El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 14 de junio de 2011

Meditación con Kuan Yin

           Kuan Yin es  la Bodhisattva de la Compasión y es venerada por los budistas de Asia del Este. También se la conoce como la Bodhisattva china de la Compasión. El nombre Kuan Yin significa "la que oye el llanto del mundo".

Es comúnmente aceptado que la figura de Kuan Yinn es la homóloga femenina de Avalokitesvara. En Occidente suele ser conocida como la "Diosa de la Misericordia", que es su cualidad más destacada. En la mitología taoista, donde se dan otras historias sobre su origen que no están directamente relacionadas con Avalokiteśvara, es conocida como  Ci Hang Zhen Ren y es reverenciada y considerada inmortal.

Kuan Yin ha hecho voto de no entrar en los reinos celestiales hasta que todos los seres vivientes hayan completado su proceso de iluminación y se liberen del ciclo de nacimiento, muerte y reencarnación.

En la devoción popular, Kuan Yin rescata a quienes acudan a ella en momentos de dificultad, sobre todo ante los peligros producidos por el agua, el fuego o las armas. La Bodhisattva comprende los sentimientos de temor y responde a las peticiones de ayuda con su compasión. Como Madre Misericordiosa, oye las peticiones de quienes desean tener hijos.

Meditación con Kuan Yin
Sentados con la espalda recta

Respira suave y pausado, con calma y tranquilidad, permitiendo que salga toda la tensión de ti con la exhalación.
Tienes una gran sensación de paz y serenidad invadiendo todo tu ser.

Lleva la mano izquierda a tu corazón………
Tienes un gran sentimiento de amor…………

Deja que ese amor crezca y se manifieste en tu corazón……… en tu cuerpo………. Y en tu alma……….
En el centro de tu corazón tienes un Templo Sagrado………. Sólo tú tienes acceso a él………….. y ese templo es tu refugio indestructible……….

Es un buen sitio para que recojas tu mente cada día, de esa manera mantienes el camino de tu vida abierto y libre de formas de pensamiento dañinas…..
El Templo de tu corazón es luminoso, como un sol radiante…………….. En él se encuentran la gloria y el poder………. Como un pequeño universo, acogedor………. Bañado por una luz entre celeste, lila y dorada.

Si permaneces en silencio escucharás una melodía tranquila y celestial.
En el centro de ese templo hay una llama encendida, de color violeta…….

Luminosa………. Y vas a entrar dentro de esa llama………. No hay ningún peligro, es la llama del amor………… descansa ahí un momento…………….
………………….

Y observa ahora como esa llama se transforma en una cascada de agua purísima de color violeta, que va limpiando todos tus apegos………. Tus rencores………. Tus gestos negativos………. Todo lo que no te gusta de ti………. Y Perdónate………. Perdónate todo………. Perdónate por todo………..
Sal de la cascada………. Vuelve a visualizar la llama………. Y deja que entre en ella la persona a la que quisieras enviar tu perdón definitivo…… tu armonía…… tu paz……. Tu amor……..
Desde el mismo centro de la llama, en tu corazón sale un rayo de luz de amor…… hacia la persona que has colocado en la llama…….

Esa luz llega al corazón de la persona………. Y puedes ver su respuesta…….. Sientes su agradecimiento……….. Sientes su felicidad………. Sientes una liberación, en los dos, de soledades………. de tristezas……….. de rencores.
Sientes que el amor y la misericordia son muy bien recibidos………. Y te son devueltos a ti multiplicados………..

Entonces se produce una sanación de energía………. Porque la energía de amor que sale de tu corazón creó la luz sanadora más potente que existe……….
Es La fuerza de la luz y el amor que ilumina todas las almas……….

Nunca deja de iluminar………. Y es bien recibida por todos……..
Puedes sentir como una corriente de retorno llega a ti…….. Es una ley inquebrantable e infalible……… siempre recibes lo que estás enviando.

Deja que se desvanezca la imagen de la persona que habías colocado en la llama………..
Mantén tu silencio interior sintiendo esa llama en el centro de tu templo, en tu corazón……..

Ofrece ahora tus momentos de amargura a la llama violeta……… como una ofrenda de tolerancia……… y permite que se quemen……….. Hazlos polvo con esa llama de color violeta………. Todo gesto de desagrado……… de fastidio o de intolerancia……….. Debe ser purificado también a través del Perdón……….
Y según se van purificando tus emociones sientes que esa llama la Chispa Divina que habita en ti………… y te otorga la felicidad……….. la paz……….. la serenidad………..

Y empiezas a ver como una figura luminosa aparece en el resplandeciente Centro de tu templo………
Es la Virgen María…………

Has logrado que ella misma esté presente en el Templo de tu Corazón, y te regala sus bendiciones:
Repite en silencio dentro de ti:

Que la Paz de Dios sea sobre mi hogar.
Que el Amor de Dios sea en mi Corazón.

Que la Luz de Dios sea en mi Alma.
Que la Sabiduría de Dios sea en mi mente.
Que la virtud y la pureza de Dios sea en mis sentimientos.

Que la Fuerza y la Vitalidad de Dios sea entre los miembros de mi familia
Que la Salud y Bienestar de Dios sean manifiestos en mi cuerpo.

Que la Gracia de Dios sea en mi adoración.
Que los Talentos e Ingenios de Dios sean manifiestos a través de mis sentidos.

Así cada día:
            Mi fe será perfecta.

Mi voluntad será perfecta.
            Mi palabra será perfecta.

Mi acción será perfecta.
            Mis medios de existencia perfectos.

Mi memoria será perfecta.
            Mi meditación será perfecta.

Yo Soy   Yo Soy   Yo Soy
Y por siempre, la Virgen María quedará en el Templo de tu Corazón.

-          Mantente en meditación sintiendo ese amor todo el tiempo que te apetezca.
      -          Y antes de dar por concluida tu meditación, acuérdate de agradecer la ayuda que has recibido de Dios, de la Virgen María, los Maestros, de tus guías, de los ángeles.

-          Y  termina respirando más profundamente alargando la inspiración.


viernes, 10 de junio de 2011

Yo confieso (II)

            He perdido la cuenta de cuándo fue la primera vez que me senté a meditar, pero lo que no he perdido es la sensación de cambios en mi carácter a lo largo de esta vida de meditación.

            Han sido muchos los cambios, y todavía muchos que quedan por cambiar, (parece que no se acaba nunca de construir el carácter). Pero para que esos cambios se produjeran ha sido imprescindible “darme cuenta” de “las fallas en mi carácter”.

            El primero del que soy consciente, fue la “falta de voluntad”. A pesar de que me encontraba muy bien meditando, me costaba sentarme, o al menos, me costaba sentarme a ciertas horas, como podían ser las horas del amanecer. Tuve que trabajar duro para poder dominar a esa especie de animalito que todos, o yo al menos, llevaba dentro y que me decía quedito: “¿Dónde vas a estas horas con lo bien que se está en la cama, y con lo poco que has dormido?”. Como entonces todavía me identificaba al ciento por ciento con mi cuerpo, cuando vencí al animalito, lo sentí como un triunfo personal y me sentí muy “orgulloso” de mí mismo.

