu divinidad, al igual que todos tus hermanos allá abajo.

-          Pero tú, - prosiguieron -, con tus dudas, con tus preguntas, con tus experimentos, con tus luchas, con tu cabezonería, con tu voluntad, con tu paciencia, con tu valentía, con tus desafíos, y sobre todo con ese amor con el que has aprendido a conectar, has tenido destellos de quien eres, y en esos destellos has entendido que tienes un cuerpo, para a través de él, conectar con tu alma, justo con eso que ahora está aquí con nosotros. Todos somos alma, nosotros, tú, y tus hermanos en la Tierra.

-          En los últimos tiempos te has preguntado, nos has preguntado, casi suplicado, que era eso que tenias que hacer tan lejos de casa. Pero ¿Cuál es tu casa?, hijo mío, esta es tu casa, y la Tierra, toda la Tierra, sólo es el lugar donde tienes que llegar a recordar de dónde vienes y adónde vas, sólo es el lugar en el que tienes que aprender a amar, y después ayudar a recordar a tus hermanos, para que también despierten al amor.

-          Lo estás haciendo bien, pero aun tienes que amar más para confiar totalmente. Has dejado atrás casi todos los apegos, pero aun tienes apego a la duda de que has de hacer y al miedo de no hacerlo bien. Recuerda que todo siempre está bien. Recuerda que no estás sólo, ninguno en la Tierra estáis solos. Permanece atento a las señales y ama. Es todo lo que tienes que saber. Y ahora vuelve a tu cuerpo. Vuelve con el amor de todos nosotros.

-          No, – dije yo –, no quiero volver, quiero quedarme aquí por siempre.

-          Has de volver, cada vez estás más cerca de quedarte aquí para siempre, pero ahora, vuelve, mucha gente te está esperando. Te amamos.
En un instante me quedé solo y empecé a sentir que caía a una velocidad increíble, veía como iba acercándome a mi cuerpo, que un instante después despertaba con una fuerte sacudida.

jueves, 25 de agosto de 2011

¡Se valiente!, ¡Atrévete!

            Sé valiente, atrévete. Atrévete a prescindir de tus libros, de las enseñanzas de los instructores y de tus maestros, de películas, de citas, y empieza a mirar y a vivir la vida, tal cual es, sin las contaminaciones de otros. Esos otros que te explican la vida desde su punto de vista, desde su lugar en el camino, desde la estatura de su evolución, desde sus propias lecturas o sus propias enseñanzas. A fin de cuentas, sólo son palabras, que de nada valen, ni tan siquiera pueden expresar fehacientemente un sentimiento.