            El segundo fallo que tenía, era “esperar algo”. Cuando escuchaba hablar a los maestros que guiaban mis meditaciones del “despertar de la Kundalini”, de “la serenidad de la mente”, de los “siddhis o poderes psíquicos”, de la “sanación a través de la meditación”, etc., yo, quería conseguirlos todos en una hora, mejor que en un día, o en un  mes, o en un año. ¡Pobre infeliz!, entonces todavía no sabía, y no terminaba de hacer todo el caso que debía a mis maestros, que meditar esperando un objetivo, es la mejor manera de no conseguir ese objetivo, y casi añadiría más, no es meditación. Sólo empezaron a suceder “cosas”, cuando me senté a meditar por puro placer. Pero entonces, lo importante para mí, no era lo que sucedía, sino la propia meditación. Y volví a sentirme “orgulloso” de mi mismo.

            Recuerdo ahora, que uno de mis maestros me dijo un día: “Tendrías que trabajar tu orgullo”, y recuerdo mi respuesta como si fuera hoy: “Yo soy así, es mi carácter”.  Claro que era mi carácter, pero un carácter a medio construir. Cuando fui consciente y empecé a trabajar el orgullo, un ochenta por ciento desapareció de inmediato. Después de eso, ya no me sentí orgulloso. Todo empezaba a estar bien.

            He seguido y sigo “dándome cuenta” de cada acontecimiento que sucede en mi vida, y las preguntas que me hago en cada suceso son: ¿Esto tiene amor?, ¿Está hecho con amor?, ¿Esto lo quiero para mí?, ¿Me gustaría que eso que he dicho me lo dijeran a mí? Por supuesto que las respuestas a esas preguntas no siempre son las acertadas, aun sigo errando, por eso sigo meditando, por eso sigo trabajando mi carácter.

            Yo sé que no soy perfecto, como ninguno de los que estamos en un cuerpo en la Tierra. El día que llegue esa perfección, en esta vida o posteriores, se habrá acabado nuestro ciclo de nacimientos y muertes, ese día nos iremos a otro lugar, ya sin cuerpo, para seguir trabajando otras facetas que ahora no alcanzo a entender.

            Y tampoco quiero entenderlo, sólo sigo meditando, sólo quiero ser cada día una mejor persona, y espero conseguirlo algún día, en alguna vida.

            Si te has visto retratado por tu falta de voluntad, por tu querer conseguir poderes meditando, por tu orgullo, por tu intransigencia, etc., etc., sólo puedo decirte que no te desanimes, que puedes conseguir eliminar todos esos defectillos. ¡Sigue meditando!

martes, 7 de junio de 2011

El arte de meditar

            En la mayoría de los casos nuestra mente trabaja a un ritmo vertiginoso día y noche. Nuestros pensamientos son un maremágnum continuo de horarios, preocupaciones económicas, fantasías sexuales, listas de la compra, problemas domésticos, inquietud por los hijos, planes de vacaciones, etc., etc., etc., como un carrusel que nunca para. Esos pensamientos suelen girar en torno a las actividades cotidianas y crean unas pautas mentales que no dejan lugar para el silencio.

El problema es que hoy tenemos los mismos pensamientos que ayer y los mismos que vamos a tener mañana. Nuestras mentes están ocupadas en la misma conversación interior todos los días.

Aprender a estar en silencio y a meditar implica descubrir como entrar en los espacios que existen entre los pensamientos.

En ese silencioso espacio vacío entre nuestros pensamientos, podemos disfrutar de una sensación de paz total que normalmente nos es desconocida, lo que pasa que con todos los pensamientos que pasan por nuestra mente cada día, no hay tiempo para entrar en ese hueco entre pensamientos, sencillamente ¡porque no existe!, y eso trae como consecuencia el que nos sintamos tensos, inquietos, estresados, y eso en el mejor de los casos, ya que también podemos enfermar, el cuerpo es un reflejo de lo que pasa por nuestra mente.

La manera tradicional de controlar esos pensamientos es la meditación. Meditar es experimentar alivio del desasosiego y del parloteo constante de la mente para llegar al silencio y sentir paz interior.

Meditar significa que no debe haber ningún movimiento en la mente, que debe estar completamente quieta. No hay movimiento, no hay tiempo, no hay pensamiento. Meditar es un “arte”, es colocarlo todo en su sitio, de manera que no haya ningún tipo de confusión. En la meditación, la mente descubre por sí misma la “Grandeza” de todo lo que es verdadero, del objetivo de la vida, de lo sagrada que es la vida y todo lo que la envuelve, con lo que llegados a este punto se tratan todas las cosas con respeto, ya que son sagradas.

            Pero…… ¿Puede la mente estar realmente quieta?, ¿Puede parar su cháchara tanto en la meditación como en la vida diaria?, ¿Puede dejar que comparar de manera permanente?, ¿Puede atender al cien por cien?, ¿Puede prestar completamente su atención a todo lo que pasa?, o permanece siempre comparando con el conocimiento acumulado, con situaciones anteriores, con lo que se espera o desea, con el resto del mundo.

            La meditación es algo que llega, que no puede ser buscado, y para que eso ocurra se ha de entrenar permanentemente a la mente. Un magnifico entrenamiento es vivir la vida con total atención, atención sin comparar, atención con cada célula del cuerpo. Si se presta total atención a la vida, sin utilizar el propio conocimiento, sin las creencias, sin los deseos, entonces hay verdadera atención, y esa atención es silencio, y ese silencio es meditación, verdadera meditación.

            Es en ese momento cuando se produce la transformación de la mente, y la vida se convierte en comprensión, en misericordia, en amor. Es en ese momento cuando alcanzamos la meditación. Es en ese momento cuando la meditación se convierte en un arte.

           


jueves, 2 de junio de 2011

Dormir..... soñar...... despertar...... recordar

            Si crees que eres un cuerpo y que estás en la Tierra por accidente, por casualidad o por una noche loca de amor, y que al final de esto que llamamos vida no hay nada más que la desaparición de la faz de la Tierra y la descomposición del cuerpo, no hace falta que hoy sigas leyendo esto.

            Pero si eres de los que crees, que no estás aquí por casualidad y que tu estancia en la Tierra es algo elegido por ti, (aunque no te acuerdes de ello), y que además has pactado tu nacimiento, cada paso de tu vida, cada encuentro, cada situación y cada aprendizaje. Si crees que al final de la vida física sólo desaparece tu cuerpo y que tu “vida” sigue de alguna manera, no recordada ahora por nosotros, entonces si, puedes continuar leyendo, si te apetece.

            El trabajo que tienes que realizar para desarrollar tu aprendizaje, en realidad, es muy sencillo. Ni siquiera es aprendizaje, sólo es un recordatorio. Si somos eternos, antes de nacer en un cuerpo físico, es seguro que estábamos en algún lugar, y es a ese lugar a donde tenemos que volver, una y otra vez. Volvemos tantas veces como veces dejamos el cuerpo, y casi nada más abandonar el cuerpo, nos volvemos conscientes de donde estamos, nos volvemos conscientes de que estamos en nuestra verdadera casa, con nuestra verdadera familia. La razón por la que no recordamos cuando estamos en el cuerpo, es bien sencilla: Si recordáramos de dónde venimos, no querríamos estar aquí, querríamos abandonar el cuerpo para ir a nuestra casa. Y eso no era lo pactado.