            Atrévete a vivir tu propia vida, no la vida que ellos han vivido, vive tus propias experiencias, sin querer vivir las suyas, siente tus propios sentimientos, sin sentirte mal porque no sientes lo que ellos han sentido. Todo lo que te digan puede servirte de guía, de información, pero nada más, no debe condicionarte para vivir tu propia vida, ni para experimentar tus propias experiencias, ni para sentir tus propios sentimientos.
            Sólo vas a crecer, sólo vas a evolucionar, sólo vas a acercarte a Dios viviendo tu  vida. Ni la de los maestros, ni la de los escritores de libros, ni la de tus padres, ni la de tus hijos, ni la de nadie. Sólo vas a ser feliz viviendo tu propia vida.
            Nunca nadie ha aprendido viviendo otra vida que no sea la suya, porque cada vida es única. Cada ser ha de vivir una vida que en nada se parece a la que puedan vivir otros, porque es la vida que necesita vivir para aprender aquello que es necesario por el lugar que en su evolución ocupa.
            Además, contesta con honestidad, ¿De qué te han servido tantos libros, tantos cursos, tantas charlas, tantas clases de yoga, tantas meditaciones?, ¿Cuánto has avanzado?, ¿Cuánto eres más de feliz desde la primera lectura hasta hoy, o desde la primera charla, o desde el primer curso?, ¿Cuánta es la desidentificación con tu cuerpo?, ¿Cuánto tiempo permanece detenida tu mente?, ¿Cuánto has ayudado a los demás?, ¿Ya no criticas nada ni a nadie?, ¿Ya no juzgas?, ¿Has olvidado lo que son los celos, o la envidia?, ¿Cuánto han decrecido tus deseos?, ¿Cuánta información has dejado de esconder para no perder tu poder?, ¿Ya hablas siempre con la verdad absoluta, sin esconder nada?, ¿Cuánto ha disminuido tu orgullo?, ¿Ya sientes a todos como iguales?, ¿Has dejado de maltratar, aunque sólo sea de pensamiento?
            ¿Sabes que la iluminación se puede alcanzar en un instante, solo con el reconocimiento de lo que eres y la asunción de ese conocimiento? No necesitas a nadie para alcanzar el conocimiento. Lo vas a alcanzar solo/a, en tu silencio, en tu meditación, porque para alcanzarlo no hay ni tan siquiera  que extender la mano, él llega a ti cuando le permites la entrada, cuando dejas de creerte que eres un cuerpo, cuando asumes que eres energía, que eres un alma, y actúas como tal. Entonces te sientes invadido/a de una energía que sabes qué es eso que leías en los libros. Y en ese momento, ya no importan las vacaciones, ni el coche del vecino, ni el aumento de sueldo, en ese momento ya no importa nada que afecte a tu cuerpo, porque sabes de inmediato que todo lo que necesites te será dado, porque te has abierto a la Totalidad, porque te has abierto al Universo y todo lo que el Universo ya te enviaba, pero que tú en la cerrazón de tu mente no te permitías recibir, ahora va a entrar en tu vida a raudales.
            Y para llegar ahí, te sobran los maestros, para llegar ahí, tu eres tu propio/a maestro/a. Esa experiencia, ha de ser tuya, de poco vale que te contemos nuestra propia experiencia, incluso puede despistarte por querer encontrar algo parecido. El final siempre es el mismo, pero no la manera de llegar a él, no la manera de vivirlo, no la experiencia.
            Atrévete ya y vive tu propia vida.

lunes, 22 de agosto de 2011

La posibilidad de ser feliz

             La posibilidad de ser feliz no es algo que se presente una vez en la vida, o dos. No. Se presenta en cada instante de nuestra vida y es mucho más fácil de lo que podamos imaginar. Porque la realidad es más rica que nuestra imaginación. Y porque es y fluye, a pesar de nosotros. 

Pensar las cosas o solamente imaginarlas es la posibilidad menos cercana a la felicidad. En cambio, vivirlas, a pesar de la dureza de muchas circunstancias, es abrirse a un mundo nuevo, inesperado, lleno de riquezas. No puedo quedarme esperando a que llegue un momento feliz y, que tal y como ha llegado se desvanezca y, entonces volver a la normalidad de infelicidad. Ni puedo  vivir permanentemente en el recuerdo de lo que fue, ya que la posibilidad de que vuelva a sentirme feliz, se convierte en la persecución imposible de un ideal que no existe.
Tampoco puedo obrar de la manera en que los demás creen que yo seré feliz, para hacerles felices a ellos. Amar es hacerlo desde un estado de paz interior muy grande en que, como decía Confucio, “El peso de mi conciencia es más fuerte que la opinión que puedan tener de mí. Incluso aquellos a los que más quiero”. 
Si me paso la vida tratando de satisfacer a  los demás y eso implica renunciar a mi plenitud interior, ni soy feliz, ni les hago felices a ellos. Pero si sigo mi camino, aún cuando ellos no lo compartan y/o no lo respeten, al menos puedo mostrarles que Amar no es dar nuestra aprobación a lo que el otro hace, sino acompañarle en su camino, sin condiciones. Para ser feliz no es necesario que nadie apruebe lo que haces. Mientras eso no suponga pisar su camino o hacerles sentir mal intencionadamente, tu nunca puedes sentirte mal por no seguir lo que ellos creen que sería “normal”. Es más, tu estado de felicidad debería ser la felicidad de los que te aman solamente por ver tu alegría y tu paz.
Conversando con una buena amiga me decía algo que me sugiere una respuesta: Siempre es necesario seguir adelante. La vida no se detiene y no podemos estar elaborando hipótesis y elucubrando de porqué los otros tienen determinadas reacciones conmigo, de porque no me quieren como nosotros creemos que merecemos y de porqué es así aún cuando nosotros les amamos de todo corazón.
¿Por qué lo hacemos tan complicado, siendo tan sencillo?
Y seguía diciendo: El Amor de madre y/o padre podrían hacernos comprender que damos amor porque queremos, sin esperar nada a cambio, porque ese es el estado natural del ser.
Muchas veces sufrimos por las reacciones de los demás y aún peor sufrimos porque la cabeza y el corazón se empeñan en entender que ha pasado. Pero incluso esta respuesta, que regresa a nosotros vacía y sin explicación, forma parte del misterio que nos envuelve a todos y, como tal, solamente podemos respetar, esperar y confiar, confiar plenamente.
El Amor es la fuerza que lo revoluciona todo, sólo cabe esperar, porque sólo en él cabe la posibilidad de ser feliz de manera permanente. Entonces ya no hay preguntas ni respuestas vacías. Deviene un espacio donde el reencuentro es la razón del Amor y donde ya no caben las justificaciones. Se desmoronan las ideas, los pensamientos, la imaginación. Todo es un vacío mental donde lo único importante es sentir ese Amor y reconocerse como hermanos. Ya no sirven las palabras que quieren clarificar nuestras reacciones y el corazón se olvida de hacer reproches o guardar resentimientos, porque el reencuentro con la esencia de uno mismo está por encima.  

Sólo cuenta el saber que estás en el lugar adecuado y en el momento adecuado, al lado de aquellos que has amado tanto, sin remedio, y sin posibilidad de odio ni rencor. 

Y ni las palabras pueden atesorar ese momento ni describir como llega. En él solo puedes reconocer una certeza, Dios está ahí. Ha estado siempre, incluso en los momentos más duros, y ahora es feliz de ver como sus amados hijos retornan al origen, retornan al Amor. Porque el Amor, todo lo puede. 

Gracias, amiga.
Entrada publicada por Elisenda Julve.