            Insisto, recordar es muy sencillo. Y si no lo parece es porque lo complicamos sin ninguna necesidad, lo complicamos por desconocimiento, lo complicamos porque algo dentro de nosotros nos impulsa a “servir” y a “proteger” a nuestro ego. Nuestro ego es el “yo”, el “mi”, lo “mío”. Pero este impulso de servicio y protección de nuestro “yo”, no es necesario, y no lo es porque aquello que realmente somos, no corre ningún peligro.

¿Qué somos?, ¡somos un alma! Y el alma, nunca se ha visto herida, no necesita protegerse, no necesita sirvientes, porque sigue como cuando estaba en “casa”, limpia, pura, sin que la afecten los problemas de la vida.

¿Problemas?, ¿Qué problemas?, los únicos problemas que existen, todo aquello que queremos solucionar y proteger no existe fuera de nuestra mente.

Nacer a la vida, es dormir mientras esta dura. Y mientras estamos en la Tierra, dormidos, soñamos otra realidad. La realidad del deseo, la realidad del sufrimiento. Nuestro sueño comienza en el instante del nacimiento, ya que en los primeros compases de la vida vamos paulatinamente olvidando de dónde venimos. Y a partir de aquí, vamos, en nuestro sueño, acumulando ideas y creencias sobre nosotros mismos y el mundo. Conceptos, prejuicios, deseos, temores, como somos, que piensan los demás de nosotros, quien nos agrada y quien nos disgusta, etc., etc. Pero todo esto, sólo está en nuestra mente, en la manera en la que hemos ido interpretando nuestras experiencias, ya que si las hubiéramos interpretado diferente, todo cambiaría, todo tendría un sentido diferente. Pero a nosotros nos da lo mismo, para nosotros es nuestra propia realidad y nos quedamos enganchados a ella. ¡Nos olvidamos completamente de nuestro verdadero ser!, ¡Nos olvidamos del alma!

Creer que somos una entidad diferente es una quimera, es una ilusión, es producto de nuestro sueño mientras permanecemos en el cuerpo. Pero sí que hay una realidad, el cuerpo y la mente si necesitan protección y cuidados; pero no el alma.

Vivimos en un mundo de sueños donde lo mental y lo físico son las únicas realidades que percibimos, y nos vemos a nosotros mismos y a nuestros semejantes como seres diferentes, independientes, separados. No es así, estamos dormidos.

Sólo hay que despertar, sólo hay que recordar. Pero, ¿Cuándo se inicia el despertar? ¿Cuál es el despertador que hay que utilizar? ………., ¡Fácil!, hay que utilizar la propia mente:  Permanecer atentos, para soltar “la creencia”, “el punto de vista”, “el placer”, “el dolor”, “la enfermedad”, “el sufrimiento”, “el deseo”. Soltar es vivir la experiencia, sólo hay que permitirla sin juzgar, permitirla tal como es, permitir el dolor y el placer en la misma medida, en el momento justo. No se ha de permanecer presentes en la experiencia permanentemente, se ha de vivir en “el momento que toca”, completamente, sin rechazarla, sin esconderla. Se ha de vivir la experiencia, pero una vez que esta ha pasado no se ha de volver a ella.

Vivir completamente la experiencia es el inicio de la sanación, es el inicio del despertar, es el inicio de ver a Dios en todas las cosas. Permitir la experiencia sin juicios, permitirla tal como es, permitirla en el momento que llega, nos va a permitir despertar, recordar y crecer para acercarnos a nuestro verdadero hogar, para acercarnos a Dios.

miércoles, 1 de junio de 2011

¿Intolerancia o falta de amor?

            Por fin sábado, y la familia Equis está preparándose para ir a pasar el fin de semana a su casa de la playa. Era un día precioso de principio de la primavera, el sol ya empezaba a calentar, y parecía un buen plan tomar el sol a la orilla del mar.

La señora Equis corría de un lado a otro de la casa preparando la ropa para el fin de semana de toda la familia, preparando los útiles de limpieza, ya que hacia tres meses desde la última vez que estuvieron en la casa de la playa, preparando comida para el fin de semana, vigilando la lavadora para tender la ropa en cuanto esta terminara, diciendo, mientras tanto a los niños, de ocho y diez años, que dejaran de jugar y no se olvidaran los deberes del colegio. Los niños jugaban, y entre juego y juego guardaban un cuaderno o un libro en su mochila, coincidiendo con los avisos de su madre. El señor Equis, mientras tanto, sentado en su sillón leía el periódico del día, mirando su reloj, cada vez con mayor insistencia, parecía que el reloj funcionaba gracias a su mirada, ya que le miraba cada minuto, parecía un lobo enjaulado, hasta que al despegar la mirada del reloj, paseó la vista por la casa y viendo a los niños jugar, sin poder reprimirse les gritó: ”Ya está bien de juegos, y que hace vuestra madre, ¿no sabe que a este paso vamos a salir con retraso?, y siguió gritando: “María, cada día igual, como siempre vamos a llegar tarde”. Y después, el silencio, el lobo había dejado salir su rabia, y se había calmado por unos minutos, ¿Cuánto duraría la calma?....... bien poco, ya que unos minutos después volvió a despertar la fiera: “María, ¿quieres terminar de una vez?, ¡cada día eres más lenta!, ¡estoy hasta los…… de esperar!…….., siempre igual. Y otra vez el silencio.

Por fin la señora Equis terminó toda faena en la casa y pudieron emprender el camino, mientras el señor Equis seguía con sus reproches y sus gritos. ¡Qué agradable fin de semana para la esposa!, ¿verdad?

Meditar un momento en la situación…………………, el señor Equis sentado y gritando a su esposa y a sus hijos, mientras su esposa trabaja y trabaja. A mí se me ocurren varias preguntas: ¿Es importante salir a una hora determinada cuando se va a descansar?, ¿Con que animo puede enfrentarse al fin de semana la señora Equis?, ¿Es un fin de semana de descanso para el matrimonio o sólo para el esposo?, ¿En el contrato de matrimonio de los señores Equis dónde estaba escrito que todo el trabajo de la casa lo haga la esposa?, ¿Con cada grito se adelanta el tiempo?, ¿Porqué los reproches?, ¿Porqué los insultos?, ¿Porqué los gritos?, ¿Porqué la intolerancia?, ¿Porqué la incomprensión?

Recordar que es el Amor: “Amar es hacer feliz a la persona amada”, “Amar es dar sin pedir nada a cambio”.

¿Creéis que es posible que el señor Equis ame a su esposa y a sus hijos? Si así fuera, sería feliz viendo jugar felices a sus hijos, y no les gritaría. Si así fuera, colaboraría con su esposa, en vez de gritar. Si así fuera, lo importante sería hacer que los suyos iniciaran el fin de semana con alegría. Si realmente les amara, velaría por su felicidad en lugar de reprochar; velaría por su alegría en lugar de gritar; velaría por su integridad en lugar de insultar.