domingo, 21 de agosto de 2011

La realidad puede ser otra

            Amigo, amiga que hoy, no por casualidad, estás leyendo esto. Hoy necesito explicarte una realidad concreta, como tantas. Pero que hoy, a mi me ha interpelado como ser humano, como instrumento de Dios en este mundo.
Esta mañana he vivido la realidad de una persona que aprecio y respeto porque, como yo, es un ser humano, a pesar de las diferencias culturales que nos separan. Que más me da como ve el mundo esta mujer, a quien vota o si me cuesta entender sus palabras. Es un ser humano, que como tú y como yo, pisa esta tierra, respira, camina, habla, ama.
Lamentablemente sufrió un percance y le entró un líquido corrosivo en el ojo por lo que tuve que acompañarla al hospital. Un hospital deprimente, decadente y caótico. Una vez entramos yo pretendía que la atendieran de manera inmediata, ya que era una emergencia. Pero no, allí de pie, con la mano en su ojo ardiente tuvimos que hacer cola y cuando nos toco el turno nos comunicaron que no había cupos para oftalmología. ¿Cómo? No es posible. -Es una emergencia. -Exclamé.  Entonces nos derivaron a un pasillo con unas puertas maltrechas donde se anunciaban diferentes especialidades. Me vi llamando a la puerta, sin poder esperar a que está se abriese en ¿Cuánto? ¿Un minuto, diez, una hora, dos? La doctora, al decirle que había ocurrido, dictó a la enfermera un remedio para limpiar el ojo. Pero no, tampoco iba a ser rápido. Yo, tenía que cancelar primero. Es decir hacer otra cola en la ventanilla de caja para pagar la jeringa y el líquido que iban a necesitar. Sorprendida, aunque ya lo sabía pero no lo había vivido, sugerí que fueran tratándola mientras yo, como no, iba a pagar lo que fuera. Pero no, primero había que cancelar. Así que ella tuvo que esperar para enjugar sus lágrimas de dolor y de miedo hasta que yo regresé. Felizmente no hubo que lamentar males mayores pero mientras la acompañaba a su casa yo iba reviviendo lo visto en aquel lugar donde nadie va por gusto, sino porque necesita y, a veces urgentemente, que le atiendan, le alivien su dolor y también atenúen sus miedos.
Pero todavía me quedaba más por ver. Tomamos un taxi para no tardar mucho en bus y porque estos, según me dijo ella, la dejaba un poco lejos de su casa. Pero ni con el taxi nos ahorramos caminar y caminar, pues el conductor no quiso subirnos al cerro donde ella vive. Si ni ellos mismos quieren llegar ahí. ¿Qué será?  Así pues con el ojo vendado y con el susto aún en su cuerpo tuvimos que empezar a caminar bajo un sol de justicia, montaña arriba. Y cada vez más arriba mientras ella me contaba la dificultad que representa adquirir un trocito de tierra para poder hacerse un techo para vivir. Yo, callada, casi no tenía pensamientos, apenas  iba observando la belleza del paisaje de estos Andes: el cielo, el verde, las majestuosas montañas, y  viendo lo generosa que es la tierra y sintiendo como el Amor de Dios se refleja en la naturaleza.
Pero el cansancio me volvía a la realidad por un instante y no podía creer que aún siguiéramos subiendo. Ya quedaba lejos el lugar donde paró el coche y donde terminan su trayecto los destartalados buses. Entonces,  de repente,  me encuentro con un conjunto monumental de torres de electricidad, antenas telefónicas y no sé cuantas y cuantas antenas. Al pie de ellas unas casitas, más bien unas chozas, de apenas 20 metros cuadrados donde, me cuenta, viven algunas familias a las que el estado les paga para que vigilen. Y a partir de ahí, tierra, viento, frio, soledad y una ciudad abajo repleta de gentes, muchas de la cuales, me temo que, jamás, seguro, han llegado tan alto.
Después de observar atentamente todo lo que se me estaba revelando, con tanto contraste, apenas vemos tres o cuatro casas más y ella señala: - Allá vivo yo. Llegamos y me cuenta que poco a poco la acabarán de construir con sus manos, ella y su marido.  Y observo que en lugar de ventanas hay  plásticos azules y que no  hay escaleras. Y que para bajar a la puerta de la cocina hay que, literalmente, descender  por un barranco. Y saluda al vecino, que “colgado” en el mismo barranco, trata de allanar la tierra con sus manos y la ayuda de dos rudimentarias herramientas. Un resbalón y uno cae y desaparece de repente para siempre entre los valles. Mis sensaciones sobrevienen una detrás de otra y sólo algún pensamiento se cuela ante tanta sorpresa. Muy amablemente me invita a entrar. Allá en un espacio pequeño  y oscuro me ofrece agua. Estamos en la cocina. Y ella no para de justificarse que está por terminar pero que poco a poco, como sintiéndose mal por el hecho de vivir ahí. Y yo, exhausta de andar y absolutamente atónita, por unos momentos me siento también mal. Porque puedo sentir lo que ella está sintiendo y porque yo me siento una privilegiada. Soy una privilegiada. Pero en absoluto más que ella. ¿Entonces?  