Recordar también, que el mejor aprendizaje es el ejemplo. ¿Qué ejemplo creéis que están recibiendo los hijos del señor Equis? Sus hijos, están carentes, al menos, de un cincuenta por ciento de amor. Sus hijos están aprendiendo a maltratar a su futura esposa y a sus futuros hijos. Sus hijos están aprendiendo lo que es la intolerancia. Sus hijos están aprendiendo lo que es el desamor.

Recordar, otra cosa: “Todo está bien siempre”. No pasa absolutamente nada por llegar más tarde al lugar de veraneo: ¿Para qué gritar? si la vida va a seguir pasando, sólo que más amarga por tanto reproche. No cambia nada con la intolerancia, no pasa nada por tomar dos horas menos de sol, no pasa nada por estar más tiempo en caravana, no pasa nada……, salvo que los receptores de los reproches se van a distanciar cada día más del maltratador/a.

Recordar por último: “Todo sucede por algo”. Si sales más tarde, ¡abre los ojos!, ¡abre la conciencia!, porque por alguna razón se ha producido el retraso, y si vas gritando, además de perderte como pasa la vida, puedes perderte algún evento importante.

¡Reflexiona! ¡Reflexiona!

martes, 24 de mayo de 2011

Identificación

            Llevo tiempo meditando sobre la frase “no somos el cuerpo”, y me doy cuenta de que las palabras, o el pensamiento, que  se manifiesta como palabra, aunque expresen claramente el objetivo de que no somos el cuerpo, son un obstáculo más que una ayuda. Y llego a esa conclusión porque justo al terminar mi meditación, el cuerpo me dice que necesita comer, y que siente dolor en una rodilla por la postura de la meditación, y que siente cansancio de pies después de caminar horas, y que el cuerpo vuelve a pedir comer al cabo de pocas horas, y por la noche, cansado, quiere dormir.

            Es decir, durante una hora, al amanecer, trato de sentir que no soy cuerpo, que soy un alma, y durante las dieciocho horas que permanezco despierto, el cuerpo me está indicando que está ahí, que necesita cuidados.

            Y me pregunto: Si yo, que tengo la voluntad de meditar cada día para desligarme del cuerpo, tengo que hacer esfuerzos para vivir como alma, ¿cómo se van a identificar como almas aquellos que ni tan siquiera tienen la duda razonable de que son seres divinos?, ¿Cómo van a vigilar sus acciones para tratar de conocerse cada vez más, si creen firmemente que son lo que piensan?, ¿Cómo se les va a hablar de lucha, esfuerzo o disciplina?, ¿Para conseguir qué?, ¿La liberación?, ¿La felicidad?,

            Muchos de vosotros/as, sabéis, igual que yo, que es así, que hasta que no vivamos como alma, hasta que no seamos Amor, no vamos a alcanzar esa liberación. Liberación que no sabemos muy bien que es, pero que podríamos explicar como el “no retorno” a la Tierra, el final de nuestras encarnaciones, la continuidad de nuestro trabajo en otro lugar. Pero ¿Qué trabajo?, ¿Cuándo se acaba esto?, además, si mi vida ha sido un paseo por un jardín de rosas, ¿Por qué no volver?, ¿Adonde hay que ir?

            Amigos míos, hay que volver al seno divino. Pero nuestra mente racional no puede entender esto, entre otras razones porque no quiere perder su individualidad, ella quiere seguir existiendo y dominando. A mí sólo se me ocurre una manera de explicarlo: Somos como esa gota de agua que el aire desprende de una ola. Mientras sea gota, tiene vida independiente, como nuestra vida dentro del cuerpo, individual, creyéndonos el ombligo del Universo, juzgando a diestro y siniestro e indicando a otros como nosotros, que han de hacer y cómo deben hacerlo. Pero llega un momento que la gota cae, y vuelve a formar parte de la grandeza del océano. Así es nuestra vuelta al seno divino.

            Pero para eso necesitamos entrenamiento, tenemos que empezar, poco a poco, a manifestarnos como si ya estuviéramos en ese océano de divinidad, y para eso, es imprescindible identificarse con “el océano” y no con el momento de vida independiente como gota de agua, como cuerpo. Es claro que mientras el hombre crea que es lo que está pensando y que es la imagen que le devuelven los espejos, difícilmente se va a identificar con su alma, difícilmente estará preparado para acercarse a la grandeza del océano de la divinidad.

            Sólo hay una forma de desidentificarse del cuerpo, y es permaneciendo alerta: Alerta para no juzgar, ya que los juicios sólo son el reflejo de ti mismo; alerta para no dañar de pensamiento, palabra u obra, ya que estás dañando a tu hermano que es una parte de ti, alerta para ayudar, para acompañar, para ofrecer, en resumen, alerta para amar. Así como la gota cae al océano de agua, el alma ha de llegar al océano del Amor. La gota cae al agua siendo agua, ¿Qué ha de ser el hombre para llegar al océano del Amor? Sólo ha de ser Amor.

            Recuerda las palabras de Jesús: “Todo lo que hagas a cualquiera de tus semejantes me lo estáis haciendo a Mi”. Podríamos añadir más: “Todo lo hagas a cualquiera de tus semejantes te lo estás haciendo a ti”.

domingo, 22 de mayo de 2011

Esperar....esperar

Que cansado es estar permanentemente dando explicaciones sobre lo que haces, dices o piensas esperando que te comprendan, te quieran y se alegren contigo de tus pasos.  Y que sencillo es no hacer nada de eso y vivir la vida sin preocuparnos de que pensaran, dirán o como actuará la gente que nos rodea. Desgraciadamente, estamos todavía demasiado sometidos a los juicios y opiniones de los demás. Y  menudo a cada paso que vamos a dar miramos hacia todos los lados para ver si nadie se ofenderá, si no perderemos amistades…… Y eso nos paraliza y no nos permite avanzar. Nadie nos obliga, es cierto, pero lo hacemos.

La espera, es la espera eterna de que las cosas sean como “se supone” que deberían ser. Pero claro las cosas son como son. Y son perfectas, aunque nos duelan. Además que absurdo esperar tanto cuando todos sabemos, por experiencia, que  la mayoría de las veces, nada ni nadie es cómo esperábamos. Por ello unas veces la vida nos sorprende en positivo y nos alegramos y otras nos sorprende de tal forma que “nos descoloca” (lo mal nombraríamos como negativo), pero lo que está claro es que jamás deja de hacerlo. Y está muy bien porque si todo fuera como queremos a menudo no tendríamos lo que realmente necesitamos para avanzar. Y no hablamos aquí de las cosas materiales, las que nos ocupan demasiada parte del precioso tiempo que tenemos para vivir. Ese es otro cantar.

Hablamos pues de lo que esperamos de las personas y de todo lo que esperamos recibir de ellas. Unas veces porque consideramos que hemos dado tanto que, claro, también queremos recibir. Otras porque se trata de mi mejor amigo, otras porque es la familia. Y así constantemente.  Parece un juego de a ver quién da más y siempre esperando recibir. Todo ello por supuesto trae disgustos, decepciones y hasta discusiones absurdas. A partir de ahí, a menudo pensamos e incluso podemos verbalizar  ofendidos “pues la próxima vez que pase tal cosa haré esto o aquello “ o “me voy a volver un egoísta y no pienso hacer favores a nadie”  o “cuando me llamen para visitarme diré que me marcho” o “no pienso felicitarle para su cumpleaños”………………….. Y así reaccionamos, a menudo, en caliente. Por suerte eso no sucede siempre. Porque por encima de nuestros instintos está la capacidad de perdonar, de reflexionar, de sentir que no vale la pena. Está la capacidad de Amar. Ese es nuestro trabajo, Amar por encima de todas las circunstancias. Estar allí siempre hasta para aquel que trató de ofendernos por si  un día decide regresar y acercarse a nosotros. Y si no lo hace, no pasa nada, pero hay que seguir ahí, queriendo de corazón.  Pero sin esperar, sin esperar nada de nadie.

Cuando encuentras tu equilibrio interior y te sientes en paz contigo mismo/a no necesitas estar pendiente de que harán los demás ni andar justificándote y defendiéndote permanentemente.   De la misma manera, tampoco actúas según lo que esperan ellos de ti. Eso no es amor. Es egoísmo disfrazado. Amar, por decirlo de alguna manera, es un “pack” indivisible que no depende de nada ni de nadie. Y  hemos venido para sentirlo y vivirlo, sin separaciones. No nos pongamos pues barreras nosotros mismos y dejemos de esperar. Avancemos con la vida que es puro movimiento, fluido, constante y rápido. Apenas estamos aquí unos años y algunos, muy pocos. Permitámonos pues ser, estar y  fluir con el devenir de la vida según sintamos cual es nuestro camino.

No malgastemos ya más energía esperando a…………. La felicidad está en nuestras manos,  sólo depende de uno mismo.

Entrada publicada por Elisenda Julve

sábado, 21 de mayo de 2011

Soledad humana

            En todas las religiones y filosofías nos aseguran que “el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios”. Sin embargo, si observamos las actividades humanas, estas parecen desdecir esta afirmación. Guerras, abusos, hambre, persecuciones, corrupción, explotación, mentiras; actuaciones estas, de unos hombres contra otros, que en nada se parecen a lo que Dios haría si encarnara en la Tierra. Y aun más grave es que muchísimos de los que predican que somos una imagen divina, los que tendrían que amar, que pacificar, los que tendrían que postular por la igualdad, son los que enarbolan la bandera de la discriminación.

Ante esto, bien podríamos decir que el hombre, a pesar de vivir en el seno de una gran comunidad, en la que se encuentra con toda clase de estímulos, de diversiones, de motivaciones, con toda clase de comodidades; está sólo, está realmente sólo, está desdichadamente sólo. Las razones parecen obvias, sus dirigentes sociales le engañan y le explotan, sus dirigentes religiosos, le discriminan; sus dirigentes intelectuales, le embrutecen con miserias humanas, en vez de enseñarle a pensar. ¡El hombre está sólo! Y a no ser que ese hombre haya alcanzado una evolución espiritual lo suficientemente elevada, siente el peso de su “soledad” de muy diferentes maneras: desamor, infelicidad, ansiedad, angustia, miedo.

No existe prácticamente ninguna diferencia entre el hombre de hoy, y los hombres de hace cientos de años. Si, es cierto que los avances tecnológicos de hoy no se pueden comparar con los de hace tan sólo cien años, pero ¿ha habido algún avance en el corazón humano?, ¿ha servido la tecnología para acabar con el hambre?, ¿con las guerras?, ¿han servido los avances para avanzar en el estado de felicidad? No, de nada han servido para el ser espiritual, y aun podríamos decir más, han servido para causar un grave retroceso en la espiritualidad del hombre.

Los avances tecnológicos han servido para reemplazar al hombre por la máquina, y el hombre reemplazado ¿Qué come? Los avances tecnológicos han servido para que todos comentemos en las redes sociales la injusticia del mundo, o la corrupción de los políticos, o la explotación de los banqueros, y ¿qué?, ¿sirve eso de algo para evocar el Amor en el corazón humano?, ¿sirve eso para el crecimiento y la evolución del ser espiritual?, ¿sirve eso para acercarnos a Dios, que es nuestra UNICA meta?

Aunque seamos un millón de personas unidas a través de las redes sociales, el hombre está sólo. Hay que ser consciente de esa soledad, y empezar a derrotarla. La lucha contra esa soledad, no se va a presentar en ningún foro mediático, ni en ningún campo de batalla, no se va a conseguir con los medios utilizados hasta ahora; la lucha contra esa soledad pasa por visitar el propio corazón. En el centro del corazón no existen conflictos, ni tensiones, ni miedo, ahí sólo hay Amor.

Y una vez que el hombre vive en su corazón, empezará a exportar esa tecnología, que no es nueva, que existe desde el principio de la vida. Y lo va a hacer de la única manera posible, amando, no discriminando, ayudando, compartiendo, hasta que una segunda persona aprenda a vivir en su corazón, y así ya serán dos batallando contra la soledad, y pronto cuatro, y luego ocho, y así sucesivamente hasta que la soledad desaparezca del corazón de todos los hombres. ¡Cambia tú para cambiar el mundo!, no hace falta que te unas a otros miles y vociferes, ten por seguro que así la soledad será la única ganadora.

Acaba primero con tu soledad, en la soledad de tu meditación, para alcanzar a vivir en tu corazón, en el lugar donde vas a encontrar el Amor, en el lugar donde vas a encontrar a Dios. Así tendrás claro que “el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios”, y será fácil para ti enseñar a otros hombres el camino.

jueves, 19 de mayo de 2011

Miedo a lo desconocido

                Lo desconocido asusta, da miedo, estremece. Al noventa y nueve por ciento de nosotros, nos han inculcado, o nosotros mismos hemos asumido, unos conocimientos, unas creencias, unos valores, que son nuestra brújula en la vida, que son nuestra guía, y es con ellos con los que vivimos, con los que nos relacionamos. Son el patrón con el que cortamos los retales de nuestra existencia.

            Cualquier nueva idea, nuevos pensamientos, nuevos conocimientos, otras maneras de actuar ante la vida, el desapego de lo material, cualquier cosa que se desvíe aunque sólo sea un milímetro de la senda aprendida, aterra a un porcentaje enorme de personas. Y ¿qué hacer ante esas personas? Nada, no se puede hacer nada, porque ¡Sólo es falta de amor!

El miedo es lo opuesto al amor. El amor inunda completamente el ser de la persona, no dejando espacio para nada más, ni para el orgullo, ni para la tristeza, ni para la rabia, ni para el egoísmo, ni para el ridículo, ni, por supuesto, para el miedo.

Cuando alguien se asusta ante lo desconocido, es que no existe la energía del amor llenándolo todo, y entonces aparece el miedo, miedo a perder su estatus, miedo a perder su poder, miedo al ridículo. Es seguro que en ese espacio que debía ocupar el amor, se encuentran esas otras emociones negativas, es seguro que la felicidad no es lo que define a esas personas. Y ante eso, querríamos hacer algo, querríamos ayudar a esas personas, ayudar a comprender, ayudar a despertar. Pero no podemos. Cada persona despierta cuando suena el despertador de su vida. Mientras tanto tenemos que respetar, e incluso velar su sueño.