Ella cría a sus hijos, lleva su casa, estudia, trabaja……… como muchas mujeres.
Y sufre, siente, padece, ama, cae y se levanta como tú y como yo, como todos los seres humanos.
Entonces ¿dónde está la diferencia, podemos preguntarnos? E incluso podríamos afirmar que ella posiblemente así es feliz.  Sí, posiblemente. Pero si tanto lo fuera no desearía otra realidad para sus hijos. Y ahí entiendo la diferencia. Todo lo que  ella hace, como tu y como yo, no es para  vivir mejor, no. Es, para SOBRE-vivir. No para cambiar la ventana por otra que cierre mejor, sino para poder una, la que sea y poder quitar el plástico. No para ir al restaurante un día sino para poder comer cada día. No para tener un coche, sino  para que al menos le alcance para coger ese bus. No para hacerse una liposucción pero si para poder cancelar para que la atiendan en el hospital si un día ella o sus hijos tienen una emergencia.  Y así todo. Por tanto. . . me pregunto, ¿Qué puedo hacer yo?, ¿Qué debo hacer yo? 
De repente, me doy cuenta que tengo que marcharme. Y empiezo a andar. Y empiezo a bajar por el cerro, con los cerdos y las gallinas saliendo a mi paso y contemplando nuevamente la belleza del paisaje, tanta, que siento como si estuviera contemplando  el mundo entero. Lo puedo sentir entre mis manos. Mío. Tuyo. De todos.  Voy bajando apenas murmurando para mis adentros. No me queda casi ni murmullo. Qué pequeña me siento ante la inmensidad que veo, y que pequeña también ante la realidad del mundo, y más aún, de mi misma.
Ha sido un día inesperado. Y de aprendizaje, que sin duda aún estoy vislumbrando. Si Dios me muestra quien soy y donde estoy  en el mundo, creo que es para que tome consciencia de que no llegué allá por casualidad o para pasar una mañana diferente y poder contarlo aquí. Hay algo más, mucho más grande, detrás de cada realidad que vemos. Es la capacidad de observarlo con los ojos del Amor y sentir en carne propia el latir del corazón del otro, su sentir, su humanidad. Sentir al otro es el primer paso para comprender y caminar a su lado. Respetando sus costumbres, su cultura, su ser y tenderle esa mano que necesita. Pero me sigo preguntando que a partir de ahí,  ¿Qué puedo hacer? ¿Por dónde empezar? ¿Quién soy yo para decidir que ella necesita lo mismo que yo tengo?
 Ante esa pregunta me digo que somos muchos los que alguna vez, o más, nos hemos encontrado en esa tesitura y nos hemos sentido de mil formas distintas. Impotentes, incapaces, egoístas, pobres,… Pero lo que si tengo claro es que yo no estuve ahí para bendecir mi suerte, girarme y marchar.
Y que tú, que estás leyendo estas palabras, tampoco estás aquí para bendecir la tuya, girarte y marchar.
Atiende pues, tú que puedes, y no pongas más excusas. No retrases lo que has venido a hacer en este mundo. Tu mano alcanza más allá de lo que puedas imaginar. Siempre, siempre, hay alguien que te necesita. Cerca, lejos, antes o después.
Aquí, allí, cerca, lejos. Dónde sea, ofrece, comparte algo de lo que tienes sin pensar en lo que te representa. Seguramente, si estás leyendo esto tienes algo más que esa persona. Puedes conectarte con un mundo global, virtual, en el que una simple lectura  puede cambiar tu vida, puede cambiar su vida.
Por si eso ocurre, te invito a conocer a nuestra Fundación, Fundación Elial, que con el Espíritu de Gratitud y Amor por todo lo que hemos recibido, decidimos un día darle voz a los más pobres, a los que nos necesitan y que, como tú y como yo, lloran, ríen, se caen, se levantan, aman. Aquellos en los que Dios tiene puesta su mirada.
Es dando que se recibe. No lo dudes. Da, comparte lo poco o mucho que tienes y tus riquezas serán innombrables. Ellos confían en Dios. Y tú eres instrumento del Dios Bondadoso y Eterno que mora en tu ser.
Gracias, que Dios te bendiga.
Entrada publicada por Elisenda Julve.