            ¿Seguro que no podemos hacer nada? No, sólo hay que seguir el ejemplo de nuestra Madre Naturaleza, seguir ahí. ¿A cuántos no les agrada el tiempo que hace, o el color del paisaje, o el aroma de la flor o el discurrir de las aguas del rio?, y que hace la Naturaleza, nada, seguir estando. Sigue regalando el aroma de las flores, para que lo disfruten los que gozan con él, sigue su camino el río, para que se abstraigan en su corriente los que disfrutan con su discurrir, sigue luciendo el sol, y escondiéndose para que disfrutemos de la luz del relámpago. La Naturaleza no se siente ofendida nunca, Ella deja hacer, Ella sigue su ritmo, y el que quiera ver, que mire; y si alguien no quiere mirar, a la Naturaleza le da igual, Ella sigue ahí.

            Nosotros también tenemos que seguir nuestro ritmo ante aquellos que temen a todo lo que no sea su propia comodidad, su propio pensamiento, hemos de seguir ahí, sintiéndoles, amándoles, bendiciéndoles. Y cuando despierten de su sueño, que nos encuentren con los brazos abiertos, con una sonrisa, sin recriminar, sin juzgar, sin una sola crítica, ofreciendo nuestro brazo para que caminen más seguros.

            No existe nada desconocido. Cuando una persona abre sus ojos, se da cuenta de que todo es conocido, de que todo estaba planificado, de que todo es un aprendizaje, de que pasamos por la materia justo hasta el momento de abrir nuestros ojos, justo hasta el momento de despertar. Y es en ese despertar cuando somos conscientes de que somos ángeles, de que somos divinos, y de que nada hemos de temer, porque nada puede hacernos daño.

            Ama y no temerás nada.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Vueltas y más vueltas

            Es posible que haya algún problema que esté dando vueltas en tu cabeza una y otra vez, prácticamente sin descanso, tratando de buscar una solución; o que lo que esté dando vueltas en tu cabeza, no sea un problema, sino una situación determinada, que por cualquier circunstancia no entiendes, y te preguntas ¿por qué?, sin encontrar la respuesta, de la misma manera que antes tampoco llegaba la solución al problema; o que no sea ni un problema, ni una situación determinada, sino un deseo que no se está cumpliendo, o un sueño que te gustaría que se hiciera realidad, o un grano raro que ha salido en tu brazo y te mantiene a la expectativa. Sea lo que fuere, casi siempre hay un algo en la cabeza que domina a la persona, y cualquier otra cosa que aparezca en su vida, siempre va a ser vista a través del filtro de “esa cosa” que remolinea en su mente.

            La experiencia ya nos ha demostrado un sinfín de veces, que por muchas vueltas que le damos a la cabeza al sueño no realizado, al deseo incumplido, al grano que no desaparece, a la situación no entendida o al problema sin solución, va a seguir igual. Podemos darle una, mil o un millón de vueltas, que todo va a seguir exactamente igual.

Pero seguimos ahí, dándole vueltas a todo, sin parar de pensar aunque sólo sea un instante, ¿qué pasaría si una vez comprobado, que no llega la solución al problema, dejáramos de pensar en el problema?, ¿qué pasaría si una vez que vemos que el deseo no se cumple, dejáramos a un lado el deseo?, ¿qué pasaría si no perdiéramos ni un instante dándole vueltas a una situación del pasado, que está claro que ya no se puede cambiar?,  ¿qué pasaría?. ¡Compruébalo!,   Deja de manera consciente de darle vueltas al problema, deja de desear constantemente, deja de soñar, deja de ser un hipocondriaco, deja descansar a la mente durante un momento y comprueba que pasa. Tienes que comprobarlo tú, ya que de nada vale que te digamos que parar la mente es encontrar la paz, o es conseguir que se resuelva ese problema que no se resolvía pensando, o es conseguir el deseo. No, de nada vale decirlo, has de sentirlo. Nadie escarmienta en cabeza ajena.

Sólo podemos decirte, una vez más, como hacerlo: Al principio es tan difícil que se ha de ocupar la mente en alguna actividad de manera consciente, y ya que la vamos a ocupar, mejor es hacerlo con algo que nos sea provechoso, con algo que genere un tipo de energía que además vaya limpiando nuestro cuerpo energético de toda esa energía espesa, oscura y pesada que se está generando permanentemente con tantos y tantos pensamientos circulares y repetitivos. Por lo tanto, mantener la mente en algún pensamiento de amor, de comprensión, de ternura, de caridad, de compasión, de perdón, de bendición, sería la receta ideal. No creas que es difícil hacer esto: sólo tienes que, por ejemplo, bendecir a todas las personas que van pasando por tu lado, con una fórmula muy sencillita: “yo te bendigo con amor”, diciéndolo en silencio dentro de ti, y tratando de mantener la atención en tu corazón. También puedes rezar: es una manera de bendecir con una formula ya establecida, pero si te decides por la oración, no se trata de repetirlo muchas veces, se trata de sentir lo que dices cada vez que lo repites. Puedes meditar un rato cada día, en el silencio de tu soledad, o puedes meditar en movimiento, contando tus pasos por la calle, o tus respiraciones, o cantando un mantra en tu interior.

Hay tantas formulas para parar la mente, como las que tiene ella para desbocarse. Es seguro que conoces un sinnúmero de ellas para que tu cabeza no sea una jaula de grillos. Si no las utilizas, te aseguro que es porque no has sentido ni una sola vez la paz de una mente en silencio, porque cuando se aprecia esa paz, todo lo que se desea es que permanezca. ¡Está en tus manos!

domingo, 15 de mayo de 2011

Gracias

          Gracias, gracias, gracias, dar las gracias como una letanía permanente en cada situación que aparece, en cada encuentro, en cada dificultad. Debemos dar gracias instantáneamente por lo que nos aporta, aun cuando en algunos momentos las lágrimas puedan aflorar en nuestras mejillas. Respirar y bendecir a cada persona con la que nos encontramos y, especialmente, con las que sólo existe el desencuentro.

No es fácil la comprensión mutua cuando cerramos al otro las puertas de nuestro corazón y no le concedemos, ni por un instante, la posibilidad de ver, de vivir, de  tocar lo que está sintiendo. Llega el desencuentro cuando vemos al otro y le miramos extrañamente, como si el conocimiento que creemos tener de esa persona hasta un determinado momento, sea lo único que cuenta. Es como si su libertad dependiera de nosotros, de si aceptamos o no sus decisiones, su camino. Cuando todo eso ocurre podemos hacer daño, mucho daño al otro. Pero más aún es el daño infinito que nos hacemos a nosotros mismos cerrando completamente nuestro corazón instalados en la mente  que juzga, prejuzga, critica y sentencia la vida del otro. En definitiva, boicoteamos nuestra propia vida alimentando un rencor, que más  pronto o más tarde, afectará a nuestro ser emocional, físico y mental.

Si no paramos está rueda llegará el día en que, incomprensiblemente para nosotros, nos empieza a fallar todo, el trabajo, la salud, las relaciones y apenas nos soportamos  a nosotros mismos. Y entonces, nos lamentamos preguntándonos, una y otra vez, porque nos pasa esto o aquello  “si no hemos hecho nada”. Quizá es ese no hacer nada lo que ha nos llevado a ese estado.

Todo esto define hasta dónde puede llegar la incomprensión humana.

Lamentablemente vemos, demasiado a menudo, en los medios de comunicación, como el desprecio sin motivo, el prejuicio, la ignorancia puede incluso llegar a materializarse con  la muerte física del otro, sin razón, sin motivo, porque sí, sencillamente porque no está de acuerdo conmigo. Y aunque pueda parecernos  que nosotros jamás haríamos nada parecido, hay que tener claro que cada acción contra el otro siempre empieza por una incomprensión.  La transformación  del amor en odio, que está alimentado por la propia infelicidad e insatisfacción,  y que nos lleva a la rabia y a la ira incontrolada, sólo depende de uno mismo.

La parte positiva y el mayor aprendizaje que podemos hacer es que somos libres de elegir, a cada momento, amar,  rectificar y ser honestos empezando por uno mismo. Si elegimos vivir sin respeto, en la ignorancia más absoluta,  nuestras  acciones,  palabras y hechos alimentaran cada día más, nuestra propia muerte. No la física, que es una liberación, sino la muerte de levantarse cada día con un fardo de rabia, dolor y sufrimiento vano. Podemos llegar a hacer mucho daño, intencionadamente o no,  en nombre de “nuestra razón” pero nada comparado con la destrucción que nos infringimos a nosotros mismos con esas acciones.

Si estás viviendo alguna situación que te provoca sufrimiento, ya sea de rechazo o de desprecio, en definitiva, estás recibiendo desamor absoluto porque alguien decidió que eso era lo que te merecías, no te olvides de dar gracias desde tu corazón. No tiene mérito querer a quien te quiere, sino amar de corazón a aquellos que no te respetan, te ignoran, e incluso te calumnian. Dar gracias porque también son nuestros maestros y nos enseñan a Amar.

Amar es no tener que perdonarle porque no te sientes ofendido, amas a su ser de Luz, a su alma y no a su cuerpo o a su actitud, que es pasajera aunque dure toda una vida. Y, aún más importante,  si en ti no cabe ni la ira ni la rabia, no alimentarás el rencor ni  la amargura, serás feliz a pesar de.

¿Comprenderemos algún día que amar, ofrecerse a Dios, a través de los demás  no está reservado a unos cuántos? ¿Comprenderemos que cumplir con un ritual religioso, como puede ser  una boda, una comunión, un bautizo, una misa, por ejemplo,  no significa absolutamente nada sino vivimos día a día el Amor que Dios nos ofrece?

¿Tan locos estamos todos aquellos que sí creemos que la vida es un parpadeo, que estamos de paso y que hemos venido para algo más que para seguir cuatro reglas que no nos satisfacen?

Trabajar para el amor es sencillo. Tan solo es ser consciente cada día de que no estamos solos, y  dar gracias repetidamente por ello. Y  si las espinas del camino nos hacen derramar algunas lágrimas recordar que, verdaderamente sólo el Amor de Dios es eterno y sólo en Sus manos caminamos hacia la plenitud. 

Entrada publicada por Elisenda Julve.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Avanzar etapas

                Hay una cita de Lao Tse que dice: “Un viaje de mil millas empieza con un paso”. Para llegar al final de cualquier viaje es necesario dar ese primer paso, y otro, y otro, y muchos más; no vamos a llegar al final del camino, sin haber recorrido cada paso de ese camino, no hay atajos,

            Así es nuestra vida. Un día abrimos un poquito los ojos y nos preguntamos qué hacemos aquí, y leyendo, o asistiendo a seminarios, empezamos a plantearnos que la vida tiene que ser algo más, que no puede ser lo que nos han vendido, que es una sinrazón el montaje que la sociedad nos presenta, entre otras razones, o quizás la razón más importante: Es que ese montaje no nos hace felices, y no sólo no nos hace felices, sino que nos ata a una rueda de ansiedad, de angustia, de sufrimiento, de desigualdades. No puede ser bueno lo que nos enseñan nuestros educadores, nuestros políticos, nuestras religiones, nuestros periodistas, nuestra televisión; porque sólo buscan la explotación, la explotación del hombre por el hombre.
            Y en esas lecturas, o en los seminarios, o en las clases de yoga, o en las meditaciones, empezamos a comprender que la vida es un viaje, un aprendizaje, y que ese aprendizaje puede realizarse con alegría, y que aunque parece que no hay un final de viaje, si hay un camino que recorrer, y que ese camino no lo vamos a recorrer a lomos de nadie, y menos a lomos de nuestros explotadores. Ese camino, como el viaje de Lao Tse se ha de recorrer paso a paso, en solitario, sin saltarnos ninguna curva, sin tratar de engañar a nadie, ya que en ese camino no hay vigilantes, el único vigilante somos nosotros mismos, no se pueden hacer trampas en el recorrido, ya que el engaño sólo supone un paso atrás.

            ¿Cuáles son los pasos que se han de dar?  No son muchos los pasos que nos separan del final de la etapa de la vida, de cada vida, ya que cada vida es una etapa.
            Las claves para llegar al final de esta etapa, que es la que hemos elegido transitar, son:

- Desidentificarse del cuerpo.
- Sentir a tus semejantes como tus hermanos.

- Vivir desde el corazón.
           Desidentificarse del cuerpo: Si amigos míos, mientras creáis que sois ese cuerpo alto o bajo, hombre o mujer, viviréis para él, para satisfacerle. Y eso sólo va a llevaros a la separación, a defender el cuerpo y todo lo que a él esté agregado: Vuestro honor, vuestra vida física, vuestras pertenencias, vuestras creencias. Así permitiréis el sufrimiento, el vuestro y el de vuestros hermanos.

          Empieza a creer que no eres un cuerpo, empieza a creer que eres un alma, ya que ese cuerpo que te has dado es únicamente el vehículo que está, de alguna manera, transportando tu alma en este tramo del camino. Y después de tener claro lo que eres, vive como tal: El alma no necesita defensa porque es inmortal, nadie puede hacerla daño, no tiene que defender sus pertenencias porque lo tiene todo y lo tendrá para siempre, no tiene creencias porque está en posesión de la Verdad.
          Sentir a tus semejantes como tus hermanos: Tus semejantes como tú, también son alma. Al que llamas tu hermano porque ha nacido de la misma madre terrenal, sólo va a ser hermano, hermano de cuerpo, hermano del vehículo en que transitáis los dos, en la etapa de una vida. Pero el resto de tus semejantes, a los que no consideras tus hermanos, son los verdaderos hermanos, desde siempre y para siempre, porque todos venimos del mismo Padre, todos venimos del mismo Dios.  

          Aprende a sentir y a tratar a todos tus semejantes, ni tan siquiera como un hermano, sino como si fueras tú mismo. Es la única manera de no juzgar, de no explotar, es la única manera de intentar, por encima de todo, de hacer felices a todos los que te encuentres en tu camino, es la única manera de avanzar siempre adelante, porque no tendrás débitos con ninguno de tus hermanos, porque no dejarás sin resolver ninguna deuda.
          Y por último, vive desde el sentimiento que impele tu corazón. Tu mente sólo es el guardián de tu cuerpo, es la que favorece la separación, es la portadora de las creencias, es la que lleva con orgullo el estandarte del honor. Vivir desde la mente es vivir desde el cuerpo, mientras que el corazón es el garante del alma, es el garante del amor, es el faro que va a iluminar tu camino de vuelta a casa.  

lunes, 9 de mayo de 2011

La Ley del Karma

            Vivimos sujetos a leyes inquebrantables. Las conozcamos o no, creamos en ellas o no, se cumplen inexorablemente.

            Una de estas leyes es la Ley del Karma, o ley de la causa y el efecto, o ley de la causalidad. El Karma no es sinónimo de castigo, sólo es la consecuencia de nuestras acciones. Por lo tanto, no existe un Karma bueno o un Karma malo, como muchas veces escuchamos, existe el Karma y punto. El Karma sólo ajusta el efecto a la causa. Todos los pensamientos, palabras o acciones, buenas o malas, que hemos realizado en esta y en anteriores vidas, nos traerá consecuencias buenas o malas, para esta vida o para las siguientes.
            Si los pensamientos, palabras o acciones han sido malas, pagaremos por ello; pero si han sido buenas, recibiremos nuestra recompensa.

Todo está perfectamente calculado y planificado. Nada sucede por casualidad en nuestra vida. No existe la suerte, no existen los accidentes. Todos en nuestra actual existencia, estamos recogiendo lo que sembramos en nuestras vidas anteriores y a la vez estamos sembrando lo que recogeremos en las próximas. En el momento de planificar cada vida, concertamos con los Señores del Karma la cantidad de Karma de la que nos vamos a liberar.

Los Señores del Karma, son los encargados de planificar nuestra vida en la Tierra. Son los que determinan donde nacer y en qué familia, son los que determinan cada encuentro, cada situación, cada experiencia, y la cantidad de Karma de la que nos vamos a liberar. Toda esa planificación es presentada para ser aceptada o no por el ser que pronto comenzará su viaje en la Tierra. Normalmente todos aceptamos dicha planificación y venimos a la vida con una hoja de ruta debidamente marcada. Con las personas que vamos a interactuar firmamos un "contrato kármico". Nos ponemos de acuerdo en lo que cada uno le va a hacer al otro con la intención de enseñar o aprender algo. El proceso de aprendizaje es mutuo y el contrato kármico se firma de común acuerdo, pero cuando llegamos a este plano, nos olvidamos de lo firmado, y haciendo uso de nuestro libre albedrío podemos seguir la hoja de ruta marcada o desviarnos del camino.  

El Karma es la causa que nos tiene atados a la rueda de la reencarnación, al proceso de nacer y morir, una y otra vez. Mientras tengamos Karma pendiente, seguiremos en este proceso.

Pero si cada acción, del tipo que sea, genera Karma, ¿Cómo liberarnos del Karma?  La única manera de no generar nuevo Karma, es realizar cualquier acción sin ningún tipo de deseo, sin esperar ningún fruto de la acción realizada, ya que es el deseo el generador del Karma. A cada causa corresponde un efecto y a cada acción un fruto. El deseo los enlaza. Si se acaba con el deseo, si cualquier acción se realiza sin apego, ya no se generará más Karma.

Recuerda: “Quien siembra vientos, cosecha tempestades”. Así que siembra ayuda, siembra perdón, siembra colaboración, siembra alegría, siembra amor, y alcanzarás la liberación.

domingo, 8 de mayo de 2011

Meditación para sentir paz interior

Esta meditación tiene como objetivo la búsqueda de la armonía, de la serenidad y la paz interior, para liberar las tensiones, las preocupaciones y la ansiedad de la vida cotidiana.
Meditación para sentir paz interior
-          Siéntate en tu espacio de meditación.
-          Cierra los ojos.
-          Las manos apoyadas en los muslos con las palmas hacia arriba.
-          Pide ayuda: Al Dios Supremo, Padre Divino, Madre Divina, a tu Maestro Espiritual, a todos los Maestros Espirituales, a tus guías, a tu ángel de luz.
-          Ofrece los beneficios de tu meditación, a quien te apetezca, por ejemplo, envía la energía de tu meditación a los lugares donde haya guerras, allí donde se pase hambre, donde existe discriminación por razón de raza, de sexo, de creencias religiosas, ofrece los beneficios de tu meditación para que no haya ningún niño en el mundo sin una mano amiga que le guie en su crecimiento, etc.
-          Empieza a ser consciente de la respiración.
-          Respira por la nariz, y lleva la respiración abajo, al abdomen.
-          En las primeras respiraciones alarga de manera consciente la exhalación, y con cada exhalación, permite que se vaya relajando tu cuerpo, permite que vayan saliendo todas las tensiones.
-          Siente como la respiración cada vez es más lenta y el cuerpo está, cada vez,  más relajado.
-          Cuando sientas tu cuerpo relajado, comienza a sentir como con cada inhalación una corriente de energía empieza a envolver todo tu cuerpo.
-          Esa poderosa corriente de energía está trayendo a tu cuerpo armonía, serenidad y paz interior.
-          Con cada respiración date permiso para ir entrando dentro de ti, hasta lo más profundo de tu ser.
-          Quédate sintiendo, respira suave y lentamente, y siente, en la profundidad de tu ser todas las vibraciones positivas que vayan surgiendo.
-          La armonía, la serenidad y la paz están llenando completamente tu cuerpo.
-          Cuando sientas esa energía en tu interior permite que fluya y que se expanda por la habitación.
-          Imagina que por cada poro de tu cuerpo estás expandiendo la paz, la serenidad y la armonía, llenando la habitación con una luz blanca y luminosa.
-          Esa luz, esa paz, sigue avanzando hasta rodear a todas las personas que están cerca de ti.
-          Y permite que siga fluyendo esa energía hasta salir de la habitación y empiece a fluir por el edificio, por la calle, por el barrio, por la ciudad, por el país, hasta abarcar primero la Tierra y después todo el Universo.
-           Siente como ese flujo de paz te permite reconocerte como un ser divino, y reencontrarte con esa parte divina que hay en ti.
-          La energía que sale de ti esta irradiando hacia todos los seres vivos y regresa nuevamente a ti, dejándote con una sensación de paz de paz interior absoluta.
-          Te sientes completamente en paz.
-          Mantente en meditación sintiendo esa paz todo el tiempo que te apetezca.
-          Y antes de dar por concluida tu meditación, acuérdate de agradecer la ayuda que has recibido de Dios, de los Maestros, de tus guías, de los ángeles.
-          Y termina empezando a respirar más profundamente alargando la inspiración.
Es posible que con una sola meditación no notes nada, es normal. Recuerda que es necesaria la práctica, de la misma manera que es necesaria para cualquier actividad en la vida física.